Grito, grito…¡ Mientras el sufrido
campo marroquí donde todavía vive el cincuenta por ciento
del país se mantiene en calma, los estudiantes de los liceos
(institutos) tomaron el pasado miércoles las calles con el
elocuente lema ¡Assrokh! (Grito), sumándose a la marejada
social que como una mancha de aceite va extendiéndose por
todo Marruecos exigiendo cambios estructurales profundos y
no meras reformas cosméticas, tan al uso en la tradición
política makhzeniana. Desde Rabat a Salé, pasando por las
ciudades atlánticas de El Jadida (La Nueva) al sur de
Casablanca o Agadir, las imperiales capitales de Fez,
Mequinez o Marrakech, villas del Atlas como El Hajeb o
Khenifra por no hablar del siempre revuelto norte (Tánger,
Tetuán, Alhucemas…), los estudiantes de enseñanzas medias
han querido hacer oír su voz reclamando, no solo mejoras en
el sector de la enseñanza sino sumándose a ese profundo
cambio prometido por Mohamed VI en su histórico discurso del
9 de marzo. En la tierra de la lavanda, en esa luminosa
Alhucemas fundada por España, los estudiantes fueron más
lejos exigiendo la incorporación del tamazigh (lengua
bereber) como lengua oficial al lado del árabe, la dimisión
del gobierno de Abbas El Fassi, la profunda revisión de la
Constitución y una regionalización (descentralización)
avanzada.
“Chuia, chuia” (poco a poco), de forma pacífica y madura, la
ciudadanía mantiene la presión “para que no nos escamoteen,
una vez más, los cambios que necesita el país”: domingos,
miércoles o cualquier día de la semana es bueno para que los
diferentes actores sociales se reúnan exigiendo profundas
reformas que aumenten la calidad de vida y profundicen en la
democratización de las instituciones marroquíes. En este
proceso dos son las notas discordantes: desde el poder,
parece ya una torpe obcecación el mantenimiento como Primer
ministro de un desprestigiado e inoperante Abbas El Fassi,
cuyo gobierno es incapaz de encauzar los cambios en marcha y
corre el riesgo de verse en cualquier momento superado por
las circunstancias; desde la calle, es preocupante el
intento de remontada al calor de la protesta social del
islamismo radical, a caballo de las disciplinadas huestes
del movimiento alegal “Justicia y Espiritualidad” que van
emergiendo, aquí y allá, intentando llevar las revueltas
aguas de la contestación a su turbio molino, sin ir más
lejos el último domingo en Casablanca cuando intentaron, en
beneficio propio, capitalizar la concentración de protesta.
Y eso que aun no han echado toda la carne en el asador, pues
las grandes manifestaciones están aun por llegar.
Está claro que la gente espera un nuevo concepto del poder
y, en este sentido, bien hará el joven soberano Mohamed VI
en seguir su instinto y profundizar sin cicatería en las
reformas prometidas. Aun para Marruecos, hoy día es inviable
que en una misma figura se aglutinen el poder económico (el
holding real es la primera empresa del país), el poder
político (el rey es jefe del Estado) y el poder religioso (Amir
Al Moumenim). Mohamed VI se encuentra en una situación harto
difícil, pues si no cabe la menor duda de que es el
principal árbitro de la situación y buena parte de la
solución del problema, también por otro lado parece claro
que forma parte del mismo.... En la actualidad no parece
probable que en la reforma constitucional se disocie la
jefatura del Estado de la jefatura religiosa, pero los
acontecimientos van muy deprisa y puede pasar cualquier
cosa. La realidad marroquí es sin duda diferente a la de
otros países de su entorno, pero Marruecos también está
contaminado por la “primavera magrebí”, no es ninguna
excepción.
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