La abstención es un derecho, por
supuesto. Pero no es la mejor manera de que los ciudadanos
expresen su malestar, o su indignación, como está de moda
decir, contra los partidos políticos. Máxime cuando la
democracia, que es mejorable en muchos aspectos, no deja de
ser el sistema que se acerca más a la libertad y a los
derechos humanos. Y, naturalmente, la que permite enmendar
yerros cometidos en anteriores votaciones.
La baja votación de las elecciones celebradas en Ceuta, debe
ser motivo de estudio por parte de los partidos que han
participado en ellas. Es lo peor que ha ocurrido en un día
donde ejercer el derecho al voto ha transcurrido con
normalidad. Sin que nadie haya tratado de poner el mingo en
los colegios.
El resultado de las votaciones, ha vuelto a concederle una
nueva mayoría absoluta al Partido Popular: dieciocho son los
escaños que ha obtenido. Habiendo estado a punto de
conseguir uno más. El PP ha sido capaz también de obtener
mucho más votos en distritos donde, últimamente, se decía
que era un granero de votos de la UDCE. Ahora Coalición
Caballas. De no haber sido así, seguramente las cosas
habrían transcurrido por otros derroteros.
Por consiguiente, es conveniente destacar el buen trabajo
que los populares han realizado en El Príncipe y en otras
barriadas donde Mohamed Alí tenía puestas todas sus
esperanzas de dar un campanazo. De quien debo decir que me
han agradado sobremanera sus declaraciones para RTVCE,
cuando todavía no sabía si Caballas iba a perder un escaño
con relación a los cuatro que sacó UDCE hace cuatro años.
Mohamed Alí se habrá dado cuenta de que no le ha merecido la
pena arriesgar lo que ha arriesgado por darle cabida en el
seno de su partido a Juan Luis Aróstegui. Ya que éste
no le ha aportado nada a Caballas, sino todo lo contrario:
Hizo posible -con su altanería, su soberbia desmedida, sus
insultos constantes, y la antipatía que genera- que Alí haya
vivido los peores momentos desde que decidió sumarse a la
vida pública.
En fin, Caballas ha estado, incluso, a punto de perder un
escaño. Así que bien haría Alí en reflexionar si el
compañero de viaje que ha elegido, Aróstegui, es el más
indicado. Pues mucho me temo que éste le proporcionará más
disgustos que alegrías.
Muy bien el PSOE. No olvidemos los desagradables
desencuentros que, durante la refundación de partido, hubo
entre militantes. Una pesada carga que José Antonio
Carracao ha sabido sobrellevar con entereza e ilusión a
raudales. Los tres escaños logrados por los socialistas, en
horas bajas del partido a escala nacional, demuestran que
Carracao ha sido capaz de rodearse de un equipo que ha
trabajado duramente.
En lo tocante a los populares, no cabe la menor duda de que
Juan Vivas ha logrado, por tercera vez, un éxito
indiscutible. Quizá, como él bien ha dicho, la baja
participación haya sido debida a que muchos votantes del PP
han creído que todo estaba hecho y se han ausentado de las
urnas. Lo cual, de haber sido así, es craso error.
De cualquier manera, el triunfo del PP es de un valor
incalculable: ahí es nada conseguir dieciocho escaños en
unas elecciones donde la baja participación no ayudaba a la
consecución de mejores logros. En suma: Vivas es el
triunfador absoluto del 22 de mayo. Suma y sigue.
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