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OPINIÓN - MARTES, 12 DE ABRIL DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Empresario local
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

No hace falta que nadie nos diga que el dinero es clave y fuente de todas las cosas. Por lo cual ocupa un lugar privilegiado en la aforística española. De ahí que sean numerosos los refranes que hacen referencia a este poderoso elemento social; en ellos se define al dinero como fuerza creadora y como origen del bien y del mal.

Transcribo literalmente lo que viene al respecto en un libro destacado de refranes: El dinero suele ser considerado más como medio que como finalidad, ya que sirve para conseguir cosas tan importantes como el respeto de los demás, el honor, más dinero, etc. También se habla de su capacidad de disimular cualquier defecto, sobre todo los provocados por la falta de belleza e inteligencia.

Las distintas maneras de obtener dinero son válidas según gran parte de los proverbios, aunque las máximas fundamentadas en las sagradas escrituras recuerdan su inutilidad en la muerte. De ahí que manejando proverbios hallemos uno tan esclarecedor como el siguiente: “No crece el río con agua limpia”. En general, las grandes fortunas se hacen con negocios ilegales. Ello lleva implícita la idea de que ganar dinero es difícil, y ganarlo con rapidez aún lo es más.

Al menos así lo declaraba, cuando se lo preguntaban a Joseph Patrick Kennedy; quien se ganó la confianza de Franklin D. Roosevelt, presidente estadounidense, para traficar con alcohol, durante la época de la Ley Seca. Y acabó siendo, además de multimillonario, senador y embajador y padre de unos hijos que hicieron historia en la política. A los que no tuvo el menor inconveniente en decirles: “No me importa lo que hagáis en la vida pero hagáis lo que hagáis, sed los mejores del mundo”.

De Juan March, personaje decisivo en el triunfo de los militares sublevados en nuestra Guerra Civil, dijo lo siguiente Francesc Cambó: “Es el último pirata del Mediterráneo”.

Y qué decir de Aristóteles Onassis. Amasó fortuna inconmensurable infrigiendo normas y transgrediendo leyes. Apoyándose no sólo en su inteligencia sino en la habilidad que tenía para relacionarse con las personas que gozaban de poder. Cogido en prácticas fraudulentas, supo salir airoso sin que en la tarea perdiera un ápice de credibilidad entre quienes mandaban en el mundo de la política y en lo salones donde se fraguaban los grandes negocios.

Y qué decir de la familia Rotschild, con la cual debí comenzar esta columna. Dinastía de banqueros europeos de origen judío-alemán, prestamista de familias reales, en el siglo XVIII, y metida hasta las trancas en toda clase de negocios variados.

Y así, reseñando por encima la vida que han llevado, y llevan, quienes aman el dinero y desean poseerlo, podría hablar también de los contrabandistas contemporáneos que lucen trajes de Armani, corbata de Dior, relojes de oro y se sientan en despachos oficiales. Son lo que en sus maletines ya no llevan mercaderías sino copias de normas aduaneras permisivas, flexibles, difusas y contrarias a la ley. Las distintas maneras de obtener dinero son válidas según gran parte de los proverbios… Pero quienes lo intentan han de estar preparados para sufrir las consecuencias. A eso se le llama valor. El que tuvo, indudablemente, ese hombre que para hacer dinero se acostaba con un empresario rico de la ciudad.
 

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