Rabat, además de la capital una de
las ciudades más bellas del país, lucía primaveral estos
días mientras la ciudadanía, alegre y confiada, se agolpaba
para subir a los futuristas vagones (diseño y tecnología de
la corporación francesa ALSTOM) de las dos nuevas líneas de
tranvía que el pasado jueves fueron inauguradas con gran
expectación, pues el billete era gratis hasta ayer sábado,
por el joven soberano Mohamed VI. Con 19,5 kilómetros de
raíles y 31 estaciones a lo largo del recorrido, el tranvía
que enlaza las dos históricas ciudades del valle del Bou
Regreg, Rabat y la populosa Salé, servirán no solo para
descongestionar el tráfico de dos urbes que se están
adentrando a pasos agigantados en la modernidad sino que, de
paso, constituyen todo un reto novedoso en una de las
asignaturas pendientes en Marruecos, la ordenación del
territorio, que en este caso vertebrará al fin las cerca de
seis mil hectáreas de la desembocadura del caudaloso río.
Por lo demás y no es poco, el mantenimiento de este moderno
tranvía supondrá la consolidación de al menos mil puestos de
trabajo. Días antes, el 11 de Mayo y también coparticipada
por el consorcio francés, se inauguraba en la capital de
Argelia la primera fase de un tranvía similar al rabatí, que
en su terminación definitiva alcanzará los 23 kilómetros de
recorrido.
Al margen de lo dicho, en Rabat se respiraba calma pese a la
musculada intervención de las fuerzas policiales el pasado
domingo y, delante del Parlamento, los licenciados en paro
seguían con sus tradicionales reivindicaciones mientras que,
en la orilla derecha, era perceptible la tensión derivada
tras los desordenes e incendios de la prisión de Salé en la
que el lunes 16, aniversario precisamente de los sangrientos
atentados de Casablanca de 2003, las fuerzas de seguridad
entraron a sofocar una dura y calculada revuelta
protagonizada por los numerosos presos salafistas allí
confinados y que, desde finales de febrero, no dejan de
protagonizar diferentes altercados. Para el presidente de la
asociación de derechos humanos Annassir, Abderrahim Mouhtad,
“la intervención de las fuerzas del orden fue brutal”. Puede
ser, pero los salafistas presos (simpatizantes en su mayoría
con el yihadismo) no son precisamente unas Hermanitas de la
Caridad y, el mismo lunes según fuentes solventes, habían
acosado y agredido al menos a cinco guardias de la prisión,
utilizando sin contemplaciones barras de hierro y piedras
extraídas de los muros.
Por lo demás lo más remarcable estos días en la capital del
vecino país (junto con la caída en picado del antiguo valido
Fouad Ali El Himma y su oportunista formación del PAM,
Partido de la Autenticidad y la Modernidad), son los
análisis sobre el referéndum constitucional previsto para el
próximo mes de julio, junto con el adelanto de las
elecciones para, probablemente, el 7 de octubre. Unas
elecciones en las que, pese al notorio acoso sufrido estos
años, podríamos asistir a la remontada de los islamistas
parlamentarios, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD)
virtual ganador de las últimas elecciones pese a que, al
final, fue el partido del Istiqlal (Independencia) el que,
impulsado por el Régimen, logró llevarse el gato al agua.
Pese a ciertas y superadas tensiones internas el actual
secretario general del PJD, el fogoso Abdelilah Benkirán
bien visto y con buenas relaciones en el Palacio Real,
espera batir a sus contrincantes políticos y todavía el
pasado viernes, en su despacho del barrio de los Naranjos,
le confiaba soto voce a este escribano que no descartaba en
convertirse en Primer Ministro de la coalición resultante.
Inch´Allah, naturalmente.
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