Ayer me refería a “la estrategia
de la hormiga” para definir la operatividad del Partido
Popular y la sucesiva y continuada realización de logros.
Esto-eso-aquello y después la visión de conjunto.
Y ante las evidencias que están ahí crece mi incredulidad
ante la reiteración penosa de las críticas de la Coalición
Caballas, esta vez convocando en viernes para una ración de
su eterno y quejumbroso “más de lo mismo”. Lógico que el
electorado desconfíe, porque exponer lo criticable de forma
evidente y fundamentada es lógico, pero quejarse ante éxitos
comunes que afectan a toda la ciudadanía y que a todos
benefician es una postura realmente mezquina.
No hay que olvidar que los votantes no son estúpidos y que
cada vez resultan más difíciles de engatusar, porque hoy
todos estamos muy informados, sobresaturados de información
y de datos fiables. Por ello cuando ante la visita del
Presidente Vivas al Príncipe la Coalición se lamenta a los
ciudadanos les resulta absurdo e incomprensible. ¿Por qué
atacan obras y actuaciones que favorecen a la comunidad?.
Los vecinos están eufóricos ante los proyectos que se están
llevando a cabo, les gustan las avenidas, quieren relanzar y
mejorar la barriada porque desean una mayor calidad de vida
y disfrutar de buenos servicios, el Gobierno promete llevar
a cabo unas acciones respondiendo a las peticiones vecinales
y cumpliendo las expectativas de todos y la gente se muestra
encantada. ¿Qué desea la Coalición de las narices? ¿Lograr
su vivero de votos del descontento y del abandono? ¿Molesta
a Caballas la prosperidad y la modernización cuando la
llevan a cabo “otros”? ¡Que actitud tan vil!
Realmente no hacen más que demostrar un desprecio olímpico
por los deseos y las sensibilidades de los ceutíes y no se
alegran ni se congratulan por los logros, por cada logro,
por cualquier logro, que resulte beneficioso para la
colectividad. ¿Es que acaso temen que las mejoras supongan
el que los habitantes de la barriada comprendan de mano de
quien vienen la prosperidad y el progreso y quien cumple sus
compromisos? Desde luego de ellos no. Nunca han hecho nada.
O casi nada. Mucha palabrería hueca y mucha moralina de
oenegé jugando con las necesidades de los menos favorecidos.
Pero cuando se actúa y se consiguen resultados casi
milagrosos en un tiempo record, cuando se multiplican las
inversiones, se relanza una zona y se consiguen metas,
entonces se enfadan porque “no lo han hecho ellos”. Ni lo
van a hacer jamás, no son gestores ni son tecnócratas, no
saben hacerlo.
Y si verdaderamente desearan con honestidad y rectitud el
bien común tendrían la grandeza moral de reconocer los
méritos ajenos y congratularse con ellos, felicitarían a
Vivas por sus logros, porque benefician a muchos vecinos y
esa postura generosa de reconocimiento de lo positivo del
contrario es la que demuestra ante los ciudadanos que ellos,
los de la Coalición, no viven de rascar y arañar los votos
de la frustración y del descontento, sino que están felices
cuando cualquier partido y en cualquier circunstancia
beneficia a los ceutíes. Hay posturas generosas y coherentes
que despiertan admiración, es lo que se llama “altura de
miras”, se relegan a segundo plano las aspiraciones y las
ambiciones partidistas y se aplaude todo cuanto es bueno
para la colectividad. Y esas actitudes generan respeto.
Pero el mangurrinéo de calificar de “electoralista”
cualquier logro conseguido y beneficioso es el summun de la
inquina y la materialización de la maldad. Si el Presidente,
también llamado “la hormiga atómica” por su continuada
laboriosidad, acude al Príncipe, le acusan de tratar de
rentabilizar el hecho por “electoralismo”. Pero si no acude
le critican por el desinterés que muestra. Si realiza
grandes obras es por “electoralismo oportunista” y si no las
lleva a cabo es porque es un mentiroso que promete
falsedades para engañar a la gente.
Los resultados de este Gobierno, que ahí están, pueden
acercarse a verlos dando un paseo, generan quejas por parte
de la Coalición. Pero si no existieran resultados se
quejarían lo mismo por la ausencia de logros y por el
incumplimiento de compromisos.
De algo tienen que vivir y de algo tienen que hablar. La
estrategia del hormiguero, del esfuerzo colectivo, es más
discreta y menos alborotadora, ni se quejan ni se lamentan:
actúan. ¿Hacen falta aparcamientos? Se hacen aparcamientos y
una vez ejecutados se inauguran, pero, según los quejicosos
se inauguran por “electoralismo” y en lugar de alegrarse por
los puestos de trabajo generados y los jornales levantados
por los operarios en una nación con más de cuatro millones
de parados, se enfadan porque se han hecho las obras y quien
las ha realizado las quiere inaugurar y que los ciudadanos
las disfruten. La continua y tozuda eficacia del Gobierno
del Partido Popular arruina las expectativas de la Coalición
cuyo único caldo de cultivo de votos es el descontento y la
amargura, viven de rentabilizar las penas y las miserias
ajenas y no les convienen ni la prosperidad, ni el progreso,
ni el avance ni el contento ciudadano. Y menos aún les
convienen las mejoras en calidad de vida o de servicios,
natural, si el Gobierno lo hace todo y llega a todo ¿Qué les
queda a ellos por prometer hacer? Nada. Les queda la nada.
Un poco de palabrería hueca prometiendo puestos de trabajo y
subvenciones. No se trata de que todo sea gratis, se trata
de llegar a obligar a todos a que aprendan el manejo de los
instrumentos para labrar su propio futuro y potenciar sus
cualidades.
El PP prima la moral del esfuerzo que es discreta,
silenciosa y solapada, pero que cuando se desvela lo hace en
forma de logros constatables. Acción y resultados tangibles.
Evidencias plenas frente a veleidades onegetistas.
Normal el furor de la Coalición ante su propia esterilidad
de logros. Naturales sus quejas y sus penosidades en el
tiempo y en el espacio. Normales y naturales si no tuvieran
en su mano la solución a todas sus lamentables fatigas: que
copien la estrategia de la laboriosidad del hormiguero del
PP. Así y solo así obtendrán resultados, que se copien del
PP.
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