Ayer nueva convocatoria de la
Coalición Caballas y montaje de filas de sillas en el local
de la sede que hacía prever una declaración “institucional”
por parte de la formación o alguna iniciativa de similar
relevancia. Se cruzaban apuestas entre una pública petición
de disculpas de Mohamed Alí anunciando al tiempo la retirada
de su número tres o bien una renuncia “pactada” de Aróstegui
alegando desgaste o motivos de salud para hacer correr la
lista y tratar de reparar el impacto de las manifestaciones
contenidas en su libro. Pues bien, ni una cosa ni la otra.
El escenario de filas de sillas fue testigo de una especie
de rueda de prensa que parecía enjaretada en el último
momento para expresar las ideas de siempre sobre el
desempleo y la necesidad del “pacto social”.
Como los presentes conocíamos de memoria el discurso
permanecimos expectantes atendiendo “la declaración” y como
ninguno declaró nada nos fuimos. ¿Y para una rueda de prensa
de escasos diez minutos se convoca a los medios y se
organiza ese despliegue? Totalmente absurdo. Y también una
nueva falta de respeto y de consideración para con los
profesionales que andamos agobiados cubriendo las últimas
jornadas electorales donde los políticos se multiplican por
tres y no dan abasto a la hora de visitar barriadas y de
hacer acto de presencia en los lugares y en las
circunstancias más insospechadas. Y acontezca lo que
acontezca, a la hora que sea y aunque caigan chuzos de punta
hay que estar. Porque la labor del informador es informar.
Pero no malgastar el tiempo asistiendo a improvisaciones
insulsas y vacías de contenido. De políticas de empleo se ha
hablado por parte de todos los partidos hasta quedar
afónicos y del problemón de los bancos que no conceden
créditos a los empresarios para que refloten sus empresas
con la consiguiente generación de puestos de trabajo y de
prosperidad también.
Por ello la convocatoria de la Coalición Caballas no
satisfizo ninguna expectativa ya que esperaba un “”gesto”
por parte de Mohamed Alí y vistas las delicadas
circunstancias que vive la Coalición, la retirada de Juan
Luis Aróstegui como muestra de coherencia política y para no
perjudicar a sus coaligados. Dicen que “los grandes pecados
tienen largas sombras” y que “para el político el pasado
siempre es presente”, pero lo cierto es que la salida de
Aróstegui no puede ser forzada ni impuesta por el número
uno, Mohamed Alí, porque carece de mecanismos para hacer
fructificar esa iniciativa ya que no se trata de una lista
única de un solo partido, sino de dos grupos que van en
coalición y podría acontecer que, ante la tesitura, una
salida forzada de Aróstegui supusiera la retirada de todos
sus fieles y dejar a la Coalición deshecha y sin lista. Mal
arreglo tiene la situación.
Y la Coalición Caballas, con su credibilidad bajo mínimos,
parece no encontrar salida a la tesitura y nos consta que
largas y tensas han de haber sido las reuniones, que amplias
y minuciosas las explicaciones por una y otra parte, que en
estos días habrán acontecido numerosos desencuentros, pero
que lo hablado y argumentado en las conversaciones, aunque
acabará trascendiendo, porque todo acaba por trascender,
permanece oculto y camuflado por el sepulcral silencio de la
Coalición Caballas. De ahí que si no iban a realizar
manifestaciones relevantes, la última rueda de prensa de la
campaña, haya quedado aún más desprovista de contenido, ya
que sobre temas de empleo se ha vertido a estas alturas un
auténtico caudal de propuestas y de informaciones, se ha
debatido y rebatido, se ha alegado y disertado de forma
milimétrica, era innecesario el despliegue de medios y de
cámaras, nada nuevo bajo el sol.
Quedan un par de días para que la Coalición Caballas se
convierta en artífice de algún tipo de salida honorable que
rehabilite su imagen ante el electorado, lo sentimos por
Mohamed Alí que había llegado a dirigir un partido que,
aunque localista y muy limitado ideológicamente, estaba ahí
y detentaba un sector de votantes más o menos fieles, los
mismos votantes que no creemos que vayan a regalar su
sufragio para encaramar a Aróstegui a un escaño, por mucho
que lo lamenten por dañar tangencialmente a la UDCE. ¿Y
merece la UDCE ser víctima de las actuales circunstancias? A
medias, porque el empecinamiento de Mohamed Alí ha sido
proverbial y su política de hacer oidos sordos a quienes le
desaconsejaban coaliciones ha acabado por explotar en su
propia línea de flotación.
El comentario es que la UDCE ha contribuido activamente a
“crear una pesadilla” y ahora no sabe que hacer con ella.
Todo depende por lo tanto de la postura de Juan Luis
Aróstegui que puede elegir entre la discreta retirada o
forzar a sus compañeros de travesía a seguir coaligados, si
el barco flota muy bien y si se hunde, se hunden todos con
él.
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