Sobremesa del jueves. Se conversa
de la campaña electoral de Caballas. Y lo primero que se me
ocurre decir es que está transcurriendo con desilusión. Es
como si los dirigentes de la coalición se hubiesen dado
cuenta de repente que les ha abandonado la certeza de
conseguir logros con los que contaban.
Lo cual no deja de ser una impresión tuya, responde uno de
los comensales. Naturalmente que es así, le digo. Una
impresión basada en comprobar de qué manera han ido
perdiendo fuelles las apariciones de los hombres fuertes de
una coalición marcada por esa fama de gafe que arrastra Juan Luis Aróstegui; sobre todo cuando se trata de obtener la
confianza de los votantes.
-Ya estás con lo mismo de siempre, Manolo; con
supersticiones de poca monta –dice otro de los contertulios,
dejando ver claramente su desacuerdo conmigo.
De haber vivido el genial Jaime Campmany, intervengo yo otra
vez, no hubiese tenido ningún inconveniente en pedirle que
me asesorara acerca de qué clase de gafe puede ser el
secretario general de CCO. Y seguramente, tras haberle
enumerado los detalles correspondientes al caso, me habría
sacado de dudas. Ya que el ilustre escritor murciano había
dedicado años de su vida a estudiar la capacidad que tenían
muchas personas de atraer la mala suerte sobre los demás o
sobre sí mismas. Aunque, confiando en algunos de mis
experiencias al respecto y en observaciones constantes,
Aróstegui me parece que podría ser tenido por manzanillo.
Que es un tipo de gafe peligroso. Y me explico: el
manzanillo jode todo lo que toca y, sin embargo, él siempre
sale a flote.
-Un momento -pide la palabra otro contertulio-. ¿Quieres
decir que Mohamed Alí está abocado a sufrir las funestas
consecuencias que todo manzanillo, como tú dices, lleva
consigo permanentemente?
-Sí. Y si no que vayan y le pregunten a José Antonio
Alarcón. Que de no haber decidido abandonar sus cargos,
tanto en el sindicato como en el PSPC, ahora estaría metido
en una crisis tremenda de personalidad. Yo sé, además, que
al bibliotecario le desagrada que yo hable de esta manera.
Pero lo que no puede evitar cuando echa la vista atrás es
percatarse de la parte de razón que me corresponde en lo que
estoy diciendo.
Toma la palabra otro de los presentes en la sobremesa para
dar su opinión: “Creo, Manolo, que esta vez te equivocas.
Que te equivocas rotundamente. Y que, por muy cenizo que sea
Aróstegui, que puede serlo, Caballas sacará tres escaños y
Juan Luis os va a hacer una higa a todos los que estáis
tratando de deteriorar su imagen”.
-Vaya, no sabía yo que tú eras partidario de Aróstegui.
-Pues ya lo sabes. Además, aprovecho el momento para ponerte
al tanto de algo que puede sonarte a broma. Se me ha pedido
por parte de Fulano, que tú bien conoces, si estarías
dispuesto a sentarte a charlar con… bueno, si acaso el miedo
a compartir un rato de charla con un gafe no te lo impide.
El problema no es solamente que Aróstegui sea manzanillo.
Que es gafe de mucho peligro. El problema está también en
que Caballas se ha quedado sin discurso. Sin ideas. Sin
proyectos. Sin ilusiones. Y Mohamed Alí comienza a pensar en
lo peor. En suma: que Caballas atraviesa por una situación
tela de rara.
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