Desde hace muchos años, sostengo
la idea de que el deporte debe ser el principal foco de
educación para los jóvenes, algo así como el punto de agarre
para llevar una vida ordenada.
Un joven deportista es ordenado, está apartado, al menos en
teoría, de todo lo que es ilícito, es defensor de sus
valores y de esos mismos valores cuando aparecen en otros.
Todo esto lleva unido el que ese joven deportista es
consecuente, con él mismo y con los que le rodean.
Sin embargo, todo esto que debe ser el elemento básico, no
siempre se cumple, en parte porque el deporte no es un arte
milagrera y en parte porque, en algunos deportes, más que el
deporte mismo, lo que se valoran son los resultados. El
fútbol es uno de esos deportes resultadistas, donde se
“educa”, a veces, para ganar al contrario y donde, otras
muchas veces, no se educa para respetar al adversario que ha
sido superior a uno.
Y aquí es donde está el talón de Aquiles de muchos de los
problemas que, en el fútbol, especialmente, se dan cada
semana, en categorías inferiores, principalmente.
Llegados a esta situación, nos encontramos con que, por
lograr unos puntos que poco van a valer, cara al futuro,
somos capaces de hacer todo lo contrario a la idea inicial,
metemos a los chavales para “deseducarse”, para formarlos en
la idea del engaño y la trampa, sin más.
No me gusta esto y en los casos en los que nos encontramos
con “educadores” para el triunfo únicamente, lo mejor que
podemos hacer es apartar de ese equipo al educador o a los
propios chavales para que busquen otro camino de más
seriedad y respeto.
¿Se está “jugando” hoy con los chavales?. En muchas
circunstancias sí, y luego, cuando vienen mal dadas, unos
chavales en la categoría de cadetes se encuentran solos, o
apartados de los demás, porque pesa sobre ellos una sanción
que puede ser tan dura, como no permitírseles que jueguen al
fútbol en competición federada, durante tres años.
Aquí algo falla, y yo que he defendido la seriedad, en el
terreno de las sanciones, por malos modos, aquí no tengo la
certeza absoluta de que esa sanción tan dura, impuesta a los
dos jugadores del equipo del San Agustín, vaya a ser
ejemplarizante para que la violencia y los malos modos se
terminen.
Y no voy a rectificar ya en algo que dije en su día, que lo
que hicieron estos dos jovencitos pasaba de “castaño
oscuro”, que fue una situación tensa, dura y muy difícil,
cosa que nos demuestra el hecho de que el propio equipo
determinara que, desde ese mismo instante, fueran ya ex –
jugadores, algo que me parece totalmente correcto, o me
pareció en aquel primer instante.
Luego, cuando llegó la sanción, yo el primero dije:” esto va
a servir de ejemplo”, pero ahora, al pasar varias semanas,
lo que me pregunto es si estos tres años, apartados de la
práctica deportiva, no les van a llevar por otros caminos
más engorrosos, con lo que habríamos logrado que fuera “peor
el remedio que la enfermedad”.
No sé qué va a hacer Apelación, creo que rebajará la
sanción, aunque sólo sea pensando que a chavales que andan
por malos caminos se los recupera con prácticas deportivas,
pero estos dos chavales, por un error grave, que o fue por
supuesto, se van a encontrar, durante tres años con todos
los caminos cerrados. Es una situación atípica que alguien
deberá atenuar, si es que no corregir.
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