El pasado lunes 25 de abril, se cumplieron 25 Años de la
Aprobación de la Ley General de Sanidad -14/1986- por la que
se creaba nuestro Sistema Nacional de Salud, que ha sido uno
de los legados más importantes que nos dejó el primer
gobierno socialista de Felipe González y, sin ninguna duda,
una de las leyes clave de nuestra democracia.
Esta Ley, promovida por el ministro socialista, Ernest Lluch,
puso en marcha la reforma y modernización de la sanidad
española, consagrando los principios de universalidad y
financiación pública a través de impuestos, trascendentales
para asegurar el papel de pilar fundamental del Estado de
Bienestar que se quería desempeñase el sistema sanitario
para todos los españoles. Tenía un objetivo prioritario:
sustituir la caridad por derechos, vinculando la protección
sanitaria a la condición de ciudadano.
Esta Ley permitió que más de siete millones de españoles,
hasta entonces excluidos de la sanidad pública se
incorporaran al Sistema Nacional de Salud. Para ello, se
tuvieron que aumentar de manera considerable los recursos
destinados a la sanidad. Así, durante los primeros gobiernos
socialistas el porcentaje del PIB destinado a la sanidad
pública pasó del 4,3 al 5,9 %. Consiguiendo una sanidad para
todos, donde aportaban más los que más tenían, mediante un
sistema fiscal progresivo. Actualmente estamos,
aproximadamente, en el 6,5% del PIB.
En estos 25 años hemos puesto en marcha grandes reformas: el
impulso de la investigación, la formación de los
profesionales, la reforma psiquiátrica, el desarrollo de las
infraestructuras como los centros de atención primaria y la
dotación de alta tecnología que se ha multiplicado casi por
diez, los nuevos hospitales como el que tenemos en nuestra
ciudad, moderno y tecnológicamente muy avanzado, o la
Organización Nacional de Trasplantes, entre otras muchas.
Todas ellas han hecho posible que nuestro sistema sanitario
se equiparara a los países más avanzados, siendo en estos
momentos uno de los que tiene mejores resultados en salud de
entre los países desarrollados del mundo, como ponen de
manifiesto los diversos indicadores de salud, con resultados
excelentes en la protección y mejora de la salud: la
mortalidad infantil es de las más bajas del mundo, hemos
pasado de 9 a 3 por cada mil nacidos vivos; en la esperanza
de vida al nacer somos de las más altas de la UE,
situándonos cerca de los 82 años de media; y en algunos
otros aspectos, como en trasplantes de órganos somos líderes
mundiales.
Estamos ante un sistema Solidario, porque cada uno aporta
según su capacidad y recibe según su necesidad; Equitativo
porque garantiza no sólo que todos puedan acceder a los
servicios sanitarios, sino que lo hagan en condiciones de
igualdad; de Calidad en todos los aspectos del proceso de
atención sanitaria; y Eficaz en el sentido de que todas sus
actuaciones están dirigidas a optimizar y hacer el mejor uso
posible de los recursos.
Nos encontramos por tanto con un buen sistema del que
debemos estar todos orgullosos, sin duda fruto del trabajo
de muchas generaciones, y de tantos y tantas profesionales
de la salud que han contribuido con su capacidad, formación
y trabajo a la consolidación y éxito del mismo. Éxito que
corroboran los datos que sitúan nuestro sistema entre uno de
los más avanzados y eficientes de cuantos existen en Europa.
Pero esto no significa que no sea mejorable, ni que no tenga
retos que afrontar.
Y todo esto hay que recordarlo y tenerlo en cuenta sobre
todo ahora, cuando empiezan a sonar voces desde los sectores
más conservadores y desde el Partido Popular, las cuales,
valiéndose de la coartada de la crisis económica, están
reavivando y proclamando planteamientos que suponen reducir
prestaciones sanitarias e introducir medidas de copago por
la asistencia sanitaria.
Ante estos planteamientos que generarían desigualdades entre
los españoles y, por tanto, rompería la equidad, afectando
especialmente a las capas de población con menos recursos y
con mayores problemas de salud (ancianos, pensionistas y
enfermos crónicos) que son los que más utilizan los
servicios sanitarios por sus necesidades, los socialistas
debemos seguir trabajando para que nuestro sistema sanitario
continúe siendo público, fuerte y de calidad.
Es precisamente en estos momentos cuando más tenemos que
valorar nuestro sistema y ser capaces entre todos de superar
y dar respuesta a los retos que se nos presentan, pero sin
retroceder un ápice sobre los derechos que ya hemos
conquistado. Los socialistas debemos optar por seguir
apoyando el futuro, impulsando y desarrollando medidas que
mejoren la financiación y los cambios organizativos precisos
del sistema sanitario, con el fin de garantizar su
sostenibilidad, pero sin que esto recaiga en el bolsillo de
los ciudadanos. Nuestro Sistema Nacional de Salud es un
patrimonio de toda la ciudadanía y como tal debemos
cuidarlo.
Veinticinco años después los socialistas seguimos avanzando
en la sostenibilidad y en el funcionamiento eficiente del
sistema sanitario público, desarrollando nuestro marco
legislativo: el Parlamento trabaja en la tramitación del
Proyecto de Ley de Salud Pública y en unas semanas está
previsto que el Gobierno presente el texto de la Ley de
Universalización de la Sanidad. De nuevo, 25 años después un
Gobierno Socialista sigue trabajando por mejorar nuestro
Estado de Bienestar y la Salud de los ciudadanos y
ciudadanas.
*Secretario General PSOE Ceuta
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