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OPINIÓN - LUNES, 25 DE ABRIL DE 2011

 
OPINIÓN / EL ALA OESTE

La cuestion del liderazgo

Por Juan Carlos Hernández


La política siempre ha sido una actividad central en el desarrollo de la especie humana. En primer lugar porque somos una especie social caracterizada por la creación de todo tipo de organizaciones tendentes a los más diversos fines. En segundo lugar, porque además de ser seres creativos, imaginativos y todo lo que ustedes quieran; también somos territoriales, egoístas y con cierta insana predisposición a no respetar la vida y las creencias ajenas. Por tanto es necesario que el ser humano tenga reglas que organicen su actividad y desarrollo.

Precisamente la cantidad, calidad y propósito de esas reglas; así como quien las dicta y las hace cumplir, constituye la esencia misma de la política y del ejercicio del poder. En definitiva, las reglas que definen el manejo del uso del poder; es decir lograr que otros hagan algo que probablemente no desean hacer, pero que se define como beneficioso para el colectivo, es lo que se ha dado en llamar gobernar.

Política y gobierno son dos palabras que nos vienen directamente de nuestra herencia greco latina: “gobernar” viene del latín ”gubernare”, es decir manejar un navío, llevar el timón; “política” viene de la raiz griega “polis”, ciudad, la palabra “política” deriva de la “politeia”, así llamaban los griegos a la “ teoría de la ciudad”, íntimamente ligada a la “paideia”, es decir, la educación.

Así que como ven ustedes política y gobierno son dos conceptos que tienen una íntima relación. Podemos decir que gobernar es manejar el timón de la ciudad, y para manejar el timón hace falta un piloto, un timonel.

La divagación anterior no es tal, aunque lo parece; y viene a cuento porque nos lleva al tema del liderato. Un líder es aquel que abre camino y al hacerlo crea hábitos nuevos, genera estilos diferentes, propone objetivos hasta ese momento considerados poco prácticos o utópicos, genera consensos gracias a una personalidad magnética, provoca cambios en los paradigmas y hace que todo se mueva.

Un líder es un timonel no un contramaestre. Un líder no da órdenes mas bien propone caminos, y logra adhesiones gracias a ese famoso “magnetismo”. Un líder es el que pone el pie primero en el campo de batalla y lo abandona el último y nunca se deja a nadie atrás.

El liderazgo es una cuestión de coherencia y en las próximas elecciones esto es más importante que nunca lo ha sido antes.

El magnetismo del liderato no es otra cosa que la manifestación de la coherencia del líder, o lo que es lo mismo: decir lo que se piensa y hacer lo que se dice y predicar con el ejemplo.

Así pues el liderato político que necesitamos debe partir de la coherencia personal y se haya definitivamente ligado a algunas características que el pueblo suele saber diferenciar:

- independencia de criterio para plantear temas a veces incómodos pero necesarios.

- Humildad para no ceder a la fascinación de una buena foto o un buen titular.

- Sensatez para entender que los que nos halagan hoy nos olvidarán mañana.

- Comprensión para incorporar a la acción de gobierno criterios útiles aunque no sean los nuestros.

- Paciencia para escuchar todas las opiniones y valorarlas adecuadamente.

- Entendimiento para comprender que la disidencia no significa enemistad.

- Intolerancia con la corrupción, la estupidez y la arrogancia; que son las tres causas básicas del mal gobierno.

- Valor para proponer grandes metas y asumir el coste personal y el compromiso que se requiere para cumplirlas.

- Decisión para poder decir que no a los amigos equivocados; para poner pies en pared a los que usan la política para salir en la foto.

- Inteligencia para rodearse de los mejores y crear con ellos un equipo donde la rivalidad sea sustituida por el compromiso con una meta.

- Respeto con el desacuerdo.

- Generosidad para permitir el desarrollo de otros lideratos que puedan suponer una alternativa al propio.

Churchill decía que el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones en vez de en las próximas elecciones. En España necesitamos desesperadamente lideres políticos que estén dispuestos a aprender aunque, obviamente no les guste que les den lecciones, en vez de tener lideres que no quieren ser útiles sino considerados importantes.

Ruego a Dios que a todos nos ilumine en las próximas elecciones y en las próximos retos a los que se enfrentará nuestro país; nos enfrentamos a épocas y decisiones en las que deberemos dar lo mejor de nosotros mismos.

Yo por mi parte soy optimista. No me parece útil lo contrario.

Sobre todo porque con el espíritu me pasa lo mismo que con el estómago: sólo puede confiársele aquello que puede digerir.
 

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