Y un poco más de ruina,
especialmente, para la hostelería, por si había sido poco
eso de la Ley Anti Tabaco, del mes de enero.
La semana anterior, con tiempo primaveral, casi veraniego,
hacía pensar en unos buenos días, al menos con buen tiempo,
lo que implicaría la recuperación de la baja ocupación de
hoteles y restaurantes, durante los meses anteriores.
Sin embargo, el tiempo es como es y, a pesar de que, en esta
ocasión, las fiestas de la Pascua de Resurrección han caído
en época muy alta ya, la lluvia llega cuando tiene que
llegar, sin fijarse para nada en el calendario.
Y si la cuestión de hoteles y restaurantes ha sido peor de
lo que se esperaba, el ambiente procesional ha sido todo un
fiasco, en todas las regiones, para que no haya ninguna que
se considere más perjudicada.
Tiene que ser muy duro que, después de pasarse todo un año,
trabajando a tope, para que las procesiones salgan un poco
mejor, cada año, que a la hora de salir a la calle esas
procesiones el agua, que de bendita no tiene nada, impida el
lucimiento y la exhibición para la que se había trabajado
tanto.
Si uno creyera en los milagros, podría decir que aquí no
sólo el milagro, sino el contra milagro había actuado para
perjudicar.
Y sin tratar de ser irreverente, si uno cree en la
influencia divina en todo lo que ocurre, se merecería todo
el santoral quedarse el año próximo sin salir en procesión
por el daño que ocasionó éste.
Esto no deja de ser una burda apreciación, acaso maligna,
mía, pero lo que no es apreciación maligna es que ha habido,
en toda España, también en Ceuta, muchas cofradías que se
han quedado sin poder salir, a causa del mal tiempo.
Y a partir de ahora, volver a empezar, pronto algunas
reuniones, análisis de lo que no pudo haber y “a ponerse a
trabajar”, cara al año que viene.
La ilusión, también aquí, es lo último que se pierde y lo
que no se ha podido lucir este año ya se lucirá el
siguiente, con todo lo que había y lo nuevo que se irá
preparando a lo largo de los próximos doce meses.
Y como, a pesar del mal tiempo, el movimiento ha sido
grande, en todo el país, eso trae siempre el resultado
traducido en accidentes, que este año, también, debe ocupar
un puesto de honor en el debe de las perspectivas.
Cuando estoy escribiendo, todavía faltan bastantes horas
para que concluya la operación retorno y el número de
accidentes parece que ha sido abundante.
Prefiero no entrar en las cifras, eso me produce dolor de
estómago, pero lo que sí se ha demostrado es que las nuevas
normas, el 110, propugnado por la DGT no ha influido para
frenar los accidentes, si acaso ha servido para lo contrario
con lo que el inepto Pere Navarro no podrá lucir su éxito en
este terreno, más bien deberá hacer lo contrario.
Lo del 110, todavía, no saben para que lo hicieron, pero
nada han logrado con ello, porque el consumo no se ha
reducido en nada y en cuanto a accidentes, se darán los
datos, como siempre, “mareando la perdiz”, pero sólo así.
Yo confío en que el PP gane las próximas generales y que lo
primero que haga sea borrar ese número fatídico y absurdo
que de nada ha servido, en positivo. Lo ilógico sería que
algo promovido por Pere Navarro hubiera tenido éxito.
Lluvia, movimiento de carreteras, ingresos a la baja, en
hostelería, y accidentes como todos los años, es lo que dio
de sí la Semana Santa.
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