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OPINIÓN - JUEVES, 21 DE ABRIL DE 2011

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Un pueblo comercial
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Creo que ya, en alguna ocasión, he hablado de todo un pueblo comercial, instalado a poca distancia del pueblo madrileño de Las Rozas.

Este pueblo-comercio es Las Rozas – Villages, edificado hace pocos años sobre lo que fueron unos campos que escasamente producían centeno y que ahora constituyen todo un imperio de las primeras marcas del tipo Versace, Pedro del Hierro, Lola Herrera, Tommi Hilfiger y un largo etcétera, por sistema out-let.

Es un lugar que visito con cierta frecuencia, cuando estoy en mi tierra, ya que la distancia desde mi casa es corta, unos 150 kilómetros, las marcas son buenas y los precios mejores, además de que como queda a espaldas de la Ciudad Deportiva de la Real Federación Española de Fútbol, muchas veces aprovecho para hacer una visita a este lugar que regentan, en la hostelería, unos amigos míos y paisanos de Piedrahita.

Pues bien, de lo relativo a la Federación de Fútbol y de la hostelería no voy a decir hoy nada, pero sí quiero hablar de Las Rozas –Villages por lo que significa un imperio comercial que abre al público 361 días al año y 362 si el año es bisiesto.

Únicamente permanece cerrado todo el complejo cuatro días al año, los días de Año Nuevo, Reyes, día del trabajo, 1 de mayo, y el día de Navidad. El resto de los días del año hay que ir al tajo.

Estas fechas son las únicas de cierre, los demás de los días “ya estamos acostumbrados”, me decía el pasado martes una dependiente de Hugo Boss, y abierto, sin cerrar, desde las diez de la mañana hasta las nueve de la noche.

Así, no cabe duda, los establecimientos se mantienen en pie, con los turnos que tengan establecidos y los salarios convenidos por cada una de las firmas allí establecidas.

De esta manera, aunque estemos en crisis, aunque se vende menos que en épocas más boyantes, allí hay trabajo, el paro es menor y las distintas marcas siguen vendiendo.

Por eso es un pueblo comercial, porque el comercio se ejerce de la mañana a la tarde, la atención al cliente va a tono con la caja que se hace y con poca o mucha clientela no se está deseando cerrar, hasta la hora ya fijada por todos.

El lugar está acondicionado para comprar en establecimientos modernos, calles cómodas, especialmente para los calores del verano, con una “refrigeración” muy especial y para que el cliente no tenga que estar dando vueltas buscando aparcamientos, el propio complejo tiene una zona de aparcamiento para más de 3000 vehículos.

Todo este tipo de comodidades y de atenciones, así como la calidad de los productos y los precios, hacen que, el peor de los días haya por encima de 1000 vehículos aparcados allí y no menos de tres mil personas de compras. Es vista comercial y es saber lo que se traen entre manos, además de que, a mí, cuando voy a comprar, poco me importa de donde es el capital invertido allí.

Me importa poder comprar con comodidad, no estar presionado por los horarios, poder llegar con comodidad a las tiendas y tener calidad a más bajo precio.

Mientras recorría una de las calles, me acordaba de la Ceuta comercial de hace 30 años, en la que el horario, más que favorecer al comprador, estaba a gusto del comerciante, con calidad muy variable y con todas las incomodidades para comprar. Así pasó que bastó con que se abriera una simple verja, para que aquel comercio de Ceuta desapareciera. La vista comercial aquí falló, además de otras cosas.
 

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