No creo que vayan cogidas de la
mano estas dos palabras, por lo menos en su sentido más
profundo, y desde luego en política, donde cualquiera, con
sólo ir en una lista, presume más que un pavo real y ya,
desde entonces, empieza a estar hermanado con la fantasía.
Comienzo así mi columna diaria de hoy, al ver un titular de
prensa en el que se dice:” Rodríguez Zapatero apela a la
humildad y a un ´pelín de orgullo´, para ganar el 22 M”.
Muy mal lo tiene que estar viendo para llegar a esa
situación ahora mismo y salvo que su no continuidad para el
próximo año le esté obnubilando demasiado la mente, si no es
que ve las municipales y autonómicas totalmente perdidas,
cosa que podría acarrear el anticipo de las otras.
Frases de este tipo son las que nos hacen ver lo corto que
suele ser el talante, incluso en quienes han dado muestras,
años y años, de considerarse infalibles en sus formas de
actuar.
Y eso debe ser, en gran parte, por la sensación de verse
atravesando el umbral del dominio total a una situación, de
uno más, sin el poder que ha tenido.
Es ley de vida y uno de los aspectos básicos de la
democracia:”la alternancia en el poder de los grupos
políticos”.
Y ojo, que él, aunque ya era público y notorio y hoy lo es
más, que no va a seguir, sin embargo tiene de por medio un
año, y ese año lo tendrá que cumplir al pie del cañón, más
que dando consignas como las que se reciben, en estas
fechas, en los ejercicios espirituales.
La humildad no es lo que más debe propugnar un dirigente
político y, muy especialmente cuando hemos perdido terreno,
al menos adquisitivo, en los últimos años de sus Gobiernos.
El orgullo es lo que le haría falta a él y a todos los suyos
para dejar la situación, al menos, como la encontraron y
que, aunque sea desde la oposición, le puedan tirar a la
cara al siguiente Gobierno, que ellos lo hicieron mejor.
Mal me lo ponéis, por el camino que vamos y mucho peor si
nos retiramos a meditar, a hacer genuflexiones, a apelar a
lo que nos decían las catequistas, cuando íbamos a hacer la
primera comunión, en vez de afrontar la realidad y tratar de
hacerla cambiar de cómo está a como debiera estar.
Es la forma de pensar en voz alta del propio presidente de
un Gobierno, y en esa primera reflexión, afortunadamente
para él, no parece acordarse de que frente a frente va a
seguir teniendo al PP.
Desde ahora, quien tendrá que capear todo lo relativo al PP
será otro, o serán otros, que se verán las caras en el día a
día, mientras el, todavía, presidente se va dedicando a la
reflexión o al “arrepentimiento” de todas las agarradas, que
como no podía ser de otra forma, en los ya siete años de
Gobierno ha tenido que capear.
Y como a “rey muerto rey puesto”, ya se empiezan a dejar
ver, un poco más, aquellos que pueden ser, o intentar ser,
sus sucesores.
De momento, la señora Chacón, como es habitual en este tipo
de “auto recomendaciones” habla de que “en el PSOE todos
eligen a uno. En el PP, uno elige a todos”. Frase hueca,
sonante y con poco calado, porque si Carmen (digo Carmen
porque escribo en español) profundiza un poco más, a lo
mejor llega a la conclusión de que uno puede elegir al que
sea el mejor y todos podrían elegir al que se hace pasar por
el más gracioso, por ejemplo.
Es pronto para tanta reflexión, porque el talante debe estar
ahora, desde luego, en llevar una buena campaña electoral de
las municipales y autonómicas. Es lo que toca.
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