LUNES. 21
Carlos Chocrón me llama por teléfono. Y me muestro
frío. Distante. Y él que no tiene un pelo de tonto se
percata de que lo mío no es una pose sino que sigo molesto
con él desde el día en que se inauguró el Teatro Auditorio
de Ceuta. Y me pregunta el motivo de mi enfado. Y le
respondo que ya se lo diré en su despacho. Pero insiste en
la misma medida que yo me niego a detallarle lo ocurrido. Ya
que para mí el teléfono no es el medio más adecuado para dar
explicaciones de ese tipo. Carlos sabe perfectamente que mi
carácter no casa en absoluto con las salidas de tono de
nadie sin venir a cuento. Y él tuvo una que a mí no me
agradó durante el cóctel ofrecido por Chocrón Joyeros tras
la sensacional actuación de Inma Shara. Con Carlos
llevo yo conversando hace ya la tira de años, y oyéndole y
observando sus ganas de vivir y de hacer cosas. Si bien
tampoco perdí nunca de vista sus momentos irritables.
Momentos en los que pierde la compostura porque las cosas no
salen como él, que es un perfeccionista, quisiera. De
cualquier manera, he quedado en acudir a la cita que me ha
pedido en su despacho para hablar de algo que en su día
dejamos en suspenso. Y para rematar la faena, pues viene
aquí, según creo yo, como anillo al dedo, diré lo siguiente:
“El amor propio es un curioso animal que puede dormir bajo
los golpes más crueles, pero que se despierta herido de
muerte, por un simple arañazo”. No menciono al autor de la
cita porque no quiero levantarme para buscar su nombre en el
libro que tengo en los anaqueles.
MARTES. 22
Acudo a la comida que venimos celebrando desde hace ya
varias semanas quienes nos sentimos la mar de bien
conversando. Los quienes somos cinco. Y tratamos por todos
los medios de exponer nuestras opiniones sin que haya motivo
alguno para la discordia. A medida que avanza la tarde la
charla adquiere mejor tono y aumenta el desenfado y la
alegría. Hoy, cuando estamos en ese momento, a uno de los
contertulios se le ocurre preguntar si conocemos a Manolo
Camacho. -El cual, debido a un momento estupendo como
portero, Marca le concedió el sobrenombre de El Gato de
Benicarló-. Y respondimos que sí. Faltaría más. Pues
bien, apenas hecha la confirmación, allá que hizo su entrada
en el Restaurante el recién mencionado Camacho. Y,
naturalmente, se le invitó a compartir la sobremesa. Camacho
ama el fútbol por encima de muchas otras cosas. Yo le
recuerdo cuando en los comienzos de los años ochenta me
buscaba para ponerme al tanto de sus actuaciones como
guardameta. Manolo Camacho estaba sobrado de afición y
reunía cualidades para hacerse a la idea de que podía
abrirse camino en una profesión siempre difícil y en un
puesto tan complejo y específico como es el de guardameta.
La suerte no fue su mejor aliada en lo tocante al fútbol.
Pero él en vez de agriar su carácter supo aprovecharse de la
profesión para mejorar como persona en todos los aspectos.
Me han contado, y no es la primera vez, que MC se desvive
por ayudar en cuanto puede a todos los profesionales del
fútbol que llegan a esta tierra. Y, claro está, a mí me
alegra destacar ese buen hacer de quien nadie le puede
quitar seguir siendo recordado como El Gato de Benicarló.
Porque así lo quiso un día un periodista perteneciente al
Diario Marca.
MIÉRCOLES. 23
Lleva ya muchos años como funcionario municipal y se conoce
los entresijos de la Casa de arriba abajo y de izquierda a
derecha. Ha visto desfilar políticos de todos los colores.
Algunos, como él suele decir, con muy poca lacha. O sea,
carentes de vergüenza. Y dado que siempre me ha tenido tanta
ley como confianza, cuando nos vemos me va citando los
nombres de quienes se lo han llevado calentito. Y hay
momentos en que surgen anécdotas que nos permiten a los dos
reírnos a mandíbula batiente. “¿Te acuerdas de aquel día en
que…?”. Y yo le respondo, con celeridad, pues claro hombre…;
pero si aquel día en un sótano del Muralla presencié yo lo
del innombrable con el delegado de Ciudad Limpia. Vuelve a
intervenir el funcionario municipal: “Pero seguro que tú no
presenciaste nunca lo que sucedía, un día sí y otro también,
en la cafetería de la plaza de África cuando se citaban allí
a las personas que andaban buscando casas subvencionadas”.
Que sí, hombre, que sí. Que esa situación era de dominio
público. Y cuando nos damos cuenta llevamos más de media
hora dándole a la mui. Así que damos la charla por
concluida. Y a vivir que son días.
JUEVES. 24
Voy leyendo El Pueblo de Ceuta y cuando llego a la página 41
hallo una información en la que Mariano Rajoy anima a
sus diputados a que redoblen los esfuerzos en esta época
electoral y les recomienda que no caigan en la euforia. Lo
cual me parece muy bien. Pero sigo leyendo y me encuentro
con el siguiente párrafo: En resumen, Rajoy ha exhortado a
los diputados a que trabajen más, a que “cojan la maleta y
recorran la geografía…”. Y, rápidamente, me he acordado
Fernando Lázaro Carreter. Quien le habría dicho: ¡Tú
también, hijo; tú también dándole vida a un tópico que
produce rubor mencionarlo! Y menos mal que al presidente del
Partido Popular no se le ha ocurrido cometer aun mayor
desatino indicándoles a los suyos que hagan el viaje a todo
lo largo y lo ancho de la geografía española. Pues hubiera
sido ya el colmo del despropósito. Con lo fácil que es -¿o
no, don Mariano?- decirles a los suyos: recorran España. Y
sanseacabó.
VIERNES. 25
Ayer se me ocurrió sentarme a comer en un restaurante que
estaba más solo que un cementerio nocturno. O como suele
decir alguien a quien aprecio: más solo que las oficinas de
un ministerio a la hora del café. El vacío que presentaba el
establecimiento me hizo mucha ilusión. Así que no pude menos
que decirme: vaya, hoy no me toca aguantar a ningún pelmazo.
Y me equivoqué: en principio, porque pronto se sentaron a
otra mesa tres individuos que comenzaron a presumir de estar
comiendo cigalas. Los tres, dos de ellos muy conocidos en su
casa, seguramente, y un tercero que se ha hecho un nombre en
esta tierra. Y estuve tentado, en un momento determinado, de
decirles una guasa de las que se acostumbran a decir por la
Caleta gaditana. Pero me contuve. Y lo hice pensando en que
lo mejor sería seguir disfrutando, al menos una vez, de
comer sin que nadie me molestara. Pero que si quiere arroz,
Catalina. Cuando menos lo esperaba llegaron tres personas
que decidieron compartir conmigo mesa y mantel. Y allá que
tuve que aguantar las impertinencias de una de ellas: una
que vive convencida, no sé por qué motivo y razón, que lo
mejor para mí sería convertirme en un continuo alzafuelles
de sus caprichos. Y, claro está, no tuve más remedio que
agitarme de manera ficticia para que creyera que había
conseguido ofuscarme. (alzafuelles es palabra que viene en
el diccionario).
SÁBADO. 26
Estoy dentro de una profesión en la que aun en el mejor de
los casos, me encuentro en libertad vigilada. Menos mal que
asumo la situación con buen talante. También es cierto que
un columnista sería libre de escribir lo que quisiera en el
caso de que fuera el dueño del medio de comunicación. Y ni
siquiera así lo veo tan claro. Pero a pesar de los pesares,
mentiría si no dijera que en estos momentos me lo estoy
pasando la mar de bien. Sobre todo leyendo las tonterías que
se vienen escribiendo y diciendo, desde todos los frentes,
cuando todavía no ha comenzado la campaña electoral de unas
elecciones que tiene ganadas el Partido Popular con el menor
esfuerzo. Lo cual no significa que el triunfo absoluto que
obtendrá en mayo el PP, gracias al tirón de Juan Vivas,
sea para que algunos diputados populares vayan escupiendo
por un colmillo. Y más que sacar pecho en lugares públicos,
los tales diputados, lo que tendrían que hacer es invocar a
su santo predilecto para que Vivas llegue en perfecta forma
física a la cita. Porque sin éste en forma, tengo la certeza
de que el PP sería menos PP.
|