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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 27 DE ABRIL DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Fotografías de valor incalculable
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El lunes 18 del mes que corre estuve en las oficinas de este periódico para charlar un rato con el gerente, pero no estaba. Y cuando caminaba hacia la salida del edificio, saludé a Nuria de Madariaga y ésta me propuso que fuésemos a tomar café en un bar cercano. Acepté, como no podía ser de otra forma, y aprovechamos la ocasión para pegar la hebra durante bastantes minutos.

Luego, dado que Nuria tenía que asistir al acto electoral programado por el PP en el Hotel Ulises, donde la estrella invitada era Javier Arenas, no tuve el menor inconveniente en hacer el recorrido con ella. Aunque yo me abstuve de entrar en el establecimiento. Entre otras cosas, para no tener que escribir de JA. Por razones que no vienen al caso reseñar.

Eso sí, al día siguiente, leyendo lo que Nuria contaba como anécdota, bajo el título de La “mocita feliz” ceutí, sentí un disgusto enorme por no haber asistido al acto. Un arrepentimiento morrocotudo. Máxime cuando ya me había perdido el primer espectáculo ofrecido por la ‘señora anuncio’ el día en el cual Mayor Oreja cumplía el mismo cometido que Arenas y en el mismo escenario.

Por cierto, qué tendrá Mayor Oreja para ejercer tanta atracción entre las féminas. Pues la fotografía ilustradora de la página donde Nuria nos contó la citada anécdota, con titulo de La “mocita feliz” ceutí, me recordaba a otra señora que, hace ya bastantes años, en otra visita de MO a Ceuta, me dijo en una entrevista que se ponía; vamos, que se ponía cachonda, en cuanto veía al entonces ministro del Interior. Entrevista que reposa en los anaqueles del periódico añejo.

Hablando de fotografías, Mayor Oreja, en la que apareció dándole vida a la página escrita por Nuria, titulada La “mocita feliz” ceutí, estaba radiante. Encantado de que la ‘mujer anuncio’ se mostrara tan efusiva con él, tan dispuesta a ser cercana y a mostrarle todo el afecto que las mujeres anuncios suelen ofrecer. Incluso posó con la mejor de su sonrisa para la posteridad. La fotografía, pues, demostraba lo mucho que agradece el político del PP el recibimiento que le dispensan en cuanto pone los pies en el salón de estar del Hotel Ulises. Ahí es nada, toparse, sin esperarlo, con el tipo de mujer que parece le hace mucho tilín al eurodiputado popular.

En cambio, la otra fotografía ilustradora de la página donde Nuria contaba su anécdota, acerca de la representación ofrecida por La “mocita feliz” ceutí, es total y absolutamente distinta. Me explico. En ella, en la fotografía, se ve palpablemente que Javier Arenas, en cuanto se adentró en el hotel, se echó mano al nudo de la corbata y puso cara de circunstancias. Más o menos, como si al ver a la ‘señora anuncio’, se le hubieran subido las congojas a semejante altura; signo evidente de estar preparándose para pasar un mal trago.

Uno no tiene nada en contra de la ‘señora anuncio’. Es más, ese desparpajo de la ‘señora anuncio’ exhibiendo el periódico añejo, me pareció estupendo. Y me permitió reconocer que la señora anuncio no es rencorosa. Y a las pruebas me remito: si anunció el periódico añejo, derrochando exuberancia, es porque ya habría perdonado a su editor. Ah, dicen que hay un video que es mejor que las fotografías, así que si alguien se siente ofendido, lo mejor es que se tome una tila antes de responder.
 

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