Fue en agosto, cuando disfrutaba
yo de mis vacaciones, que decidí ir a Rota para presenciar
un partido amistoso entre el Xerez Club Deportivo y la
Asociación Deportiva Ceuta. Viajé por mi cuenta y, claro
está, con mi dinero.
Asistí al partido para saber exactamente cómo era la
plantilla del equipo ceutí, tras haber disputado éste varios
encuentros con conjuntos menores y con resultados donde
prevalecían los empates. Ni que decir tiene que iba
convencido de que un partido de pretemporada no sería
suficiente para proporcionarme la verdadera valía del equipo
presidido por José Antonio Muñoz.
Ganaron los ceutíes al Xerez, causando además una magnífica
impresión en tierras gaditanas. Las opiniones, durante el
descanso y al final del encuentro, en un campo abarrotado,
eran tan elogiosas como para que los comentarios
generalizados fueran de buenos augurios para el conjunto
caballa.
Cuando se requirió mi parecer, dije que la plantilla me
agradaba y hasta me permití aventurar que podría ser, entre
tantos fichajes nuevos, la temporada de Javi Navarro.
Después del épico partido de la Copa del Rey jugado en
Melilla, me di cuenta de que la ADC podría estar jugando con
sus fuerzas naturales. Y, tras celebrarlo, me puse en
guardia.
Mientras tanto, no dejé de reconocer, en cuanto el sorteo de
la Copa hizo que fuera el Fútbol Club Barcelona el que
viniera al Murube, la suerte del presidente ceutí. Puesto
que, con mucho menos dinero de subvención municipal, había
logrado ya el premio gordo de la temporada: que se estuviera
hablando de Ceuta en todos los medios, durante muchos días.
Publicidad innegable y, naturalmente, difícil de costear de
no haber sido por medio del primer club local.
Los enfrentamientos con el que está catalogado como el mejor
equipo del mundo, actualmente, distrajeron la atención de
técnicos, jugadores y directivos y se perdió un tiempo vital
para seguir entrenando como mandan los cánones. Y el equipo
acabó perdiendo el nivel competitivo que se le exigía a unos
jugadores cuyas actitudes no estuvieron nunca respaldadas
por sus aptitudes. Una situación que ni el siguiente
profesional del banquillo, tras Joao de Deus,
consiguió enmendar.
De cualquier manera, y aunque ahora se esté luchando por ver
si el equipo se clasifica para poder participar en la
próxima Copa del Rey, el emparejamiento con el Barça ha sido
de tal calibre futbolístico, de tal beneficio para el
conocimiento de Ceuta, que la temporada debe ser tenida por
exitosa.
El éxito radica en que, en cuanto finalice la temporada, el
presidente presentará las cuentas y el estado económico del
club. Y no dudará en proclamar que hay superávit. Quién lo
hubiera dicho al principio de una temporada en la cual la
subvención municipal fue menor que la habida en muchas
temporadas anteriores y en las que se hacían componendas que
ya saldrán a la palestra.
Es mi respuesta a la carta que me ha escrito Jacob
Hachuel, portavoz adjunto de UpyD (Ceuta). Carta
respetuosa. De quien desea aparecer como un diletante de la
opinión, debido a que su modestia le hace otorgarme
ditirambos que yo no merezco. Y punto.
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