Mucho me temo que las cosas y las
personas, sobre todo las personas, han cambiado rotundamente
en tan corto espacio de tiempo.
Hubo una época en la que me granjeé muchas amistades en la
clase política de este país, sobre todo en Catalunya, y aún
perduran esas amistades aunque con esporádicos encuentros.
Una de esas amistades, la que más caló en el contexto de la
convivencia, es la de Felip Puig i Rodes con quien realicé
uno de los más sinceros lazos de amistad y con quién jugué a
la petanca cuando mi cuerpo no me permitía jugar a deportes
más duros.
Cuando era Secretario General y estaba en la Generalitat de
Catalunya bajo la presidencia de Jordi Pujol, abusé un poco
de esa amistad para que me ayudara personalmente en algunos
asuntos.
Sigo estándole agradecido por aquellos momentos cruciales en
mi vida, asociativa y laboral, y que no puedo borrar de mi
mente…
Todo esto viene a cuento por cuanto es el actual Conseller
de Interior de la Generalitat, o sea el jefe supremo de los
cuerpos de seguridad catalanes y me es imposible cuadrar su
última actuación, de cara al público, dentro del concepto
que tengo de él.
La desproporcionada carga policial en la plaza de Catalunya
de Barcelona ha roto toda referencia de buen político que
tenía y me ha hecho reflexionar acerca de los cambios de
carácter de las personas en tan corto intervalo de tiempo.
Unir un evento deportivo, aún no celebrado, con una pacífica
manifestación de ciudadanos saturados hasta la coronilla de
la política llevada en nuestro país, sin importar las siglas
del partido político, no es más que una prevención psicótica
llevada al paroxismo.
120 heridos, de ellos 4 de gravedad no es para hacer un
balance benévolo, aunque contrapongan la cifra de 37 agentes
contusionados (se nota que las corazas con las que iban
reforzados producen roces en el cuerpo que los lesionan) ya
sabemos que esto es una añagaza política para justificar lo
injustificable.
Nula calificación para los políticos responsables de esta
actuación, con Artur Mas a a la cabeza. El empecinamiento de
los mismos en negar que trataran de desalojar a los
manifestantes y que sólo quisieran limpiar la plaza de
posibles objetos contundentes… es tan débil que se cae por
su propio peso simplemente con ojear las imágenes que las
televisiones ofrecieron en directo.
Eso de limpiar debe ser un nuevo verbo de uso político,
sinónimo de arrasar. Esto es lo que hicieron los del
Servicio de Limpieza apoyados por las fuerzas de seguridad.
De nada me sirvió la reciente reunión que mantuve con los
jefes de los Mossos d’Esquadra para preparar un protocolo de
actuación frente a las personas minusválidas y en la que
planteé la incorrecta actuación de algunos miembros de ese
cuerpo que me llevaron a redactar un manifiesto de repulsa.
Eso se inició el año pasado y hoy en día, abandono todo
intento de contactar de nuevo con los jefes de este cuerpo
policial por sus manifiestamente abiertos rasgos de
identificación con aquella policía armada con sinrazones
sociales.
Creo sinceramente que el PP sobra en Catalunya.
Convergència i Unió (CiU) se ha convertido en valedor de la
extrema derecha, muy diferente a la de aquel partido de
centro-derecha en el que milité hará ya 22 años, y por ello
Alicia Camacho (PP) debería hacer las maletas y mudarse a la
comunidad Valenciana… porque su ideología la ha asumido por
completo Artur Mas.
Lamentable política la de los responsables de Interior de la
Generalitat, con su actuación han conseguido lo que los
propios manifestantes no conseguían. Cuando languidecía el
movimiento de los ‘indignados’ y corría el riesgo de
difuminarse, esa participación policial los ha avivado hasta
extremos no esperados. Menuda paradoja.
En fin, la vida sigue y yo también.
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