Desde muy pequeño, mi madre me educó en la Igualdad. Me
enseñó a discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo
negativo y lo positivo e igualmente me enseñó el arte de
elegir lo mejor, lo que me favorezca y haga sentirme bien.
Hace tiempo que la política en Ceuta es para mí sinónimo de
hoja en blanco, es decir, que no me dice nada, entendida la
política en términos de flores, estatuas, engrasadores,
manzanas podridas con forma de auditorio, etc.… La política
se convierte en miserable cuando se utilizan datos
falseables que adquieren categoría de vagueza en sede
parlamentaria nacional a cambio de unos cuantos euros más.
Igualmente hace tiempo que Ceuta perdió la conciencia
anestesiada por un gobierno que mide el desarrollo social
por cada flor plantada, por cada acera que gana en anchura y
por los maquillajes urbanísticos que disfrazan y ocultan la
triste realidad que vive en cada una de las esquinas de una
ciudad que tristemente encabeza el listado de ciudades
pobres. Se prefiere la frase ¡Qué bonita está Ceuta! antes
que la frase ¡Existe un elevado grado de pobreza y
desesperación en Ceuta! Una persona como yo, que no se
considera vaga, analfabeta ni me gusta vivir de las ayudas
públicas, o sea del “cuento”, que sufre en sus carnes el
desempleo, la falta de oportunidades, la farragosa y
agotadora burocracia para acceder al IMIS y que tiene como
compañía los continuos llantos infantiles desesperados no
creo que le interese si hay más o menos flores ni tan
siquiera las dimensiones del gran Hércules y dónde tiene que
reposar. La medida y la grandiosidad de la estatua de
Hércules son fielmente proporcionales a la desesperación de
muchas familias ceutíes. Comparable, del mismo modo, a la
indignación de miles de ceutíes que tienen que abandonar
nuestra ciudad por la falta de oportunidades. La miseria
ajena y la necesidad juegan al ping pong en período
electoral con chapas azules colgadas al pecho que hacen las
veces de paletas para cruzar, como gaviota, de barriada en
barriada.
Mi voto en período electoral se convierte en voz, en
presencia, en decisión. Una decisión que no puede auspiciar
ni dar cabida a políticas de invisibilidad, a políticas de
desigualdad, a políticas para la mitad de Ceuta. El futuro
de una ciudad se mide por su progreso social, por su
Igualdad plena y efectiva, por su Igualdad de oportunidades
y acceso en todos los ámbitos. Un gobierno lo es para todos
y todas. ¿Se imaginan un gobierno que sólo existiera para
las personas rubias, para las personas altas o para las
personas calvas? Sería impensable, ¿verdad? Entonces no
podemos concebir un gobierno que sólo exista para sus
afiliados, simpatizantes y agradecidos y dé la espalda a los
ciudadanos que no tenemos de todo, que desoiga nuestros
lamentos y nuestra desesperanza y encima nos sonría
diciendo: ¡ Qué flores más bonitas!.
Quiero un Presidente que llene de flores la esperanza de mi
futuro, que la única estatua que encargue sea la estatua
congelada de mi situación de desempleo, que juegue al
parchís no sólo en período electoral y sí durante el resto
de la legislatura para acabar con todas las fichas de la
desigualdad y la discriminación, que sepa “mojarse” con los
problemas de los ciudadanos y ciudadanas en todas y cada una
de sus playas. Si el Príncipe es el heredero de los Reyes,
la plaza del Príncipe no tendría que lucir menos bella que
la Plaza de los Reyes. El Príncipe es olvidado y desahuciado
por su padre el Rey, acordándose de él sólo cada cuatro años
cuando se celebra la ceremonia real electoral. Como decía
Gaula: “He venido por la Jarra”. Quiero que me traten como
una persona y no como una mano que vota. Por todo ello, por
Justicia, por Igualdad y porque soy ceutí y caballa, mi voto
es para MOHAMED ALÍ.
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