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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / ALGO MÁS QUE PALABRAS

Haz una cosa
 


Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
 

Hacer las cosas por las cosas, que jamás la rosa reclama su perfume, decía un poeta amigo. La UNESCO y la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas nos invitan a cada uno de nosotros, entiendo, no a hacer lo que se quiere, sino a hacer lo que se debe. Motivada la celebración por el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo (21 de mayo), la campaña comunitaria no puede ser más clarividente: “Haz una cosa por la Diversidad y la Inclusión”. Por si mismo, ser, ya es hacer. No hay otra manera de hacer un amigo que serlo. Ahora bien, sepamos que sin igualdad armónica ninguna amistad es posible. Tampoco hay otra manera de hacer un mundo pacifista que con hombres de paz. La concordia, desde luego, hace crecer las pequeñas cosas que son las que realmente nos llenan por dentro y se refleja por fuera.

Una cosa has de hacer, hemos de hacer, ser humanos. Qué menos. Tan importante es tener un trozo de pan que llevarse a la boca como recibir amor y cuidados. Por mucha diversidad de expresiones culturales que nos cobijen a unos y a otros, el universo de los afectos mueve montañas y las mueve para todos. A veces una palabra o un abrazo despreciado hiere más profundamente que una espada. El diálogo, basado en la consideración hacia toda persona, es fundamental. Sin mutua comprensión y respeto entre culturas y pueblos no hay forma de encender un lenguaje que nos hermane.

Evidentemente, todos tenemos que hacer cosas por el ser humano. El mundo se mueve por y para el ser humano. Es el gran protagonista. Considérese, además, que nace y renace mucho más a partir de la unidad, de la unión. Entonces, la fraternidad que al presente el mundo precisa no se puede establecer mediante ideologías y mucho menos por decreto de un poder constituido. Se deben reflexionar esa variedad de pensamientos, que por otra parte es la ley suprema del universo, y reconsiderar esa armonía en su conjunto. Únicamente juntos podemos construir un desarrollo humano íntegro e integral, integrador en suma, para que sea en beneficio de la humanidad.

El bien de la humanidad- decía el novelista Aldous Huxley- debe consistir en que cada uno goce al máximo de la felicidad que pueda, sin disminuir la felicidad de los demás. Ahí radica la cuestión del haz de cosas que podemos (y debemos) sembrar y compartir: bienestar, prosperidad, satisfacción, bonanzas y glorias. Como se sabe, es universal el derecho a ser felices y a buscar esa felicidad en la felicidad de su semejante. Esto exige, ciertamente, crecer en el amor cada día. Idea contraria a lo que el mundo actualmente propicia: saber mucho para poder más en lugar de servir mejor, alcanzar la mejor posición social en vez de ayudar a los que se quedan atrás. Pienso que la gran asignatura pendiente de los moradores del planeta pasa, pues, por atreverse a amar, sin condiciones ni condicionantes. Hoy puede ser un gran día para osarse. El amor es el único verso capaz de sobrecogernos, la única fuerza capaz de cambiar el pulso de nuestros latidos y el latido de la humanidad entera.
 

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