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sociedad - JUEVES, 31 DE MARZO DE 2011


nicolas castellano. cedida.

entrevista / nicolas castellano, periodista
 

«Nunca estaré de acuerdo en que el método contra la inmigración
sean las barreras»

El redactor de la cadena SER llega a Ceuta
para impartir esta tarde una conferencia en el Congreso Internacional de Periodismo sobre la forma en que se debe informar dentro de su área de especialización
 

CEUTA
Paulina Rodríguez

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Llegó el pasado lunes de Japón. Una experiencia intensa y muy dura de la que, sin embargo, ha aprendido mucho. Además de destacar como un excelente corresponsal, Nicolás Castellano también es especialista en inmigración. El haber vivido en diferentes países del África occidental le ha dado una gran capacidad para valorar este fenómeno. Es claro en sus afirmaciones, las medidas policiales y militares de la Unión Europea han sido “un fracaso”. También lo es al reconocer que en España pesa demasiado la actitud de conveniencia. Esta tarde en la UNED, el redactor de la cadena SER tratará de acercar a los asistentes al Congreso de Periodismo cuáles son los retos para dar una información de la mejor calidad.

Pregunta.- ¿Sobre qué pilares se sustentará su ponencia de esta tarde?

Respuesta.- Hablaré sobre la forma en la que la SER ha afrontado este fenómeno. Pero también me apoyaré sobre mis experiencias en los terremotos de Haití y Japón, de donde llegué el lunes pasado, analizaré los retos y los errores en la forma de informar del terremoto de Japón.

P.- Una de las cosas que más ha llamado la atención es la forma de afrontar este hecho por el pueblo japonés...

R.- Ha sido una sorpresa. Es una sociedad diferente y el duelo se vive de otra forma, aunque no es cierto que los japoneses no hayan llorado. La gente aguarda colas de horas sin protestar, encajan el hecho de que no haya agua en los supermercados...En el mundo latino esto sería inconcebible. En Haití la gente se desesperaba aunque, sin duda, son contextos muy distintos.

P.- ¿Se plantea regresar próximamente?

R.-Es la idea que tenemos. En la SER tenemos claro el seguimiento de la información. En inmigración también ocurre, no sólo nos quedamos con el chico que llega a una playa, tratamos de hablar con la familia y conocer su historia. Ha sido otro reto para buscar respuestas a las preguntas que nos hacíamos en los primeros años del fenómeno de las llegadas clandestinas.

P.- Sin embargo, en periodismo cada vez resulta más complicado seguir una información, las noticias dejan de interesar...

R.- Y duran cada vez menos. El periodismo digital ha hecho que querramos estar informados permanentemente. Eso hace que una gran noticia pueda durar apenas horas. Llega Libia y parece que Japón desaparece. No es que nos olvidemos a propósito sino que depende mucho del impacto del titular o de la historia que vaya aconteciendo. Japón se ha mantenido tanto porque es la segunda alerta nuclear más importante de la historia, tras Chernóbil pero sí se ha perdido un poco de interés en los miles de muertos y desaparecidos.

P.- ¿No va eso en detrimento de la esencia misma del periodismo?

R.- Los grandes maestros lo dicen. Kapuscinski decía que el contexto era muy necesario y eso, en la actualidad, cada vez está menos presente. García Márquez, por ejemplo, señaló en una ponencia que el gran problema del periodismo en España es que no se seguían las historias. Nos adelantamos a la competencia, damos exclusivas pero la calidad del producto merma. Sin embargo, el fruto del periodismo siempre ha sido el hecho diferencial, será el que nos dé el futuro. Con el suceso de Japón no era suficiente tratarlo desde España, había que ir allí y hablar con los protagonistas. Nosotros pudimos entrevistar al jefe de Bomberos de Fukushima. Hay que apostar por esas historias. Por otro lado, ahora parece que muchos medios han descubierto que en España se hicieron redadas migratorias como lo denunció Cáritas. Y nosotros ya nos habíamos hecho eco de eso hace dos años. El periodismo debe hacerse más profundo aunque en paralelo a la competición propia de esta profesión.

P.- ¿Cómo se prepara para afrontar situaciones tan complicadas como las que ha cubierto?

R.- A mí me comunicaron que me marchaba a Japón diez horas antes de que saliera el vuelo. Pero uno trata de documentarse, además de los conocimientos previos que ya se tienen sobre el tema. También tratas de buscar contactos y, muy importante, buscas una traductora porque el bloqueo de la lengua puede ser muy importante. Llegamos el 16 de marzo, el día de la máxima alerta nuclear. Todo el mundo, hasta el comisario europeo, hablaba de apocalipsis. Y lógicamente, llegué apesadumbrado pero preparado con pastillas de yodo, medidor de radiación... Y, especialmente, con los ojos muy abiertos y los oídos dispuestos para poner voz a todo lo que ocurría. Había incertidumbre por las circunstancias tan extraordinarias.

P.- Es fácil caer en el morbo, ¿cómo lo evitan?

R.- Somos un medio de comunicación serio, no podíamos caer en el alarmismo. Había medios internacionales que informaban de una manera que parecía que Japón iba a desaparecer del mapa. Somos responsables de ofrecer una información contrastada. Las especulaciones no pueden ser material informativo como mucho, materia de debate con un café.

P.- Volviendo al tema de la inmigración, Ceuta le resultará de gran interés...

R.- Es un fenómeno muy amplio, no sólo por las llegadas clandestinas, sino también por el gran número de historias de vida como, por ejemplo, la situación de los indios o de muchas otras personas que llevan ya varios años esperando cruzar a la península. Cualquier historia que pueda hacer entender a los ciudadanos la importancia de la inmigración nos lleva a estar muy pendientes de Ceuta y Melilla. Son referentes. En 2005 llegaron a copar la atención máxima. Estas dos ciudades han sido laboratorios de las medidas policiales y militares de la Unión Europea. Aunque, desde mi punto de vista, estas medidas son un fracaso absoluto. Si la gente tiene la necesidad de cruzar igual no lo hace por Ceuta o Melilla porque, básicamente, en España no hay trabajo. Pero buscará otras formas. La inmigración, por desgracia, es un elemento electoralista, si no fuera así igual nos iría mejor. La política con respecto a la valla en Ceuta y Melilla ha sido un fracaso. Las personas buscan nuevas vías, como Libia o Lampedusa. Grecia, en la actualidad, es la puerta principal de inmigración clandestina y van a optar por la solución de la valla en la frontera con Turquía. Pero España y Europa fracasan al pensar que la inmigración se regula únicamente con medidas policiales.

P.- Desde su perspectiva, ¿qué medidas serían efectivas para contrarrestar una situación tan grave?

R.- Como periodista pocas ideas relevantes podría aportar. Pero como persona he recorrido muchos países de origen y tránsito hacia España. No puedo compartir unas medidas policiales que generan dramas. Cuando se producen tragedias siempre es un fracaso. Ese no es el camino, parece que únicamente nos interesa la población de otros países para que nos ayuden en el mercado laboral. Es decir, una visión de la inmigración como un fenómeno de usar y tirar. Hasta que llegó la crisis económica nadie discutía los métodos de entrada. Pero ahora ya no nos interesa que tengan los mismos derechos al trabajar. El debate, desde luego, es muy complejo pero no me parece justo con la historia de España, donde el fenómeno de la emigración ha sido tan grande, que existan leyes diferentes para los que vienen y los que van. Igual es un planteamiento idealista pero, como ser humano y con mis conocimientos sobre el tema, no puedo estar de acuerdo en que el método contra la inmigración sean las barreras. Parece una carrera de obstáculos. Sólo nos interesa cuando vienen a limpiar a nuestras casas o cuando trabajan en cosas que no queremos hacer nosotros. Pero cuando llegan a tener derechos, los planteamientos cambian.

P.- Conoce muy bien el continente africano, ¿qué aprendizaje le queda?

R.- Nos pueden dar muchas lecciones. Ahora muchos de esos países se han convertido en un ejemplo al querer ganarse el derecho a la democracia. Esa gente ha encontrado su momento y son una lección de lucha. Aquí nos hemos conformado con el llamado estado de bienestar.

P.- ¿Qué cree que ocurrirá en Marruecos?

R.- A todos nos gustaría que las reformas anunciadas por el Rey Mohammed VI se llevaran a cabo. Pero la experiencia me dice que, de momento, no se han ganado la credibilidad suficiente. Aunque sí ha ocurrido en otros países, también puede hacerse allí.
 

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