A mediodía me llaman para
preguntarme si voy a ir al acto oficial de presentación de
los candidatos socialistas en el salón adecuado al efecto en
El Hotel Parador La Muralla. Y contesto que no tengo
previsto asistir. Pues los viernes los dedico a pensar de
qué manera puedo contar hermosas mentiras a partir del
lunes. No olvidemos, lo que decía el cínico de Oscar
Wilde: “El fin propio del Arte es contar hermosas
mentiras”.
A la persona que me telefonea no puedo negarle lo que acaba
pidiéndome: que asista al acontecimiento del PSOE en el
hotel dirigido por un gaditano con un estilo incomparable
cuando se trata de relacionarse con la gente. Con toda clase
de gente. He ahí lo que hace que Pedro Fernández Olmedo
se haya ganado la confianza de cuantos tenemos la suerte de
conocerle y de poder frecuentarlo.
Tras saludar a PFO, comparto unos minutos de charla con
José Fernández Chacón y Sergio Moreno, quienes
esperan en la sala de estar del establecimiento a que
Manolo Chaves baje de su habitación para que dé comienzo
no sólo la presentación de los candidatos sino asimismo la
explicación del programa con el cual se va a presentar el
aspirante a la presidencia: José Antonio Carracao.
Tras saludar al tercer vicepresidente del Gobierno de
España, aún tengo tiempo de pegar la hebra con Carracao. El
cual se muestra muy tranquilo. Y es que, como ya dije en
otra ocasión, José Antonio ha ido adquiriendo tablas con
gran celeridad y si sigue hincando los codos y mejorando
todo lo que debe mejorar, no tengan ustedes la menor duda de
que será muy pronto un político con mucho tirón. Si no lo es
ya.
Pasa por nuestro lado Inmaculada Ramírez. Y le digo
lo que le he dicho tantas veces. Y ella, la señora que ha
sabido estar cuatro años dando lecciones de todo tipo –nunca
tuvo la menor queja cuando las críticas no le eran
favorables-, volvió a dar muestras de esa elegancia natural
que en su caso es doble: cuenta con la propia de las mujeres
y que dicen que va de afuera hacia adentro y con la que le
adjudican a los hombres, que es a la inversa.
Lo demás, en un salón repleto de socialistas, fue un calco
de lo que suele ocurrir siempre en esta clase de actos.
Emoción en los candidatos cuando les tocaba aparecer en el
escenario. Más o menos la que a mí me produjo ver a
Manolo Bravo desfilar por la pasarela con el número 28.
Y aunque a mí me avergüenza ser un sentimental, esta vez no
pude evitarlo. Al ver a Bravo, me fue imposible evitar que
ciertos recuerdos afloraran de golpe a mi mente.
Manolo Chaves, tantas veces criticado por su manera de
vocalizar, demostró nuevamente que sus discursos son muy
políticos y nada líricos. Fue al grano. Para recalcar que el
Gobierno central ha sabido estar en todo momento atento a
cumplir sus compromisos con Ceuta. Se acordó de Rajoy, cómo
no, para tacharle de ser un señor que solamente sabe pedir
elecciones anticipadas.
Antes, como telonera de lujo, había intervenido Mamen
Sánchez, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en
el Congreso. Todo ello, bajo la mirada, emocionada, de
José Carracao Gutiérrez, padre de José Antonio y ex
senador del Partido Socialista Obrero Español.
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