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OPINIÓN - DOMINGO, 22 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Votar es necesario
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

En este sábado, cuando escribo, víspera de las elecciones autonómicas, decido volver la vista atrás y, en menos que canta un gallo, lo primero que se me viene a la memoria es la primera vez que yo tuve la posibilidad de votar en mi vida. Pero hay más: después de los años transcurridos, aún me sé la fecha de aquel acontecimiento. Por una razón bien sencilla: esa fecha sigue estando situada en el primer anaquel de la alacena de mi memoria, por derecho propio.

De lo contrario, sería imposible que yo pudiera citar de carrerilla que el día 15 de junio, de 1977, festividad de San Vito, en España se volvían a celebrar unas elecciones democráticas, que habían estado prohibidas desde 1936.

Mi derecho a votar libremente, me llegó cuando yo estaba a punto de cumplir 38 años. Es decir, que me había pasado media vida sin poder ejercer tan importante derecho. Y, desde entonces (con mayor o menor entusiasmo, o bien desanimado ante las actuaciones de unos políticos que hacían realidad eso de que la política no es el arte de lo posible, sino el de elegir entre lo desastroso y lo insufrible), no he dejado de acudir a las urnas cuantas veces me han citado a cumplir con ese compromiso imprescindible que tenemos todos. Y espero seguir cumpliendo con este deber ciudadano, hasta que el cuerpo aguante.

La democracia no es, ni mucho menos, un sistema fácil de ejercer. Por más que a alguien se le ocurriera decir que en política, lo verdaderamente importante cabe en la punta de una servilleta. En realidad, los políticos están muy mal vistos. De hecho, pocos son los que consiguen seguir despertando fervor allá donde llevan gobernando varios años.

En esta ciudad, sin embargo, se está produciendo un hecho especial: Juan Vivas lleva ya diez años despertando el entusiasmo de sus paisanos. Diez años en los que le ha sido posible conseguir dos mayorías absolutas; encontrándose, además, a punto de obtener una tercera. Lo cual no deja de ser un éxito incuestionable de alguien que ha sabido ganarse la estima y el respeto de la gente.

Y esa estima, como ustedes comprenderán, no se gana por arte de birlibirloque. Porque sí. Por ser más o menos agradable, por no desaprovechar la menor ocasión de estrechar la mano de sus vecinos, o porque haya nacido con una baraca descomunal. Esa estima se la ha ganado por su forma de dirigir los destinos de esta ciudad. Y por ser como es: educado, equilibrado, precavido, prudente, y poco dado a vender en dos minutos proyectos que él es consciente de que nunca podrían convertirse en realidad.

Cierto es que diez años gobernando Ceuta es tarea compleja. Tarea sumamente complicada; porque esta tierra, pequeña en extensión, tiene problemas de urbe grande. Problemas que están tan a la vista que no hace falta ni siquiera mencionarlos.

Pues bien, a pesar de tantas dificultades, si mañana, hoy para ustedes, la gente acude a las urnas en tropel, Juan Vivas volverá a convertirse en un alcalde elegido mayoritariamente. Y es que el control de los gobiernos a través de las elecciones es un ejercicio esencial para el buen funcionamiento de las democracias representativas. Lo cual permite a los ciudadanos influir en las decisiones gubernamentales. Decepciones, al margen, conviene votar masivamente.
 

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