Cada vez que leo en las noticias,
que se ha realizado un SIMULACRO, me entra una pequeña risa
porque esta muy bien eso de organizar esos pomposos
operativos y demostrar esa capacidad de respuesta, pero ay
madre mía si cuando de verdad pasa alguna pelotera con una
pequeña catastrofe o calamidad publica, te sale todo al
revés y una desorganizacion espectacular.
Siempre se pide la colaboración ciudadana, cuando estuve en
la Brigada Naval de Salvamento de la que he cumplido 26 años
y todavía estoy esperando LA PLACA DE RECONOCIMIENTO, nos
inculacaron EN CRUZ ROJA ese sacrificio, esa abnegacion y NO
TE PUEDES NEGAR, cuando estaba licenciado, todavia tenía ese
espiritu que conservo de las LLAMADAS DE SOCORRO, entré en
un establecimiento a pedir el telefono, llamé al servicio de
bomberos, para comentar un humo extraño en la zona de la
DUCAR, y unos clientes se rieron diciendo ja, ¿ hoy que es
el dia de los inocentes? y encima el comerciante se lo dijo
a mi padre, como si uno fuera un niño chico y lo que había
hecho estaba mal..
Un suceso de hace unos 35 años, era digno del guión de una
pelicula de STEPHEN KING, mi madre fue a tirar la basura, de
repente un perro enorme se le avalanzó, mi madre le entró un
panico increíble, no sabía las intenciones del animal, si de
atacar o de hacer juegos, mi madre emprendió la subida a la
escalera de la calle Consuelo, el perro que se le venía
detrás, subió despavorida, metió la llave y cerró la puerta
jadeando del susto, el can no sabíamos de donde había salido
y ahí estaba detrás de la puerta, mi padre quiso salir con
una palo de una escoba, fue abrir la puerta un poco y el
perro arremeter como un toro en los chiqueros..
En las escaleras de la bajada a la calle Consuelo, se
escucha una voz de mi abuela Anica, diciendo Rosi enciende
la luz que voy a subir, mi abuela era sorda como una tapia,
y la angustia se apoderó de mi madre, se juntaba un cumulo
de fatalidades que no sabiamos como poder arreglarlo, mi
madre gritaba “ mi madre no escucha, avisarla alguien, que
el perro se la va a cargar en plena escalera”, mi madre
gritó por el balcón a Luisa, a Emilia a los vecinos de toda
la vida, avisar a mi madre que no suba que hay un perro
desconocido...
Al final a Antonio se le ocurrió con el riesgo también,
salir abajo pero, con su perro, este ladró y avisó las
intenciones del otro enorme, y el animal bajó del piso y se
perdió en la muchedumbre de la noche, nadie lo reclamó ni lo
llamó, siempre había algún tintorro en la Casa Bravo y esta
vez sería , como una pelicula de terror o suspense, de donde
carajo había salido el perro.
Fue un susto que nos diró años, de como los simulacros no
tienen nada que ver con las cosas que pasan en la realidad.
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