Soy usuario frecuente de taxi,
desde hace ya bastantes años. Por lo que mantengo muy buenas
relaciones con muchos de los taxistas. De modo que, salvo en
contadas ocasiones, me puedo permitir el lujo de charlar con
ellos.
Charlas variadas. Unas veces, nos toca conversar de fútbol;
otras, de política; y las más de las ocasiones, lo hacemos
de lo que en ese momento esté de actualidad o bien se
encarte.
No hace falta decir que nuestro hablar dura lo que dura el
trayecto, que es bien corto. Una carrera que comprende desde
la Avenida del Ejército Español a la calle de la
Independencia. Pero hay días en los que nos cunde nuestra
cháchara.
Ayer me tocó pegar la hebra con un taxista que me ha tenido
de viajero muchas veces. Y, en cuanto me acomodé en mi
asiento, comenzó a hacerle el artículo a José Antonio
Carracao. Tal vez pensando en que yo iba a
contradecirle. A rebatirle todo lo bueno que él había
empezado a contarme sobre el secretario general de los
socialistas –de Ceuta- y candidato a la presidencia de la
Ciudad.
Pero pronto su desconfianza se desvaneció. Ya que no tuve el
menor inconveniente en decirle que estaba de acuerdo con él
en todo lo que había dicho acerca de José Antonio Carracao.
Y el hombre, tras oírme, puso cara de enorme satisfacción.
Así que me vi precisado a seguir hablando del candidato
socialista.
JAC ha ido mejorando como político en todos los aspectos. Y
lo ha ido haciendo con tranquilidad. Procurando por todos
los medios no ser reo de las prisas. Ya que éstas han ganado
justa fama de ser contraproducentes cuando se trata de
acometer cualquier tarea.
La tarea de Carracao no era fácil. Accedió a la secretaría
general de su partido en medio de un ambiente enrarecido. En
una sesión donde la crispación alcanzó momentos peligrosos.
Ya que los insultos entre militantes llegaron al extremo de
convertirse en motivos suficientes para que surgieran las
agresiones. Las que estuvieron en un tris de producirse.
Carracao supo afrontar tan desagradable situación con el
valor sereno que exigía la ocasión y que muchos le negaban
por su juventud. Nunca se amilanó ante los improperios
recibidos tras su nombramiento. Y, a la chita callando, fue
generando ilusiones en la sede de la calle de Daoiz. Unas
ilusiones que se habían ido marchitando a pasos acelerados.
Por muchas y variadas causas, que ya fueron expuestas.
-Entonces, ¿cree usted, Manolo, que José Antonio
obtendrá varios escaños?
-Más que creerlo, amigo, yo lo deseo. Deseo que el buen
trabajo que ha venido realizando el secretario general de
los socialistas –de Ceuta- y su equipo, obtenga el premio
merecido. Porque me consta que ha sido, y está siendo, un
trabajo sensacional. Y en circunstancias nada propicias. Por
cuestiones muy conocidas.
Las encuestas les auguran a los socialistas –de Ceuta- tres
escaños. Pero ojalá las encuestas yerren. Y que el error
consista en saber que José Antonio Carracao ha sido capaz de
sacar cinco o seis diputados. Y no los tres que le han
vaticinado.
En mi caso, estimado conductor del taxi y socialista
confeso, no tendría inconveniente en celebrar semejante
resultado. Y lo haría, no le quepa la menor duda, brindando
con champaña. A pesar de que no sea mi bebida preferida.
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