Después de salir de la cárcel, Yamal quiere terminar su
reinserción en la sociedad. Sin embargo, un vacío legal le
impide obtener un trabajo. El nació en Ceuta, pero sus
antecedentes penales le impidieron conseguir la
nacionalidad. Ahora, no es ciudadano de ningún país y debido
a sus problemas con la justicia no sabe si le otorgarán el
permiso de residencia que le permitiría trabajar y, con los
años, conseguir la nacionalidad que hoy le darían por nacer
en el país. Su cédula de inscripción de extranjeros refleja
como lugar de nacimiento España y como nación Marruecos,
pero no está registrado en ninguno de los dos.
No puede salir de Ceuta. No es español, pero tampoco cuenta
con ninguna otra nacionalidad. En sus documentos no tiene
patria, sin embargo para Yamal, España es la suya. Nació en
Ceuta en 1966, al igual que sus cinco hermanos y sus padres.
Todos ellos tienen nacionalidad española. Pero Yamal no
consiguió la suya, debido a sus antecedentes penales, y
ahora se ha convertido en un apátrida.
En 1986 con el inicio de la aplicación de la Ley de
Extranjería, la familia de Yamal solicitó la nacionalidad,
que si le otorgaron a sus padres y a sus hermanos. “Por
ignorancia, hasta ese momento no nos habíamos preocupado por
tenerla, a pesar de que todos habíamos nacido aquí”, apunta
Yamal que no consiguió la suya por sus antecedentes penales.
“Cumplí siete meses de condena en el 85, por ello no me
nacionalizaron entonces”, explica. En su lugar le entregaron
la Tarjeta de Identificación de Residentes (TIR). Con este
documento pudo moverse por todo el país y Europa.
En 1996, Yamal solicitó la nacionalidad por segunda vez. “Me
volvieron a decir que no tenía derecho al DNI sino a la
renovación de la TIR por deterioro”, explica Yamal, que
siguió sin regularizar su situación. Así ha estado hasta
hace un mes, cuando Yamal quedó el libertad después de pasar
siete años y medio en prisión, a donde volvió en 2003.
“Antes de salir empecé los trámites para tener mi documento
de identidad, pero sólo me han dado la ‘Cédula de
Inscripción de Extranjeros’”, comenta. En ella se refleja
España como su lugar de nacimiento, sin embargo como nación
figura Marruecos. “No tiene sentido”, se queja este
apátrida.
Encrucijada de papeles
Cuando salió de la cárcel Yamal quiso inscribirse en el SPEE
(Servicio Público de Empleo Estatal), no para “tener derecho
a cobrar el paro” según asegura, sino para poder firmar el
contrato que le está esperando para trabajar en la empresa
de construcción de su hermana en Ceuta. Sin embargo, para
trabajar es necesario contar con un permiso de residencia
que, aunque Yamal ha solicitado, es probable que no le
otorguen hasta que se cancelen sus antecedentes. Un proceso
que podría llevarle cinco años.
No es español, pero tampoco se le considera extranjero. “A
los extranjeros se les puede cambiar la pena por la
expulsión, pero a mi tampoco me han echado del país”,
explica desconcertado.
“Quiero que se me reconozca y figurar como demandante de
empleo, porque quiero trabajar”, pide Yamal. “Ahora que he
cumplido condena y estoy intentando reinsertarme, no
entiendo dónde queda la labor de recuperación del individuo
para la sociedad”, concluye confuso, ante una situación que
le deja “olvidado”.
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