La política siempre ha sido una actividad central en el
desarrollo de la especie humana. En primer lugar porque
somos una especie social caracterizada por la creación de
todo tipo de organizaciones tendentes a los más diversos
fines. En segundo lugar, porque además de ser seres
creativos, imaginativos y todo lo que ustedes quieran;
también somos territoriales, egoístas y con cierta insana
predisposición a no respetar la vida y las creencias ajenas.
Por tanto es necesario que el ser humano tenga reglas que
organicen su actividad y desarrollo.
Precisamente la cantidad, calidad y propósito de esas
reglas; así como quien las dicta y las hace cumplir,
constituye la esencia misma de la política y del ejercicio
del poder. En definitiva, las reglas que definen el manejo
del uso del poder; es decir lograr que otros hagan algo que
probablemente no desean hacer, pero que se define como
beneficioso para el colectivo, es lo que se ha dado en
llamar gobernar.
Política y gobierno son dos palabras que nos vienen
directamente de nuestra herencia greco latina: “gobernar”
viene del latín ”gubernare”, es decir manejar un navío,
llevar el timón; “política” viene de la raiz griega “polis”,
ciudad, la palabra “política” deriva de la “politeia”, así
llamaban los griegos a la “ teoría de la ciudad”,
íntimamente ligada a la “paideia”, es decir, la educación.
Así que como ven ustedes política y gobierno son dos
conceptos que tienen una íntima relación. Podemos decir que
gobernar es manejar el timón de la ciudad, y para manejar el
timón hace falta un piloto, un timonel.
La divagación anterior no es tal, aunque lo parece; y viene
a cuento porque nos lleva al tema del liderato. Un líder es
aquel que abre camino y al hacerlo crea hábitos nuevos,
genera estilos diferentes, propone objetivos hasta ese
momento considerados poco prácticos o utópicos, genera
consensos gracias a una personalidad magnética, provoca
cambios en los paradigmas y hace que todo se mueva.
Un líder es un timonel no un contramaestre. Un líder no da
órdenes mas bien propone caminos, y logra adhesiones gracias
a ese famoso “magnetismo”. Un líder es el que pone el pie
primero en el campo de batalla y lo abandona el último y
nunca se deja a nadie atrás.
El liderazgo es una cuestión de coherencia y en las próximas
elecciones esto es más importante que nunca lo ha sido
antes.
El magnetismo del liderato no es otra cosa que la
manifestación de la coherencia del líder, o lo que es lo
mismo: decir lo que se piensa y hacer lo que se dice y
predicar con el ejemplo.
Así pues el liderato político que necesitamos debe partir de
la coherencia personal y se haya definitivamente ligado a
algunas características que el pueblo suele saber
diferenciar:
- independencia de criterio para plantear temas a veces
incómodos pero necesarios.
- Humildad para no ceder a la fascinación de una buena foto
o un buen titular.
- Sensatez para entender que los que nos halagan hoy nos
olvidarán mañana.
- Comprensión para incorporar a la acción de gobierno
criterios útiles aunque no sean los nuestros.
- Paciencia para escuchar todas las opiniones y valorarlas
adecuadamente.
- Entendimiento para comprender que la disidencia no
significa enemistad.
- Intolerancia con la corrupción, la estupidez y la
arrogancia; que son las tres causas básicas del mal
gobierno.
- Valor para proponer grandes metas y asumir el coste
personal y el compromiso que se requiere para cumplirlas.
- Decisión para poder decir que no a los amigos equivocados;
para poner pies en pared a los que usan la política para
salir en la foto.
- Inteligencia para rodearse de los mejores y crear con
ellos un equipo donde la rivalidad sea sustituida por el
compromiso con una meta.
- Respeto con el desacuerdo.
- Generosidad para permitir el desarrollo de otros lideratos
que puedan suponer una alternativa al propio.
Churchill decía que el político se convierte en estadista
cuando comienza a pensar en las próximas generaciones en vez
de en las próximas elecciones. En España necesitamos
desesperadamente lideres políticos que estén dispuestos a
aprender aunque, obviamente no les guste que les den
lecciones, en vez de tener lideres que no quieren ser útiles
sino considerados importantes.
Ruego a Dios que a todos nos ilumine en las próximas
elecciones y en las próximos retos a los que se enfrentará
nuestro país; nos enfrentamos a épocas y decisiones en las
que deberemos dar lo mejor de nosotros mismos.
Yo por mi parte soy optimista. No me parece útil lo
contrario.
Sobre todo porque con el espíritu me pasa lo mismo que con
el estómago: sólo puede confiársele aquello que puede
digerir.
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