Mientras el pasado viernes iba cayendo la tarde, lenta y
aplaciblemente, la Plaza de la Justicia de Castillejos (Fnidq
para nuestros vecinos) no dejaba de llenarse de gente que
acudía, expectante, a escuchar al controvertido predicador
Mohamed Fizazi en un acto meticulosamente organizado por los
representantes en la populosa villa (su población es ya
similar o superior a la de Ceuta) del Partido de la Justicia
y el Desarrollo (PJD), la formación islamista parlamentaria
de Marruecos y, posiblemente, el partido político con más
“tirón” electoral cara a las cruciales elecciones del
próximo octubre. Una más que discreta presencia policial,
con solo dos furgones en las inmediaciones, apuntaba a que
el mitin contaba con el beneplácito de las autoridades, nada
extraño pues si por un lado el acto había sido preparado por
un partido político con fuerte presencia en el Parlamento,
el mismo Fizazi tras su reciente salida de prisión no ha
dejado de proclamar su fidelidad a la autoridad religiosa de
Mohamed VI, Amir Al Moumenim o Comendador de los Creyentes,
dejando clara su evolución ideológica desde el salafismo
yihadista al salafismo, si no pietista, al menos político.
Acompañado por otros tres oradores, entre ellos el doctor en
ciencias políticas y miembro del Consejo Nacional del PJD,
Abdelhalim Hamidin, un Fizazi tranquilo y sereno con un
discurso plano y más cercano al sermón que al enervamiento
político, cautivó con su indudable magnetismo a las varios
centenares de personas congregadas para escucharle y
aplaudirle.
¿Cambio sincero el de Mohamed Fizazi… o una estudiada
“takiya” para salir de prisión y seguir en el candelero?;
¿síntoma de radicalización ideológica del PJD al acogerle…
o, por contra, capacidad de este partido de fortísima
referencia islámica para sacar de la calle e integrar en el
juego político a intelectuales como Fizazi?. Acabado el acto
y tras tener la oportunidad de cambiar unas breves palabras
con Fizazi a la altura de la gasolinera de Dar Riffien, no
me cupo ya duda del carisma que emana de este hombre, así
como de su indudable capacidad de “enganche” para numerosos
musulmanes. Mohamed Fizazi, al contrario que la “Yamaâ” del
iluminado jeque Yasin apuesta fuerte por la participación
electoral y la inclusión del PJD en el gobierno confiando,
son sus palabras, en que el apasionado secretario general
Abdelilah Benkirán llegue a ocupar el puesto de Primer
ministro y Mustafa Ramid, presidente en la actualidad del
grupo parlamentario, sea su ministro de Justicia. El
profesor Fizazi defiende fervorosamente la forma de
monarquía para Marruecos respetando, sin fisuras, la
autoridad religiosa de Amir Al Moumenin, cerrando pues filas
con Mohamed VI. Algo nada desdeñable pues Fizazi, hábil
polemista, experto en hadices y autor de más de quince
publicaciones, es una figura carismática con notable peso en
el seno de la comunidad musulmana, no solo marroquí,
repartida por la geografía europea. Notable evolución, tras
ocho años de prisión, de quién pasó por ser considerado por
sus incendiarios sermones en las mezquitas de Tánger (de
hecho estuvo apartado de las mismas entre 1982 y 1992) uno
de los teóricos del salafismo yihadista aunque, como se
defiende él mismo advirtiendo que condenó con firmeza los
atentados de Casablanca, Madrid y Londres, sus referencias a
la “yihad” en su acepción de lucha armada se referían
siempre a la defensa de las tierras musulmanas en
Afganistán, Irak o Palestina, lo que no fue óbice para que
en su momento defendiera en la cadena Al Yazzira el
asesinato, por impío, el 8 de junio de 1992 del ensayista
egipcio Farag Fonda.
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