No tengo el menor inconveniente en
repetirme: Fatima Hamed me cae la mar de bien. Y eso
que no he hablado con ella nada más que una vez. Y fue,
precisamente, para hacerle el artículo a Mohamed
Alí, durante el descanso de un pleno donde a mí me
pareció que el entonces líder de la UDCE, partido ya
fagocitado por el PSPC, había intervenido notablemente.
De Fatima Hamed obtuve, entonces, la mejor impresión. Y no
dudé en escribirlo. Lo cual no fue muy bien aceptado por un
tonto perteneciente al PP, que los hay como en todos los
partidos y en todas las esferas de la vida, viéndome
obligado a pararle en seco. Y, desde aquel día, el tonto no
ha vuelto a dirigirme la palabra. Causándome aflicción que
todavía persiste.
Eran tiempos, ayer como quien dice, en los que Mohamed Alí
parecía tener acciones en este medio. Que es lo que se
rumoreaba en la calle. Debido a que raro era el día en que
no se publicara dos o tres páginas relacionadas con las
actividades de quien aún seguía mandando en un partido que
ya no existe.
Pues bien, a pesar de los pesares, del extraordinario
tratamiento que El Pueblo de Ceuta dispensaba a la
desaparecida UDCE y a Mohamed Alí, éste, en cuanto podía,
contaminado por la semilla del odio de Juan Luis
Aróstegui y de su círculo vicioso, se mostraba sumamente
crítico contra este periódico.
Por tales motivos, que siempre convienen recordar, me
extraña muchísimo que Fatima Hamed no pierda la ocasión para
distinguirnos con sus críticas acerbas. Tanto en privado,
como cuando escribe. Si bien, cuando lo hace por escrito, se
queda a mitad de camino. Como si le faltara el valor
suficiente para exponer lo que piensa de quienes colaboramos
en este periódico.
Un periódico en el cual he venido leyendo, durante las
últimas semanas, términos muy elogiosos dedicados a ella,
por parte de una mujer que ha venido de fuera a hacer su
trabajo. El mismo que tienen atribuido, cambiando lo que
haya que cambiarse, quienes escriben en otro medio, que es
absolutamente afín al partido del PSPC, y cuyos dirigentes
han conseguido acabar con la UDCE. Axioma. En vista de lo
que estamos viendo y oyendo.
En fin, que Fatima Hamed, número dos del PSPC, aunque ahora
se llame Caballas, amén de haberse obsesionado con que la
labor de Juan Vivas, durante todos los días y a todas
horas, radica en ponerse en la puerta del Ayuntamiento para
darle la mano a todos los vecinos que pasan por ella, se
queja también de que hay mercenarios dispuestos a escribir
de cuestiones que nada tienen que ver con la política. Y se
queda tan pancha.
Cuando lo que debiera hacer nuestra estimada FH, en primer
lugar, es responder a esta pregunta: ¿es verdad que, en caso
de que Caballas, o sea el PSPC, no consiga tres escaños,
ella cederá el suyo al secretario general de CCOO a cambio
de que la nombren abogada del sindicato de más clase que hay
en esta ciudad? Y tampoco estaría de más que nuestra
distinguida Fatima indagara sobre algo que a mí se me
ocurrió denunciar, fechas atrás, acerca del concepto que
tiene un gerifalte sindicalista sobre las mujeres que se
ponen tacones.
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