La política siempre ha sido una actividad central en el
desarrollo de la especie humana. En primer lugar porque
somos una especie social caracterizada por la creación de
todo tipo de organizaciones tendentes a los más diversos
fines. En segundo lugar, porque además de ser seres
creativos, imaginativos y todo lo que ustedes quieran;
también somos territoriales, egoístas y con cierta insana
predisposición a no respetar la vida y las creencias ajenas.
Por tanto es necesario que el ser humano tenga reglas que
organicen su actividad y desarrollo.
Precisamente la cantidad, calidad y propósito de esas
reglas; así como quien las dicta y las hace cumplir,
constituye la esencia misma de la política y del ejercicio
del poder. En definitiva, las reglas que definen el manejo
del uso del poder; es decir lograr que otros hagan algo que
probablemente no desean hacer, pero que se define como
beneficioso para el colectivo, es lo que se ha dado en
llamar gobernar.
Política y gobierno son dos palabras que nos vienen
directamente de nuestra herencia greco latina: “gobernar”
viene del latín ”gubernare”, es decir manejar un navío,
llevar el timón; “política” viene de la raiz griega “polis”,
ciudad, la palabra “política” deriva de la “politeia”, así
llamaban los griegos a la “ teoría de la ciudad”,
íntimamente ligada a la “paideia”, es decir, la educación.
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