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OPINIÓN - LUNES, 16 DE MAYO DE 2011

 

OPINIÓN / SNIPER

Terrorismo y política: del GRAPO a Marrakech
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Si la guerra es la continuación de la política por otros medios (Maquiavelo dixit) el terrorismo, mal que nos pese y aun definiéndolo como queramos, también. Todo atentado terrorista es único y tiene su lógica; nada es al azar en la multívoca fenomenología terrorista. Más que ofuscarnos intentando interpretar el acto terrorista en sí y aun conociendo a sus ejecutores, aprenderíamos descifrando los vectores, es decir: ¿a qué intereses sirve cada atentado terrorista en particular…? Solo desde este prisma podremos vislumbrar algún atisbo de luz dentro de este sucio y complejo fenómeno. Así, lo que hoy está sucediendo en esto que todavía se llama España (un Estado asimétrico y desvertebrado, cuasi federal, en el que sus ciudadanos ya no son iguales ante la ley sino tan solo en referencia al espacio geográfico que ocupan) solo es entendible tras el certero multiatentado terrorista del 11-M en Madrid, concebido por una mente brillante y perversa tras el que ha ido deviniendo, en cascada, la tramoya política que ahora padecemos, mientras se intenta sepultar en el olvido a los casi dos centenares de asesinados en la masacre.

Si antes y durante la aun no suficientemente explicada Transición (en la que el histórico PSOE era virtualmente inexistente, luego el Departamento de Estado yanqui auxiliado por la socialdemocracia alemana refundó el pastiche de ahora, el de Suresnes) España sufrió los zarpazos terroristas de la marioneta del GRAPO (Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), en la azarosa y aun pendiente Reforma marroquí auspiciada por el joven soberano Mohamed VI tras el fallecimiento de su padre, Hassan II (lean bien, Reforma pero no Transición), el terrorismo de inspiración islamista se ha convertido en un agente desestabilizador de primer orden, logrando con sus calculados atentados un innegable efecto político: desde el 16-M en Casablanca al último de Marrakech. Quid Prodest?. El terrorismo es, eventualmente, otra arma política al uso y el primer paso para combatir con éxito su erradicación es admitir sin rubor ni complejos este desagradable supuesto.

Una fuente marroquí de toda solvencia me comentaba, el otro día, que por si quedara alguna duda sobre la eficaz labor de la inteligencia marroquí en el esclarecimiento del atentado en el café-restaurante Argan, la eficaz ayuda policial de varios países europeos (Francia y España entre ellos) despeja cualquier sombra de manipulación. El hombre se quedó de una pieza cuando, firme y muy serio, le comenté si creía de verdad (yo ni por asomo y algo sé de qué hablo) que el 11-S unos aprendices de piloto podían haber conducido hasta las Torres Gemelas los aviones de la muerte… o que, ¡casualmente!, el pasaporte de Mohamed Atta fuera milagrosamente rescatado, incólume, de los escombros… Sin duda el terrorismo islamista existe, la internacional yihadista del terror está ahí y Al Qaïda es una triste realidad… pero también son células y organizaciones muy infiltradas y relativamente fáciles de manejar. Abundé más: después de asegurar a mi interlocutor que, cuando menos, alguno de los abundantes servicios de su país estaban al tanto del atentado del 11-M, tras su ejecución y en estos años somos ya marea los españoles que nos cuesta fiarnos de la Policía, la Guardia Civil y el CNI. Y mucho menos del Guardián del Centeno al mando, el tenebroso Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿El presunto sospechoso del atentado de Marrakech…? En una línea: cuantas más pruebas van surgiendo … el entramado menos verosímil me parece. Intuyo que más de un veterano experto antiterrorista comparte éstas desazonadoras impresiones. Visto.
 

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