Hace varios días me lo encontré
por el paseo del revellín. Me dijo que no había dormido en
toda la noche. Se lo achacaba a unas molestias bucales y me
puso al tanto de que estaba haciendo hora para el dentista.
Lo miré fijamente y le pregunté si la noche que había pasado
en blanco no sería debida al disgusto que pudiera haberle
ocasionado no ver su nombre en la lista electoral. Y me dijo
que no. Es decir, volvió a manifestarme que la causa eran
las molestias producidas por unos empastes que ya tenían sus
años.
Le recordé, aun a costa de que me contestara de mala manera,
que su ausencia en la lista electoral no era esperada por
nadie y mucho menos por él; porque la última vez que
hablamos me aseguró que estaría entre los elegidos por el
presidente. Con lo cual entendí que estaba total y
absolutamente convencido de que iba a disfrutar de la
oportunidad de ser consejero en el próximo gobierno.
El hombre suspiró largamente. Y noté la tremenda desilusión
que había en su mirada. Mas pronto reaccionó:
-Pues ya ves que no ha sido así, que yo estaba equivocado,
Manolo. Y es que la política, como bien decía
Francisco Fernández Ordóñez, no es terreno propicio para
la amistad.
Decidí guardar silencio, mientras seguíamos caminando, a fin
de no hurgar más en la herida, cuando me pareció oírle que
me hablaba de algo relacionado con Aznar. ¿Te
refieres al ex presidente del Gobierno?, le pregunté.
-No, hombre… El Aznar que he mencionado es el periodista
local. El que está dedicado a servir de correveidile en el
gobierno de mi partido.
-Ah… Pero me puedes decir a cuento de qué viene ahora que tú
me hables de quien toda su vida ha hecho lo mismo; es decir,
servir a la causa de los gobiernos de cada momento. Aunque
ya sabes de qué manera. Es más, no pocas veces te he visto a
ti a partir un piñón con él. ¿Acaso es que te ha jugado una
mala pasada, o está en deuda contigo?
-Bueno, mejor es que no responda a tu pregunta. Ahora bien,
no entiendo las razones que hay para que semejante sujeto
reciba el trato de favor que viene recibiendo desde hace
muchísimos años. A lo mejor es porque pertenece a la familia
de los Aznar.
-A buena hora mangas verde, vienes a tú a quejarte de que al
periodista local, y animador de radio, lo distingan a cada
paso como se distinguía hace ya muchos años a ciertos
críticos taurinos. Por el mero hecho de trabucar los trofeos
que cortaban los toreros. Esas denuncias las debería haber
hecho en su momento. Cuando tú estabas plenamente convencido
de que irías en la lista electoral y luciendo un buen
número.
-Manolo, tengo la impresión de que mi comentario sobre Luis
Manuel Aznar te ha disgustado muchísimo. Cuando mi intención
era, simple y llanamente, ponerte al día de una situación
que me parece poco edificante.
-Pues te equivocas. A mí me traen al pairo las atenciones
que pueda tener el PP con ese periodista. Lo mismo que si
mañana viene alguien a contarme que Carmen Echarri
está tan bien vista por Juan Luis Aróstegui y
Mohamed Alí, que éstos han decidido tenerla siempre en…
sus pensamientos. ¿Lo coges? De no ser así, no tengo el
menor inconveniente en expresarme con más claridad.
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