Van dos columnas y las que quedan hasta las elecciones de
mayo. Digo. Mientras en Ceuta, siempre Ciudad Querida, los
mercaderes de la política intentan vender lo mejor que
pueden su producto, desde Unión, Progreso y Democracia (UPyD)
van saliendo propuestas concretas, alternativas y nada
demagógicas, con los pies en la tierra. Así, fue un puntazo
la documentada nota de prensa sobre la notoria falta de
controles en el puerto de Algeciras para embarcarse hacia
Ceuta: aquí, desde este entrañable trozo de España en
África, los ciudadanos debemos superar un riguroso control
antes de subir al barco (nada que objetar, la seguridad lo
primero), más otro no menos coñazo al desembarcar en la
Península… mientras que al contrario, cualquier elemento
puede saltar desde Algeciras a Ceuta con vaya usted a saber
qué tipo de “mercancía” para riesgo o delicia de propios y
extraños: eróticas tangas, clásicos gayumbos, marianos
térmicos, caramelos… o un poco de “goma” de Riodín, por no
hablar de armamento ligero, que esa es otra. ¡Hay que ver…,
hay que ver… con el Arca de Noé!. Montaje, bocadillo y
petaca. Y el que quiera entender, que entienda.
Una de las cosas que más hieden en la sucia carrera
electoral que ya se va disparando, es la búsqueda clientelar
del voto: a tanto la pieza. Obsceno. Ahora ya no ofrecen
menaje de cocina, el listón se ha elevado y parecen primar
otras cosas, desde la posibilidad de un puesto de trabajo
por provisional que fuere a la “garantía” de obtener un piso
protegido. En este Patio de Monipodio en que se ha
convertido el noble arte de la res pública, es legítimo
preguntarse…. ¿qué ofrece UPyD?, ¿va a apoyar nuestras
reivindicaciones?. Por lo que sé, la respuesta es corta y
clara: “Si se tiene razón, pues sí.”. Con independencia del
sector laboral, la etnia o el credo religioso: Unión,
Progreso y Democracia es un partido laico y ciudadano,
progresista y transversal. No es ningún zoco. ¿Y qué
“promete”?: entiendo que junto a medidas puntuales y un
programa con criterios de Estado… ofrece dignidad; ofrece
orgullo. Ese orgullo y esa dignidad que la clase política al
uso le ha robado a la ciudadanía.
En la última parrafada permítanme recordarles, amables
lectores, dos cosuelas: la primera que no soy militante de
UPyD, formación política con la que tengo gran sintonía así
como algunas discrepancias con sus responsables de
relaciones exteriores que a mi entender, toma nota Rosa, les
falta algún un hervor, particularmente en lo que respecta a
sus planteamientos estratégicos con el vecino país,
Marruecos. Rosa, querida, deberías supervisar personalmente
al buen Maura y, sobre todo, a sus apasionados adláteres; de
hecho el pasado 8 de febrero fueron muy primarios y
temperamentales, perdiendo la ocasión de apuntalar
importantes relaciones… Supongo que estarás debidamente
informada pero en todo caso ya sabes, a tu disposición. En
segundo lugar remarcarles que estas líneas son exclusiva
responsabilidad de este escribano del limes. No sé a otros y
allá cada uno con sus “pistolas”, pero a mí nadie me dicta
(ni me ha impuesto nunca) lo que hay que escribir. En las
generales voto a Unión, Progreso y Democracia (UPyD) y en
las locales voto a su representante en Ceuta, el doctor
Julián Domínguez y su abigarrado equipo. Y si alguna línea a
alguien no le gusta, pues ya te digo, Marcelino: que la lean
dos veces. Ya saben, no me oculto: doy mi apoyo crítico y
voto a la marea magenta de UPyD: por dignidad; por eficacia;
porque mi voto sea útil y no chalaneen con él los
“mercaderes” de siempre. Echen un vistazo a su alrededor:
busquen, comparen… y si encuentran otra formación mejor que
UPyD, ¡vótenla!.
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