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sociedad - LUNES, 28 DE MARZO DE 2011


parque de San Amaro. GARDEU.

CRÓNICA / PASEAR POR CEUTA
 

Un domingo en San Amaro

A pesar de los ciervos, los monos y los pavos
reales, la gente echa en falta más animales, “como patos, cabras, tortugas o jirafas, que antes sí había”
 

CEUTA
Patricia Gardeu

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Tienen cara de sueño. Será porque han dormido una hora menos. Sus niños corretean por el nuevo parque infantil. Son las doce del mediodía de un domingo por fin soleado y en el parque de San Amaro no hay demasiadas personas. Una niña intenta mantenerse en pie sobre un monopatín rosa mientras su hermana mayor se coloca los patines. África lleva media vida viendo a niñas como éstas. Desde hace 26 años regenta el kiosco de chuches que se sitúa a la entrada del parque. “Ahora me vienen aquellos niños que se criaron corriendo por este parque con sus hijos”, recuerda. “El parque en estos años ha cambiado mucho, siempre para mejor, lo que pasa es que la gente nunca está conforme”, añade.

Se quejan, por ejemplo, de que hay pocos animales. Tras atravesar el paseo de palmeras y las fuentes, aparecen los primeros animales. Son un oso y un caballo, pero de bronce. Un poco más arriba, otro conjunto escultórico se alza. Es un homenaje al día de la mochila. Apenas hay más humanos por el parque más allá de estos inmortalizados. Una señora anda buscando a alguien que le preste un bolígrafo. Es un buen día para, como hace ella, dar un paseo a solas. Tras ella empiezan las obras. Aún no han terminado las reformas de los senderos de San Amaro. Desde ese punto se ve la bahía. Qué azul está el mar. A la derecha, una ladera de cactus. Una pena que ‘Juan Ma Chota’ se haya dedicado a marcar su firma sobre ellos rompiendo el equilibrio natural.

Canta un gallo. Los animales reales deben estar cerca. También se oyen voces infantiles. Son Adán y Neira, dos niños que observan los ciervos. Sus padres, Agustín y Fátima, están muy contentos con los cambios que ha sufrido el parque pero protestan porque “hay muy pocos animales”. “A los niños lo que le gustan son los patos y no hay ninguno”, explica la madre.

La banda sonora del parque

Tras ellos, el rumor del viento. Hace unos días protestaba un vecino porque le habían dicho que en el parque de San Amaro iban a poner hilo musical. “Pero qué barbaridad”, decía, “si no hay mejor banda sonora que la de la propia naturaleza”.

Precisamente, “que ahora está muy artificial”, es lo que critica Larbi, otro padre de familia. También demanda más animales. “Canguros”, pide su niña. “Antes había tortugas, cabras, jirafas... El parque estaba menos bonito, pero era más natural; más viejo, pero más vivo”, evoca Larbi.

Escaleras arriba sube corriendo una pareja. A ella, Gloria, le encantan las jaras y “lo bien que ha quedado el jardín botánico”. Es la primera vez que suben el sendero. En otras ocasiones, como la mayoría, se quedaban junto a los columpios, las fuentes “y los bancos de diseño”. “El cuidado de las plantas y los columpios”, los puntos a favor según los paseantes. “Que hayan quitado los merenderos y que no puedan entrar las bicicletas”, lo negativo. Escalera abajo, los monos, en dos celdas. Han quitado las verjas y han acristalado sus casas. “Cuando yo era una niña me tiró un mono de la trenza”, contaba una señora. El mono la mira y se rasca la barriga.
 

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