Unas veinte personas, entre chavales y responsables,
integrantes del grupo Scout ‘Omaha 238’, llevaron a cabo
ayer una plantación de unos cien alcornoques. Es la primera
actividad de estas características que realiza el grupo, un
acto en el que también participaron el presidente de la
Ciudad, Juan Vivas, y la conejera de medio Ambiente, Yolanda
Bel.
Los integrantes del grupo Scout ‘Omaha 238’ se desplazaron
ayer por la mañana hasta el merendero de Isabel II, en el
monte ‘García Aldave’, para llevar a cabo una plantación de
árboles autóctonos de Ceuta; en concreto, de unos cien
alcornoques.
Llegaron al monte pasadas las diez de la mañana y los
monitores explicaron a los jóvenes, de entre ocho y 17 años,
cómo realizar la plantación, desde el modo de realizar una
zanja hasta cómo allanar la tierra. Los responsables
recordaron, además, la importancia de cuidar el medio
ambiente.
Hasta el merendero se desplazaron también, en torno a las
once, el presidente de la Ciudad, Juan Jesús Vivas, y la
consejera de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Yolanda
Bel.
El presidente alabó “las ganas” con las que los responsables
de los Scout dedican su tiempo, “de una manera voluntaria y
desinteresada”, a enseñar a los chavales. “No se trata sólo
de plantar un árbol, sino de enseñarles cómo se planta; por
eso tienen todo mi respeto y mi admiración”, añadió Vivas.
En total participaron en la actividad unas veinte personas,
entre los chavales y sus monitores, a la que después fueron
incorporándose algunos ciudadanos que se acercaron hasta la
zona, aunque menos de los que el presidente de la asociación
de Scouts de Ceuta, Jesús Martín, esperaba.
Ésta es la primera plantación de árboles que realiza el
grupo, que pertenece a ASDE (Asociación de Scouts de
España), desde que fue reactivado en el año 2007, tras más
de dos décadas de parada.
Los niños terminaron la actividad muy contentos, aunque
agotados, como Pablo, un ‘lobato’ (nombre que reciben los
niños cuya edad oscila entre los ocho y los once años) que
tras plantar su primer árbol se sentía “muy
cansado”.Mientras, algún otro joven entre la tropa (entre
doce y quince años) explicaba que cavar y plantar era su “desestresante”.
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