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sociedad - DOMINGO, 3 DE ABRIL DE 2011


actividades. fidel raso.

reportaje / ‘Día Mundial del autismo’
 

Un mundo en imágenes

Las personas con Trastorno del Espectro
Autista (TEA) tienen dificultades para interactuar y comunicarse, pero Antonio
y Yaiza lo consiguen cada día con la
ayuda de sus padres y sus terapeutas
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Un dibujo de sus zapatos, otro de su casa, del cole, de la mano de mamá al cruzar la calle, de los caballos, de un bocadillo de pan con chocolate, que le encanta, de los deberes, de la tortilla francesa de la cena, del pijama, del cepillo de dientes... Dibujos con los que Antonio visualiza cómo será su día. Un mundo en imágenes.

Antonio tiene siete años y con dos años y medio le diagnosticaron Trastorno del Espectro Autista (TEA), más conocido como autismo. Sus padres, Maribel y Antonio, no se imaginaban entonces todo el trabajo que les quedaba por delante. “Se te viene el mundo encima”, dice el padre al recordar el momento en el que se enteró de que su único hijo tenía autismo. Fue el punto de partida de unos años decisivos en el desarrollo del niño. “La fase esencial es hasta los seis años. Si después no ha conseguido hablar, es muy difícil que lo vaya a lograr. Aunque también depende del grado del trastorno, y del desarrollo específico de cada niño”, añade.

El mundo de Antonio está representado en imágenes. Por eso cada mañana, su madre le enseña la tarjeta en la que aparece dibujado un vaso de leche para que él sepa que es la hora del desayuno. Y así con cada de una de las actividades que realiza a lo largo del día. Pero no todo es tan fácil de representar. Después de varios meses enseñándole el dibujo de un abrigo, Antonio ya lo ha asimilado y le cuesta comprender que ahora, con la llegada del calor, ya no es necesario. “No diferencia el calor del frío. Al recreo siempre quiere salir con chaqueta aunque le estén cayendo goterones de sudor. Ahora le estamos intentando enseñar que hay que ponerse ropa de verano”.

Además es hipersensible al tacto, por lo que acciones como cortarse el pelo acarrean una enorme dificultad, al igual que ducharse. “Al principio siempre lloraba al bañarlo, hasta que descubrimos que era porque cualquier esponja le hacía daño, pero no sabía cómo expresarlo”, explica su madre. El oído también lo tiene muy desarrollado. “Cuando hacemos los deberes, se desconcentra y me dice que están cerca los helicópteros. Yo no los oigo, pero tras un rato los veo pasar.”

Tarde de deberes

Cada tarde, Antonio hace los deberes junto a su madre. Se sabe de memoria todos los planetas, aunque lo que mejor se le da son las matemáticas. Necesita de rutinas en su aprendizaje. Al igual que las terapias, las visitas al logopeda, las clases de apoyo, o las actividades específicas, como la hidroterapia o la equinoterapia; todas ellas fundamentales para su adecuado progreso.

Hasta que hace un año se fundó en Ceuta la ‘Asociación de padres de personas con TEA’, la única alternativa era viajar a la península para recibir los tratamientos. Ahora una parte de ellos los realizan a través de dicha entidad, aunque continúan acudiendo a Cádiz porque están muy contentos con los resultados. “Parece que no, pero sí que se avanza”, explica Maribel. “Empezó a decir palabras con cuatro años y medio. Ahora responde, habla y pide las cosas, pero no es capaz de relatar”.

A pesar de su autismo, en el cole es uno más. Las niñas le cuidan especialmente y recibe mucho apoyo por parte de sus compañeros, ya que, al estar con él desde los cuatro años, han asimilado sus peculiaridades. “A él le gusta jugar con los demás niños, pero no mide su fuerza”, dice su madre. “Además, cuando se pone nervioso su reacción es tirarse al suelo”. Una situación difícil para unos padres que a veces se sienten juzgados por la sociedad: “En estas situaciones nos miran a nosotros y al niño y nos da la sensación de que estén pensando ‘qué niño más mal educado’, cuando desconocen qué hay detrás”.

Una de las mayores preocupaciones que comparten los padres de niños con autismo es el futuro de sus hijos. Saben que incluso hay pisos tutelados para personas con TEA, pero aún así sienten vértigo ante el porvenir. Maribel y Antonio desean que su hijo sea “lo más independiente posible”. El mismo anhelo comparten Emma y Paco, aunque con la seguridad añadida de que su hija Yaiza, que sufre TEA, cuenta con el apoyo de su hermana pequeña, Emma. “Yo no quiero que Emma se sienta responsable de su hermana, pero sé que siempre velará por ella, y de hecho, aún siendo la pequeña, ejerce de hermana mayor”, comenta su madre.

Yaiza tiene ocho años y “un lenguaje interior que no sabe expresar”, explica su madre. Apenas dice palabras. “Dijo ‘Emma’ hace cinco meses, pero ya no sabemos cuándo lo volverá a repetir”. Por eso toda su vida está en el ‘Spring boat’, una máquina que dispone de una pantalla táctil con la que Yaiza elige los pictogramas que representan lo que quiere o necesita.

No es su único modo de comunicarse. También se expresa por medio de gestos, que va adquiriendo constantemente. Una tabla de signos pegada en el frigorífico que toda la familia ha aprendido a utilizar.

Su hermana es la que mejor la entiende. Sin embargo, Yaiza no siempre es capaz de crear vínculos familiares. Eso no significa que no sea cariñosa. De hecho, una de las preocupaciones de Emma es que su hija se “va con cualquiera”, lo que les lleva a necesitar tenerla constantemente vigilada. Además, “es una niña muy obsesiva”. “Por ejemplo, puede llegar a hacerse daño sacando punta a los lápices porque lo hace de forma compulsiva”, comenta su madre, que asegura que con lo que más disfruta Yaiza es jugando con los balones o haciendo pompas de jabón. “Pero no sabe jugar, sino que le da otra utilidad a los juguetes. Si coge un coche no lo hace correr, sino que le da vueltas a las ruedas”.

Falta de información


A Yaiza le detectaron TEA a los 18 meses, después de que sus padres se diesen cuenta de que la niña no les miraba nunca a los ojos ni había conseguido decir una palabra. No conocían a nadie en esa situación y el primer paso fue buscar en internet todo lo que había sobre autismo. “Había quienes decían que el trastorno se producía por un gen que mutaba con el medio ambiente, mientras otros aludían a factores genéticos. Pero la realidad es que aún no se sabe a ciencia cierta cuáles son los factores que producen el TEA”, comenta Emma.

Lo que sí apuntan es que la imagen que en la sociedad se tiene de la persona autista, “un niño que se balancea en una esquina”, es “totalmente falsa”. “Son niños muy inteligentes, pero que viven en otro mundo”.

La vida cambió radicalmente desde que le diagnosticaron TEA a Yaiza. Desde entonces, sigue terapias, donde además de enseñarla a ella, educan a los padres. Asiste al centro de educación especial ‘San Antonio’, donde recibe clases con otros tres niños.

“Como persona te haces más dura y trabajas la paciencia”, explica su madre. “Aprendes a relativizar los problemas. Lo que para otros padres es una complicación, para nosotros no”. Sin embargo, otras cosas básicas se hacen un mundo para Emma, como alimentar a su hija: “Yaiza no come por sabores, sino que selecciona qué le gusta y qué no por la textura de los alimentos”.

Por todo esto, la situación afectó a la familia al completo y les influyó en todos los sentidos. Incluso económicamente se notaron los cambios. Hasta hace unos meses no han empezado a recibir las ayudas estatales de la ‘Ley de Dependencia’, que ronda los 400 euros mensuales. Hasta entonces han tenido que apañárselas para correr con todos los gastos adicionales, como los continuos desplazamientos a la península.

Sin olvidar el lado más emocional. “Muchas parejas se distancian ante situaciones de tanta presión como la que se origina al tener un hijo o una hija con autismo, pero, en nuestro caso, sirvió para que mi marido y yo no sólo nos uniésemos más, sino que cuando uno se desmotiva, el otro es su punto de apoyo”, explica la madre de Yaiza. Aunque la mayor satisfacción para ambos es comprobar como la pequeña Emma es capaz de adentrarse en el mundo en imágenes de su hermana mayor. Entre ellas no son necesarias las palabras.
 


Cuáles son síntomas que identifican que un niño podría tener autismo

Aunque el abanico de trastorno del espectro autista es diferente, existen unos rasgos generales que comparten las personas que lo padecen. La dificultad para relacionarse con otras personas o para comunicarse, la ausencia de capacidad de imitación, o la falta de sentimientos hacia los demás son algunos de los síntomas de este trastorno. Cuando son bebés se puede observar e ellos un balbuceo monótono del sonido, tardío en muchos casos, la ausencia de un lenguaje gestual y de contacto con el entorno. Además, el autismo suele acompañarse de hiperactividad. Los niños con TEA no pueden controlar su fuerza y requieren la vigilancia de los que tienen a su alrededor. Sus intereses son muy concretos, pero captar su atención suele resultar complicado.
 

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