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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 18 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Las cámaras son crueles
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Todavía se sigue hablando de los debates mantenidos por Nixon y Kennedy en 1960. Por cierto, el primero fue dado por ganador del celebrado en la radio. Ya que su imagen, deteriorada por una reciente enfermedad, no jugó en su contra, frente a la apostura del segundo.

Nixon, quizá mal asesorado, creyó que si las encuestas le habían dado por ganador tras su actuación radiada, le sería también posible hacerlo en televisión. Y erró. Porque su rostro demacrado -rehusó el maquillaje-, debido a una reciente enfermedad y el sudor que se había adueñado de él y sus ojos saltones y casi enloquecidos, cuando miraba al moderador, recreados a conciencia por las cámaras, causaron pésimo efecto entre los televidentes. A pesar de que Nixon se enfrentaba a un candidato con menos experiencia que él. Si bien Kennedy jugó la baza de su buena presencia y supo mantener la calma -aunque la procesión fuera por dentro-. Así que consiguió lo más importante: cautivar a la cámara. Y lo hizo mirándola fijamente, durante sus intervenciones. Como si no existiera el moderador.

A partir de entonces, los debates presidenciales se convirtieron en un pilar del sistema democrático. Aunque su influencia en los votantes, según lo publicado en aquel tiempo, fue mínima. Pero sería injusto negar que los protagonistas no puedan despertar el interés, la educación y la participación de los votantes. Pero eso es todo lo que podemos esperar de ellos.

En España, tras nuestras primeras elecciones democráticas, un apacible 15 de junio de 1977, día de San Vito, quedó claro que Adolfo Suárez y Felipe González daban tan bien en la pantalla como para que féminas de toda clase, edad y condición corrieran a sentarse ante el televisor en la cómoda butaca de la salita de estar. Ambos tenían un tirón especial entre la gente.

De Juan Vivas resulta difícil decir que sea un tipo que hubiera podido hacer carrera cinematográfica como galán. Ni tampoco que nadie se lo haya imaginado nunca dándoselas de playboy. Sin embargo, bien tratado por quienes manejan los hilos de la televisión, su imagen alcanza buena nota y hasta hace posible que las mujeres lo analicen con cierto interés.

Juan Vivas sabe, sobradamente, porque a despierto es muy difícil aventajarle, que a él los debates en la radio no le favorecen. No le favorecen, sobre todo, con adversarios que van dispuestos a la bronca y a interrumpirle por sistema. Algo que interpretó muy bien Mohamed Alí en la discusión mantenida con el presidente en la Cadena Ser.

Pero ese mismo debate, visto en la televisión, le hizo mucho daño al segundo dirigente de Caballas. Y es que las cámaras de televisión son crueles con ciertas personas. Y Alí está entre ellas. Sus expresiones hoscas, duras como el pedernal; su mirada atravesada, mirada de ojos dispuestos a fulminar al rival; sus denuncias revestidas de ira; su comportamiento filibustero y su acudir a la cita en mangas de camisa, le hicieron mucho daño a Mohamed Alí.

Conclusión: me gustaría saber quién le dijo a MH que reclamara con tanta insistencia que se diera cuanto antes, a hora adecuada, el debate por RTVCE? Pues quien lo hizo, créanme, lo debe querer muy mal. Carracao, en cambio, ha cumplido su misión en el suyo. Consiguiendo, además, el respeto de las cámaras. Que no es poco.
 

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