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ACTUALIDAD - DOMINGO, 27 DE MARZO DE 2011


juan vivas. archivo.

CONGRESO DE LOS DIPUTADOS /ANTE LA COMISIÓN MIXTA PARA LA UE
 

Vivas: “Ceuta necesita de la solidaridad del Estado y de Europa”

Discurso íntegro del presidente de la Ciudad Autónoma en el Congreso de los Diputados ante la Comisión Mixta para la Unión Europea
 

CEUTA
Redacción

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Señor Presidente, Señorías, muchas gracias por la invitación, y muchas gracias por tener la iniciativa de abordar un asunto de tanta trascendencia para nuestras dos ciudades como es el del reconocimiento de nuestras singularidades en el seno de la unión Europea. Un asunto que afrontaré procurando dar cuenta, de manera resumida, de los aludidos condicionantes, así como de las necesidades y razones que, según nuestro criterio, justifican el apelado tratamiento singular.

Sin embargo, y siendo consciente de la ocasión única que me brindan, y se me presenta, me van a permitir que me aproxime al objeto de la convocatoria haciéndoles, a modo de prólogo, partícipes de algunos aspectos de nuestra realidad, de la realidad de Ceuta, casi siempre necesitada de divulgación.

Cumpliendo con esta pretensión debo comunicarles que, como bien saben, Ceuta es parte de la España extrapeninsular; una ciudad situada al otro lado del Estrecho, y que merece ser calificada de atractiva. Atractiva por la generosidad con la que la naturaleza la ha tratado; atractiva por la condición de su gente, cálida y acogedora; y atractiva por ser un lugar de encuentro donde se vive compartiendo por encima de credos y razas; un lugar en el que la diversidad es motivo de aprecio, y donde la historia ha dejado huellas que acreditan, de manera irrefutable, su pasado.

Una historia rica y profunda. Por aportar solo unas breves referencias, me permito significa las siguientes:

-Que los fenicios tuvieron en Ceuta una de sus factorías; que debe su nombre a Roma, quien construyó una basílica cuyos restos dan luz a uno de nuestros principales museos; y que fue califal y andalusí, una época de esplendor cultural, comercial y naval.

-Que entra en la era moderna en 1415, pronto se cumplirán 600 años, de la mano del reino de Portugal, a quien debe fuero, carácter y símbolos; y que en 1640, tras separase nuevamente las dos coronas, las instituciones locales deciden mantenerse fieles a la española, obteniendo de Felipe IV el título de Noble, Leal y Fiel.

-Que en siglo XIX los aires de libertad y constitucionales cruzan, una vez más, el Estrecho, convirtiéndose la junta local en ayuntamiento constitucional. Y las dos guerras, la de la Independencia y la Africa, y con ellas hechos heroicos.

-Y que ya en el siglo XX, además de haber sido, en su primer tercio, plataforma logística para la proyección de los intereses de España en el norte de Africa, vive idénticos avatares a los del resto de la Nación hasta alcanzar la senda de libertad, de progreso y de concordia que ha significado nuestra Constitución de 1978; y la integración en Europa; y la promulgación, en 1995, de nuestro Estatuto de Autonomía.

Una historia que da fundamento a las principales esencias de nuestra ciudad, entre ellas:

a) La de ser una prolongación de la península en el norte de Africa; si se me permite la licencia simbólica, Hércules, que plantó en Ceuta una de sus columnas, no nos separó, antes al contrario, estableció un puente permanente entre las dos orillas para el tránsito vital de la cultura, la ciencia, el arte y el pensamiento, y sobre todo, los sentimientos, que cuando cruzan el Estrecho en vez de devaluarse se reafirman.

b) Su secular carácter de lugar propicio para la convivencia. Ceuta fue pionera e impulsora de la libertad de cultos y de la acogida a las comunidades judía, musulmana e hindú.

c) El valor de la resistencia, como prueba el haber defendido, durante el siglo XVIII, un asedio que duró más de 30 años; y

d) La principal condición: la ser y sentirse España. Un sentimiento compartido por todos los ceutíes, por encima de ideologías, credos y razas; un sentimiento que, en algunas muy significadas ocasiones, sale a la calle para manifestarse de manera entusiasta y rotunda; así fue en la fecha inolvidable en la que los ceutíes tuvimos la dicha de recibir a sus Majestades Los Reyes. Un día en el que los ceutíes percibimos a pie de calle, en nuestro palacio municipal y, muy especialmente, en nuestros corazones, que el Rey, que su Majestad es, además de jefe del Estado, el símbolo de su unidad y permanencia.

Los ceutíes nos sentimos orgullosos de nuestra historia, de sus personajes ilustres, como son los casos de Al Idrissis, uno de nuestros principales cartógrafos, de Enrique el Navegante, fiel reflejo de nuestro carácter, o del Teniente Ruiz, nuestro héroe del 2 de mayo; y de formar parte de una España unida, plural, cohesionada y solidaria. Una condición, como ha quedado dicho, esencial, cuya defensa también se manifiesta en el empeño, cotidiano y anónimo, por superar unos condicionantes y dificultades que nos caracterizan. Empeño por lograr unos niveles de vida, de calidad en los servicios públicos, de cohesión social, y de oportunidades iguales a los del resto de España; empeño, en definitiva, por evitar que las mencionadas dificultades penalicen la residencia en nuestras dos ciudades y, de esta forma, provoquen el desarraigo de la población. Para ello sabemos que no estamos solos; para ello sabemos que podemos contar con el apoyo solidario del resto de los españoles.

Los condicionantes y sus efectos


Efectivamente, Ceuta y Melilla sufren unos condicionantes y unas dificultades singulares en el territorio común, ya que a la extrapeninsularidad, a la escasez de recursos naturales, y la reducida superficie, se une el hecho de ser las dos únicas fronteras terrestres de España y de Europa en el continente africano.

En mi opinión, la mejor manera de entender los efectos de los mencionados condicionantes y dificultades es a través de los ejemplos, algunos son muy ilustrativos:

a) La ciudad de Ceuta, que, como bien saben, es al mismo tiempo entidad local y autonómica, no puede compartir los costes ni, por tanto, mancomunar ningún servicio con ninguna comarca próxima, ni recurrir a ningún ayuntamiento vecino en situaciones de necesidad. Este es el caso, entre otros, del servicio de extinción de incendios. Nuestra ciudad necesita, y cuenta, con una plantilla de aproximadamente 90 bomberos, cuando la media es de 30 funcionarios en municipios de similar tamaño.

b) En Ceuta no contamos con ningún recurso hídrico natural, salvo la pluviometría, que, por otra parte, ve limitadas sus posibilidades de aprovechamiento por la reducida capacidad de embalse. Como resultado, casi toda el agua que consumimos procede de la desalinización, lo que supone soportar un coste por metro cúbico de agua producida o captada tres veces superior a la media nacional.

c) El reducido tamaño, y por tanto la no disponibilidad, en términos de población, de una masa crítica adecuada, hace que también se encarezcan, en comparación con el resto de España y de manera exponencial, otros dos servicios medioambientales básicos: el tratamiento y eliminación de residuos y la depuración de las aguas.

d) La falta de suelo –las propiedad de Defensa y los espacios de reserva natural suponen dos tercios de la superficie total – derivan en enormes dificultades para la dotación de equipamientos y para la construcción de viviendas.

e) Y para terminar con los ejemplos de servicios típicamente municipales: la limpieza viaria y la recogida domiciliaria de basuras; un servicio cuyo coste por habitante duplica en Ceuta a la media nacional, por razón de su compleja orografía, de la alta densidad de población, incluida la flotante, y del trasiego de la frontera.

Mención especial merece el análisis de las consecuencias que se derivan de ser, nuestras dos ciudades, fronteras entre dos mundos con abismales diferencias de niveles de vida y de protección social. La primera de estas consecuencias, la presión migratoria. Ceuta y Melilla experimentan la presión migratoria en casi todas sus variantes:

a) La de origen subsahariano, asiático y magrebí que utiliza a nuestras dos ciudades como tránsito para pasar a la península, lo que obliga a un extraordinario despliegue en orden a garantizar la seguridad de los respectivos perímetros fronterizos, y al mantenimiento de dos centros de estancia temporal de inmigrantes, en ocasiones sometidos a tensiones que trascienden al conjunto de la ciudadanía; y

b) la de carácter transeúnte, la que procede de las localidades próximas del país vecino, personas que pasan todos los días las fronteras para buscarse la vida o satisfacer otras necesidades vitales; a este respecto, el ejemplo de la asistencia hospitalaria es probablemente el más elocuente, pero no el único; en el ámbito de los servicios que son competencia de la Ciudad Autónoma, cerca de un 15% de los usuarios de las prestaciones sociales básicas son residentes en el vecino país; y el 80% de los gastos de atención a menores, que se cifra en una cantidad cercana a los 10 millones de euros al año, son originados por menores extranjeros no acompañados. Un esfuerzo que pone en evidencia el carácter solidario de ceutíes y melillenses, por cuanto que estos mismos recursos podrían destinarse, de manera alternativa, a cubrir en nuestras ciudades necesidades sociales de la población residente, que también son muchas y muy acuciantes.

Al amparo del señalado hecho fronterizo se sustenta un asimismo singular actividad económica que para Ceuta supone un relevante renglón comercial, tanto por lo que hace referencia a los turistas procedentes del país vecino como, y muy especialmente, por lo que concierne al denominado comercio transfronterizo, que se estima moviliza un volumen de 266 millones de euros al año. En cualquier caso, una actividad comercial que, conviene aclarar, beneficia mucho más, muchísimo más, al país vecino que a Ceuta, en renta, en empleo, y en suministros básicos. Baste significar que, de esta actividad comercial y de otras oportunidades de empleo que nuestra ciudad ofrece, en las localidades próximas del país vecino viven cerca de 17.000 familias, sin computar los efectos indirectos o inducidos.

Relaciones económicas y comerciales que las instituciones ceutíes y los agentes locales desean normalizar y potenciar mediante el establecimiento de una aduana comercial en el paso fronterizo; una aspiración que, por razones obvias, sería beneficiosa para ambos lados de la frontera; pero que sabemos que no es nada fácil, más bien todo lo contrario, muy difícil, porque el comportamiento de las autoridades del país vecino demuestra un nulo interés por favorecer vías de colaboración y complementariedad en el campo económico y comercial. Los ejemplos son igualmente concluyentes.

La comentada imposibilidad de ampliar el mercado a través del país vecino, e incluso de abaratar determinados abastecimientos procedentes del mismo, como es el caso de los áridos, unido a la antes referida extrapeninsularidad, implican, en la práctica, el estrangulamiento de la actividad productiva local, cuyo desarrollo se enfrenta a dos muros infranqueables: de una parte, la mencionada actitud negativa de las autoridades del país vecino para enfocar las relaciones económicas desde la óptica de la complementariedad, la normalización y la cooperación; y, de otra, la barrera de tener que soportar el precio del transporte marítimo más caro de España y de Europa. Unas limitaciones que explican por qué la actividad productiva tiene tan poco peso en el producto interior bruto de Ceuta, y por ende, por qué sufrimos de manera endémica una altísima tasa de paro, característicamente inelástica en relación con la situación económica general.

El Régimen Económico y Fiscal especial y el balance de la integración en la unión europea


Para dar respuesta a los expresados condicionantes, y a sus efectos, tanto en Ceuta como en Melilla, la presencia de las administraciones públicas y de las inversiones de esta naturaleza son sensiblemente superiores a la media del resto de España, y además nuestras dos ciudades cuentan con un régimen económico y fiscal especial respecto del que resulta oportuno comentar algunos de sus rasgos característicos:

a) Se trata de un fuero tradicional. A Ceuta se le reconoce la condición de territorio franco en 1863, existiendo otros precedentes históricos de exenciones fiscales y arancelarias de parecida naturaleza.

b) No convierte a nuestras dos ciudades en paraísos fiscales. Ni lo hemos sido nunca, ni lo somos, ni lo queremos ser.

c) Es plenamente compatible con el derecho comunitario. De forma tal – esta es otra de las especificidades económicas de nuestras dos ciudades – que Ceuta y Melilla están integradas en la Unión Europea pero no forman parte de la Unión Aduanera; y

d) En cuanto a su contenido, junto con la mencionada condición de territorio franco aduanero, este se concreta, de manera así mismo resumida, en: la no aplicación de la imposición indirecta estatal, tanto general como especial; la existencia de bonificaciones y deducciones en la imposición directa, IRPF y sociedades; la vigencia de un tributo local propio que en la actualidad grava las importaciones, las operaciones interiores y los servicios, y que constituye la principal fuente de financiación de los servicios que la Ciudad tiene encomendados; y la aplicación de bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social para los trabajadores y empresas pertenecientes a los sectores del comercio, la hostelería, el turismo y la industria. Un incentivo, este último, relativamente reciente, por cuanto data del año 2003, y que ha sido, en lo que hace referencia a sus efectos en el empleo, la medida más importante adoptada durante los últimos 25 años en el ámbito del régimen económico y fiscal especial de nuestras dos ciudades.

Un régimen especial que se mantuvo sin prácticamente ninguna variación con ocasión de nuestro ingreso en la Unión Europea, entonces Comunidad Económica Europea; una decisión que, cabe presumir, se tomó por considerar que la nueva situación, a pesar del cambio radical que suponía, no impediría que el señalado fuero especial pudiese atender satisfactoriamente los objetivos que, insisto, lo justifican: contrarrestar, de manera eficaz, los efectos que, tanto en la cobertura de los servicios públicos como el desarrollo económico, tienen los condicionantes que singularizan a nuestras dos ciudades.

Aún cuando forma parte del pasado, considero oportuno, atendidos los fines de esta comparecencia, hacer un poco de memoria. Un ejercicio que nos permite recordar que el primer impacto de la comentada integración en la Unión Europea no fue nada beneficioso para la economía ceutí, y ello por dos razones:

a) Le dio la puntilla a un modelo basado en la excepcionalidad que suponía un territorio franco aduanero a tan solo 20 kilómetros de distancia de un ámbito marcadamente proteccionista; un modelo en el que sus dos más notables manifestaciones eran la economía del bazar y el avituallamiento a buques; y

b) Puso en jaque a la principal fuente de financiación de la ciudad, entonces ayuntamiento, al considerarse por las instancias comunitarias, y por los tribunales nacionales, que el anterior arbitrio discriminaba a las importaciones en beneficio de la producción interior.

Además, y de manera casi simultánea, se producen otros acontecimientos que agravan aún más el panorama: la aparición de Gibraltar como un competidor comercial mucho mejor situado para atender a la demanda peninsular que buscaba ventajas fiscales comparativas; la drástica reducción de los efectivos militares; y la confirmación del peligro que suponía la cada vez mayor dependencia de la hacienda local de la evolución del comercio transfronterizo.

Con el paso del tiempo, las cosas cambian, y de manera sustancial; así:

a) Aparecen las ayudas procedentes de Europa bajo la forma de fondos estructurales y de cohesión. Unas ayudas que alcanzan su máximo histórico en el periodo 2000/2006, con una media anual de ayuda de 22,4 millones de euros.

b) Se toman medidas para fortalecer y garantizar la suficiencia de la hacienda local, concretamente en los años 1996 y 2001, en los que, respectivamente, se refuerza el anterior arbitrio municipal con los impuestos especiales sobre las labores del tabaco y sobre los hidrocarburos, además de con el extinto ITE; y se establece un mecanismo legal para garantizar la recaudación del nuevo tributo al margen de la evolución que experimente el tantas veces referido comercio transfronterizo. Dos medidas que en estos momentos representan, en cuanto a su repercusión fiscal, más del 40% del presupuesto corriente de la Ciudad, y que reportan una cifra cercana a los 90 millones de euros anuales.

Gracias a las señaladas fuentes de financiación, la ciudad recupera el tiempo perdido y, en consecuencia, renueva y moderniza la trama urbana y los equipamientos de toda índole; resuelve problemas crónicos de naturaleza medioambiental, como son los casos de la cobertura integral del ciclo del agua y del vertido de los residuos sólidos urbanos; mejora la calidad de los centros hospitalarios, de los educativos, y de los servicios locales, hasta equipararlos a las medias nacionales; aumenta el nivel de protección social; pone en valor el patrimonio histórico, natural y cultural; y amplía las infraestructuras del transporte, entre otras realizaciones.

Al mismo tiempo, el esfuerzo inversor llevado a cabo permite que se reduzca en 11 puntos la diferencia que en renta per cápita existía con la media nacional, que ahora son prácticamente iguales; que se hayan producido 4.800 altas en la Seguridad Social en los últimos diez años, con un crecimiento relativo superior al del resto de España; y que la hacienda de la ciudad haya podido cubrir los déficits de los servicios transferidos al amparo del estatuto de Autonomía, e implicarse económicamente, y de manera notable dadas las acuciantes necesidades, en áreas de gestión que no entran dentro de sus competencias. Son los casos de la educación, el empleo, y de los servicios sociales.

Por tanto, y en resumen, un balance positivo de la comentada integración en la Unión Europea, por el beneficioso impacto que las ayudas recibidas han tenido, pero también, y de manera muy significada, por otras dos razones de mucho peso: porque la incorporación a Europa ha reportado a nuestra ciudad estabilidad, confianza, y seguridad; y porque ha sido buena para España, y todo lo que sea bueno para España es, sin duda alguna, bueno para Ceuta.

Un apoyo por parte de Europa que debe continuar por ser vital para poder seguir acometiendo la tarea de remediar los déficits que, en infraestructuras y equipamientos, todavía persisten, pese al esfuerzo realizado; y porque la pérdida o la caída de las referidas ayudas tendría efectos muy perniciosos en el producto interior.

En cualquier caso, el referido balance positivo en materia de equipamientos y de servicios públicos, no nos debe hacer olvidar que ni los aludidos efectos beneficiosos de la integración en la Unión Europea ni tampoco el contenido del régimen económico y fiscal especial, han sido suficientes para atender eficazmente el otro gran objetivo: vencer las barreras que, como antes decía, estrangulan y dificultan el desarrollo de la actividad productiva y la creación de empleo en nuestras dos ciudades. Para ello se necesita más; para ello se necesita afrontar, con audacia y determinación, la actualización y perfeccionamiento del mencionado régimen especial, lo que, a su vez, supondría cumplir con el mandato recogido en nuestros Estatutos de Autonomía.

Una revisión del REF que, más que impedir, anima a reflexionar igualmente acerca del mantenimiento de la condición de territorio franco aduanero; por tanto acerca de la posible incorporación de nuestras dos ciudades a la Unión Aduanera Común. Una decisión que, en todo caso, debería estar supeditada al cumplimiento de dos condiciones: que la misma sea compatible con el resto de peculiaridades fiscales; y que no perjudique a las actividades que, de manera tradicional, vienen llevándose a cabo al amparo del actual estatus arancelario.

Peticiones


En fin, Señor Presidente, Señorías, estas son, a grandes rasgos, las peculiaridades y las necesidades que, en nuestra opinión, justifican un tratamiento singular por parte de la Unión Europea para nuestras dos ciudades. Un tratamiento específico de características parecidas al dispensado a las regiones ultraperiféricas, que debe tener dos consecuencias ineludibles y, quizás inmediatas:

a) El mantenimiento, y si es posible, el incremento de las ayudas que ahora se reciben, con independencia de cual sea la evolución del PIB per cápita en términos comparados con el resto de la Unión. A estos efectos debe tenerse en cuenta el precedente del vigente periodo de programación, donde se consideró, para un incremento de las ayudas, nuestra singular condición fronteriza; y

b) El reconocimiento y autorización, en lo que proceda, de las ayudas de Estado e incentivos que sean precisos para contrarrestar eficazmente los efectos que, en los servicios públicos, en la actividad económica, en el empleo, y en la cohesión social, tienen los tantas veces mencionados condicionantes estructurales.

Pero, Señor Presidente, Señorías, con ello no basta. Si de verdad se quiere prestar atención a las difíciles y complejas circunstancias que en nuestras dos ciudades concurren; si de verdad se quiere cumplir con la obligación de propiciar la igualdad de todos los españoles en niveles de vida, en calidad de los servicios públicos, y en oportunidades de empleo; con independencia de que vivamos en nuestras dos ciudades autónomas, en la península o en las islas; resulta imprescindible, e insustituible, la decidida acción de los poderes del Estado.

Al servicio de los expresados objetivos, con base en los argumentos que he tenido la oportunidad de exponer en esta comparecencia, y desde la más sincera y absoluta lealtad institucional, las dos ciudades hemos planteado, y defendemos, un conjunto de medidas que, en resumen, se corresponden con:

1.- Compensar a las dos Ciudades por los mayores costes que en los servicios transferidos ocasiona el hecho fronterizo y la extrapeninsularidad.

2.- Establecer los mecanismos que sean necesarios para garantizar unos precios iguales a los del resto de España en los servicios básicos de abastecimiento de agua, depuración de las residuales, tratamiento y eliminación de los residuos sólidos urbanos, y suministro de energía.

3.- Intensificar los esfuerzos en cohesión social y en la lucha contra las condiciones de marginalidad.

4.- Ampliar las bonificaciones y deducciones en sociedades y en el IRPF, al objeto de incentivar la inversión y el empleo y favorecer la residencia.

5.- Consolidar y ampliar el régimen de bonificaciones en las cuotas a la Seguridad Social, de conformidad con los acuerdos que al respeto han sido alcanzados.

6.- Revisar el IPSI, con la finalidad de que, sin perder su función fundamental de garantizar la suficiencia financiera de las haciendas de nuestras dos ciudades, sea, al mismo tiempo, un instrumento que favorezca la mejora de la competitividad del tejido productivo local, y en particular del comercio.

7-. Abaratar el precio de los transportes marítimos y aéreos, para evitar que estos precios sean barreras insalvables para el desarrollo de nuestras dos ciudades; y

8.- Considerar a los puertos de nuestras dos ciudades como infraestructuras vitales para satisfacer aprovisionamientos básicos y para la comunicación con el resto de España, reconociéndoles, por tal motivo, un trato especial en el que no prime el criterio común de viabilidad y racionalidad empresarial.

De cualquier forma, y participando de las difíciles circunstancias económicas y presupuestarias que a todas las administraciones nos ha tocado vivir, también queremos dejar constancia de nuestro compromiso con la austeridad y la contención del gasto, procurando, a estos efectos, optimizar, hasta el límite de lo posible, los recursos disponibles.

Despedida y cierre


Para terminar, y reiterando mi agradecimiento, tanto por la invitación como por la atención prestada, me van a permitir que les traslade dos últimas convicciones:

Una, que Ceuta y Melilla necesitan de la ayuda solidaria del Estado y de Europa para afrontar y superar las difíciles circunstancias que, en forma de condicionantes estructurales, en nuestra dos ciudades concurren. Una petición que planteamos a quien puede, pero, sobre todo, a quien estoy seguro de que quiere.

La otra, que Ceuta y Melilla merecen ser ayudadas, porque representan un ejemplo de vocación permanente de servicio a España, y un modelo de convivencia basado en el aprecio y respeto a la diversidad cultural y étnica, en el imperio de la ley, en la supremacía de los valores democráticos
 

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