Caperucita Roja le sacó un montón de sonrisas al amplio
grupo de niños y niñas que la aguardaban expectantes,
sentados en el salón de actos del instituto de Educación
Secundaria ‘Abyla’.
Ocurrió el pasado miércoles, durante la representación del
cuento que organizó el grupo de Hidroterapia de Ceuta, en
colaboración con el departamento de Servicios
Socioculturales y a la Comunidad del ciclo formativo de
Educación Infantil del citado instituto. La obra de teatro
estuvo dirigida a los jóvenes con necesidades educativas
especiales, así como a sus familiares. Además, en
representación de la Ciudad, asistió la subdirectora de
Cultura, Cristina Bernal, que destacó “el trabajo que
realizan desde este tipo de grupos” y que agradeció la
invitación a la función.
La obra estuvo interpretada también con lenguaje de signos,
comunicación de la que se encargaron Verónica Fernández
González, jorge Aguilar Galán y Jesús Domínguez Domínguez,
tres alumnos que estaban formándose en ese campo y que
estaban “nerviosísimos” ante la idea de salir a escena.
Una vez en el escenario y recuperada la calma, los tres
intérpretes de signos facilitaron el entendimiento a todas
las personas, y destacaron que, aunque sus primeros pasos en
la formación de la comunicación con lenguaje de signos la
dieron sin fuertes motivaciones, después se “han
enganchado”.
Salir de la rutina
Entre el público, muchos niños, como Javi y su primo
Alejandro, aseguraban haber acudido a la obra de teatro para
ver a sus monitores de hidrotetrapia, una actividad muy
recomendada en jóvenes con necesidades especiales.
“Cualquier ejercicio en el agua facilita el movimiento
motórico del niño y le da una autonomía que no es mucho más
difícil de lograr en el mundo terrestre”, explicaban el
maestro de Educación Física de la actividad, Diego García,
así como las monitoras, Susana Cabrera y Cristina Benítez.
El espectáculo también contó con actuaciones musicales, de
las cuales se encargaron alumnos del instituto, como
Estefanía Fernández, que disfrazada de payasa, explicaba
antes de salir a escena que, “después de tres semanas de
ensayos”, sólo les importaba “que los niños se lo pasaran
muy bien y, por un día, lograsen salir de su rutina”.
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