Leyendo este periódico el domingo
pasado, llamó mi atención la fotografía que ilustraba una
noticia, en la que era protagonista Juan Vivas, como
casi siempre. Y llamó mi atención la fotografía, porque
entre los asistentes al acto aparecía Jesús Cayetano
Fortes, sentado en la primera fila del patio de butacas,
siguiendo con enorme interés la intervención del hombre que
volverá a ganar las elecciones por abrumadora mayoría.
Dado que yo llevo mucho tiempo sin asistir a los actos
organizados por el PP, la presencia de Jesús Cayetano Fortes
en uno de ellos, llamado mesa sectorial, me sorprendió, la
verdad sea dicha. Y fue así, debido a que yo estaba
convencido de que Jesús Cayetano vivía ajeno a todo lo
relacionado con la política local.
Eso sí, no tuve el menor inconveniente en ponerme en
contacto con un militante popular, partidario acérrimo de
Vivas y que no se corta lo más mínimo en decir que muy
malito debe estar él para perderse una actuación de su
presidente, a fin de que me sacara de dudas. Y el hombre,
tan amable como en él es costumbre, me puso al tanto de
cuanto yo quería saber.
Por lo cual quedé enterado de que Jesús Cayetano Fortes,
primer alcalde-presidente de esta ciudad, desde 1996 a 1999,
asiste a casi todos los actos de su partido. Y lo hace como
un militante más. Que es lo que él quiere seguir siendo. Un
militante disciplinado y que está cumpliendo, a rajatabla,
con lo que anunció hace ya no pocos años: nunca haré
declaraciones ni emitiré opiniones, si no es como militante
de base.
En realidad, la actitud de JCF no debería haberme causado
extrañeza -por más que la mala fama de los políticos sea la
que es-, pues si de algo ha presumido este hombre es de
fidelidad a su partido, por encima de que él perdiera, en un
momento determinado, la confianza de sus dirigentes.
Entonces, bien pudo Fortes, cambiando lo que tuviera que
cambiar, tomar la misma decisión que ha tomado, hace nada,
Francisco Álvarez Casco. Es decir, encabezar un
movimiento con sus partidarios, que los tenía, con el único
objetivo de causarle problemas a su partido.
Pero no lo hizo. Y, además de no hacerlo, supo retirarse de
la primera línea de actualidad, para no dar lugar a
malentendidos. A equívocos grotescos y a comentarios de los
que otros, los siempre atentos a sacarle réditos a las
divisiones ajenas, se hubieran aprovechado en todos los
sentidos.
Con Jesús Cayetano Fortes, conviene decirlo cuanto antes,
mientras disfrutó del poder que otorga ser presidente de la
Ciudad, nunca tuve yo la menor relación. Incluso puedo
asegurar que él anduvo siempre atento a que mis opiniones
fueran controladas y hasta pudo ser causa que, durante un
tiempo, solamente se me permitiera escribir de fútbol, en el
periódico añejo.
Mas cuando perdió el poder que concede, sin duda alguna, el
cargo de alcalde-presidente, raro era el día en el cual
Fortes no iba a buscarme a la entonces conocida como
Cafetería Real. Y allí, cada día y a media mañana, se
desahogaba conmigo, contándome sus tribulaciones. Y uno,
sometido también, en aquella época, a la tiranía de un
asunto complicado, procuraba escucharle atentamente. Aun
así, creo que Fortes es merecedor de ocupar un cargo en el
próximo gobierno de su partido.
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