No nos ha extrañado, se veía
venir, y esa cifra de casi cinco millones de parados en
España, por encima del 21% y tres veces más que en Alemania,
nos está pidiendo, por sí sola, que esto tiene que cambiar y
que si quienes tienen las riendas del país no saben, no
pueden o no son capaces de frenarlo, lo que deben hacer es
dar paso a otros que, cuando menos, intenten sacar adelante
lo que estos tienen hundido hoy, para salvar ese escalón
casi infranqueable en el que hemos caído.
La nota no podía ser más triste, y mucho más cuando en el
trimestre que ha concluido, el primero de 2011, esa cifra ha
subido por encima de los 300.000 parados más.
Y en el Gobierno, como siempre, dando largas y con uno de
los que aspiran a ser el sucesor de Zapatero, Pérez
Rubalcaba, prometiendo lo que él sabe que no va a suceder:”
a partir de aquí se crearán puestos de trabajo, y más
puestos...”, una auténtica vergüenza, por lo repetitivos en
las palabras, pero sin resultados reales, y que tendrá como
solución final, el anticipo de las elecciones generales,
para el otoño o el aumento de la catástrofe, aunque, tras
esto, ellos estén tres generaciones sin volver a ganar unas
elecciones más.
Ni lo entiendo, ni lo acierta a entender casi nadie ya, ese
apego al sillón, para cumplir unos plazos, aunque el país se
hunda.
La primavera no puede haber llegado, en este aspecto, con un
cariz más desagradable y con unas perspectivas que no son
las mejores, porque no aparecen visos de que esto vaya a
cambiar, al menos a corto o a medio plazo.
Y que nadie se engañe, que esta situación se tendrá que
dejar notar en las elecciones del día 22 para ver si es el
foco que haga saltar la situación y se adelanten las
generales.
Pero el problema está, desde la perspectiva socialista, en
que las diferencias, en la intención de voto, no sólo se
acercan, sino que van aumentando, hasta el punto de que de
celebrarse estos días las generales, el PP aventajaría,
según el CIS, al PSOE en diez puntos y medio, o lo que es lo
mismo, los populares estarían tocando, prácticamente, su
techo y el PSOE estaría en uno de los momentos más bajos,
desde las elecciones del 15J, del año 1977, cuando ganó las
primeras elecciones de la democracia la UCD.
Aquí está el miedo, en que con esos resultados y el batacazo
en las municipales y autonómicas el PSOE no iba a tener
huecos para tantos compromisos adquiridos y ya me dirán
donde se podrían recolocar muchos de los que ahora ostentan
cargos importantes.
Y es que lo malo no es perder, lo peor es donde se van
colocando aquellos que llevan tiempo esperando, que han
apoyado, que han pegado carteles y que cuando preguntan
“¿Qué hay de lo mío?” se les tiene que decir que ahora no
hay nada.
Mal panorama se respira en el PSOE, a altos niveles, pero
mucho peor es la situación de aquellos que en la familia no
tienen a nadie con trabajo. Ahí es donde hay que hacer
fuerza, en eso es en lo que hay que fijarse y a eso es a lo
que hay que dar solución, pero de verdad, no con las
palabras de Rubalcaba que llevan el mismo ritmo del discurso
del PSOE en los últimos tres años: “Hoy no, pero mañana sí”.
El sapo de la mañana del viernes no sé como lo aderezarían
en las filas del PSOE, pero las riendas no las sueltan,
siguen con hambre de poder, en las alturas.
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