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OPINIÓN - DOMINGO, 17 DE ABRIL DE 2011

 
OPINIÓN / Luces y sombras

Del futuro de Ceuta y Melilla

Por J.M. Pecero


En 1952 se rodó “El mundo en sus manos”, inolvidable película dirigida por Raoul Walsh e interpretada por Gregory Peck y Anthony Quinn; para algunos, una de las mejores de toda la historia del cine en el género de aventuras. Pero hoy no voy a escribir sobre cine, pero sí de cómo en gran medida Ceuta y Melilla tienen, como Gregory Peck, el mundo en sus manos.

Estamos atravesando una época de turbulencias financieras y políticas, que más que de recesión, podríamos calificar ya como de profunda depresión. Y esto siendo, como es, un fenómeno globalizado y por tanto mundial, quizás esté poniendo de manifiesto una crisis del sistema capitalista y de sus valores; de cómo ha cambiado la percepción del mundo, no en días, sino en décadas, y cómo ahora salen a la luz todas sus imperfecciones. Los regímenes, las civilizaciones, ambos, van cambiando progresivamente; y desde los finales de un hacer las cosas de un modo determinado hasta el principio de hacerlas diferente, la evolución puede tardar más o menos tiempo; eso dependerá de si hay o no detonantes políticos de importancia. A corto plazo, son los fenómenos económicos y financieros los determinantes, pero los que establecen el rumbo, o la dirección, son los movimientos políticos, ya se llamen revoluciones, caídas de telones de acero o primaveras. El decorado en el que nos movemos cambia y el argumento se tiene que adaptar a lo que acontece a su alrededor.

En este clima y en este mundo, España, en el furgón de cola de los países desarrollados, se entretiene mirándose en el ombligo de unas elecciones municipales, autonómicas y generales, que nos llevarán, desde que se vayan unos y hasta que se incorporen otros, unos años que son trascendentales no perder. Ya no es solo el coste económico, es el coste de oportunidad, el dejar de hacer esto pudiendo hacer aquello con una rentabilidad social y económica mayores. Las propagandas que nos dicen lo que se va a hacer, cuando no se ha hecho antes, o las promesas que inventan casi todo lo inventable empiezan a resonar. Pero la ciudadanía tarde o temprano se hará oír con estruendo ya que las ideologías importan menos cuando las necesidades vitales se tienen que cubrir.

España, a todos los niveles, hubiera necesitado pactos de gobierno, de estado, para buscar soluciones, que las hay, por encima de ¿ideologías? que se exhibirán en mítines políticos aglutinantes de pensionistas y partidarios incondicionales. Pero los políticos deben tener cuidado; todo tiene un límite y nuestra primavera también puede llegar. Y en este contexto, y si las previsiones llevan a gobernar al partido popular, la inestabilidad social, los movimientos sindicales y los antisistema y antiglobalización podrían emerger con fuerza. La decisión del Presidente de no ser candidato en las próximas elecciones puede ayudar a mejorar la imagen del partido socialista, pero salvo que cambie el decorado político, el partido popular empezará a gobernar con un tiempo perdido importantísimo. Mientras que Alemania y Francia se recuperan nosotros seguimos debatiendo el sexo de los ángeles, tenemos sobre nuestras cabezas la espada de un rescate financiero, pero quizás esto sea lo de menos, lo más grave serían las medidas de ajuste restrictivas que desde la Unión Europea nos impondrían añadidas a las que ya tenemos.

En este estado de cosas, el partido popular tendría poco margen de actuación en las medidas económicas a tomar -España en política monetaria no tiene autonomía, y políticas como la cambiaria, con las devaluaciones de moneda como principal medida y que fueron nuestra salvación en la década de los ochenta, ya no se puede usar –; por tanto, su camino mas que de rosas podría ser de espinas. Los movimientos sociales, los sindicatos como células durmientes, ahora, despertarían y los conflictos laborales se incrementarían necesariamente con un gobierno de “derechas”. Con el Euribor subiendo -por las elevaciones sucesivas de los tipos de interés oficiales del BCE- y con la falta de liquidez en la economía por obra de los bancos, la demanda de consumo y la actividad empresarial seguirán ahogándose. Tampoco de un ámbito político europeo desunido, como se puede ver en Libia, podremos esperar mucho ni muy bueno. ¡España está sola!; esto no es ser tremendista, es empezar a ponernos en uno de los escenarios posibles y muy probable.

Ceuta y Melilla tienen sus propios problemas políticos exteriores. El vivir siempre con la espada del anexionismo marroquí detrás, con una inexistente defensa del actual gobierno y con un desinterés de la sociedad ¿española? que, en muchas ocasiones, descuenta su posible descolonización, las hace estar, como antes España, solas. El gobierno del partido popular indudablemente beneficiaría el tono de españolidad de nuestras ciudades en lo político interno, pero las aspiraciones ante la Unión Europea, en las que se debe seguir trabajando, tendrán en el mejor de los casos, un resultado lento y a largo plazo. Pero a pesar de todo, la incondicionalidad de Ceuta y Melilla con España no se ha visto nunca correspondida. Quizás deberíamos fomentar la identidad norteafricana (y española) como elementos diferenciadores hacia unos y ante otros. Con España, porque no solo estamos para pedir financiación; y con Marruecos porque ya está bien de ignorarse nuestra identidad pluricultural y nada, nada debería pasar sin una opinión de las propias poblaciones. Ni somos válvula de escape, ni nos amedrentamos por comunicados como los de la Red de Desafío Islámico Atahadi. Sea cual sea su origen, y que debe ser analizado no solo por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y no solo ahora, ni la crisis económica ni la política pueden llevar añadido un mensaje de miedo. La actitud ante las aguas jurisdiccionales, las fronteras y Marruecos deben ser firmes por parte del Gobierno ya que desestabilizar es fácil y también la monarquía marroquí tendrá entre sus objetivos la permanencia. Mientras tanto nuestro potencial de desarrollo a ambos lados de la frontera y el crecimiento económico con respecto a Marruecos debe ser un valor en alza. Nuestra supervivencia es nuestra diferenciación en todos los sentidos, y ahí cabe integración, multiculturalidad y convivencia. ¡Tengamos como Gregory Peck el mundo en nuestras manos!
 

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