Aunque las estimaciones de las personas que realizan estos
trabajos resultan complicadas, afirma el informe de la APDHA,
las fuentes documentales calculan que el 90% son mujeres.
Los lugares de procedencia habituales son Tetuán o zonas
rurales. En la mayoría de los casos suelen ser personas
“solas y con cargas familiares” aunque también puede darse
el caso de que tengan maridos pero estos no puedan trabajar
por motivos médicos.
La mujeres jóvenes suelen ser quienes, con más frecuencia,
se vean obligadas a realizar estos portes. A pesar de que
posean resistencia física, el informe resalta la variedad de
dolencias que pueden sufrir con el paso del tiempo, desde
problemas lumbares y de espalda, hasta dolores en las
extremidades inferiores como resultados de la “gran cantidad
de peso” que cargan a sus espaldas.
Además, el “objetivo” de las porteadoras es entrar y salir
de la ciudad el “mayor número de veces posibles”,
circunstancia lógica para obtener un mayor beneficio
económico. De hecho, la media es que una mujer realice entre
uno y tres portes al día.
En las fronteras, describe el informe, se sitúan las
furgonetas repletas de mercancías. Las personas “más rápidas
y fuertes” son las que llegan. El resto debe ir “caminando
hasta el polígono y luego regresar a la frontera con el
fardo”. Cada porte está marcado con un numero y, una vez que
se pasa la frontera, el empleado del comerciante identifica
el material por el número otorgado. La porteadora “recibe un
ticket” que, posteriormente, cobra.
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