A medida que se acercan las
elecciones, mayo está ya a la vuelta de la esquina, nos
quieren hacer creer que hay un interés desmedido en la
ciudad por conocer los nombres de quienes han de acompañar
en la lista al número uno del Partido Popular. Y no es así.
Porque uno que transita la calle sabe perfectamente que a
los votantes populares les importa nada y menos semejante
cuestión.
Los votantes del PP tienen una idea fija: que Juan Vivas
llegue en perfecto estado de salud al día clave. Lo demás,
si en la lista aparece Fulano, se cae Zutano o sigue
Mengano, no tiene la menor importancia. Y creo que cualquier
discusión que se mantenga al respecto es baladí.
Ahora bien, sería absurdo ignorar el estado de permanente
intranquilidad por el cual deben estar pasando las personas
que desean ver sus nombres en el folio que les permitirá,
con casi absoluta certeza, seguir manteniendo el poder o
bien acceder a él por primera vez. Estas personas, si acaso
el presidente no les ha comunicado aún que cuenta con ellas,
sí que padecerán el desasosiego de quienes temen quedarse
sin poder o sin acceso a un primer cargo tan bien remunerado
cual influyente.
Y en estos momentos, créanme, es cuando pienso en lo que
dijo un político de gran prestigio, apenas nuestra
democracia estaba dando sus primeros pasos: “Debe ser
tristísimo dedicarse a la política por necesidad, porque no
se sabe hacer otra cosa”.
Los políticos que no saben hacer otra cosa, que los habrá en
todos los partidos, creo que lo pasarán fatal viviendo en la
incertidumbre de si van o no a ser elegidos por el jefe o
por los gerifaltes del partido. Que son los componentes de
eso que llaman la ejecutiva.
Los políticos que no saben hacer otra cosa, no
necesariamente han de estar sin empleos, de ningún modo; los
hay que gozan de empleo pero les aterra el tener que volver
a unas normas de trabajo que aborrecen. Más o menos padecen
del mismo mal que muchos liberados sindicales. Se han
acostumbrado ya a la vida muelle y les resulta traumático
volver a la realidad laboral.
Los políticos que no saben hacer otra cosa, Jesús Gil
decía de ellos que nos le quería ni de botones en sus
empresas, están convencidos de que mientras estén en
condiciones de hacer favores no es probable que les den con
la puerta en las narices. Y, cuando se les recuerda que el
poder envejece, se ríen a mandíbula batiente y si están
achispados, van y te dicen con sorna: lo que envejece es
pasarse la vida en la oposición o haciendo méritos en el
partido para conseguir que un día el mandamás de turno te
ofrezca la posibilidad de pertenecer al equipo de gobierno.
Por lo tanto, todas las cábalas que se vienen haciendo
durante las últimas semanas acerca de quiénes serán las
personas que Juan Vivas tendrá a bien elegir para que
disfruten de la oportunidad de figurar junto a él en la
lista de las próximas elecciones, no interesa a la gente. Ni
tampoco a los políticos del PP que han sabido que “lo
importante de la política es una cuádruple sabiduría: saber
quién tiene el poder; saber cómo llegar a compartirlo; saber
cómo mantenerse en él y, sobre todo, saber qué hacer desde
el poder”.
Porque éstos políticos, los que han sabido hacer suya la
idea de Torcuato Fernández Miranda, son los que no
tienen la menor duda de que irán en la lista y, además,
continuarán ocupando cargos destacados y disfrutando de la
vida que genera el poder.
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