Si a mí me diera por escribir de
un señor que firma todos los domingos un artículo que
responde al nombre de Mano Invisible y que opinó de la
organización bibliotecaria, un 20 de marzo de 2010,
inmediatamente se me acusaría de insultar a su familia.
Sería así, porque dio la casualidad que el citado artículo,
titulado La planificación bibliotecaria, fue escrito, parece
ser, cuando la mujer de José Aurealiano Martín Segura
había sido suspendida en el examen que pasó para optar a una
plaza de auxiliar bibliotecaria.
El artículo escrito por quien es liberado sindical a las
órdenes del secretario general de CCOO y, por tanto,
defensor acérrimo de la Coalición Caballas, le sentó como un
tiro a la directora del Archivo General de Ceuta: Rocío
Valriberas Acevedo. Mujer de excelente trayectoria
profesional. La cual no tuvo el menor inconveniente en
publicar una nota donde el mosquetero José Aurealiano
quedaba a la altura del betún.
En este caso, es decir, ante lo escrito por la directora del
Archivo General de Ceuta –insisto: mujer muy considerada
profesionalmente-, al autor de la Mano Invisible solamente
se le ocurrió responder lo siguiente: “Amiga Rocío, creo que
te equivocas. Y además que no has leído mi artículo bien. Si
lo haces verás que las críticas no iban contra quien tú
dices. Es una pena que creas esto, y además que lo hagas
público sin hablar primero con el autor del artículo. Una
pena. Saludos”.
Como verán ustedes, José Aurealiano, porte de mosquetero, no
tuvo los dídimos suficientes para propalar a los cuatro
vientos que la Directora del Archivo General se había metido
con su familia. Cosa que tampoco ocurrió. No obstante, sí lo
hace cuando se le recuerda, por ejemplo, que fue secretario
general de la Delegación del Gobierno de Navarra y defensor
a ultranza de José María Aznar. En aquel entonces, no
se le caía de la boca el nombre de José María. Hasta el
punto de que cuantos le oían terminaban pensando que José
Aurealiano, portador de una tarjeta de visita con más
títulos que una carta de comedor de cinco estrellas,
despachaba todos los días en La Moncloa con el presidente
del Gobierno.
El secretario general de CCOO es otro de los que han dado en
la manía de aparecer en los medios emitiendo angustiosos
plañidos: “Se están metiendo ya hasta con mi familia”. Una
burda mentira. Con ribetes de cobardía. Para ver si actuando
con sensiblería es capaz de ganarse el aprecio de la gente.
Pero tratando de causar lástima no será como consiga
despertar el menor asomo de simpatía. Es más, es el camino
equivocado para aparecer más ridículo de lo que ya es.
Y nos queda el tercer hombre. El benjamín de la tríada. Y
que todas las semanas se permite el lujo de insultar a
tirios y troyanos. Son los tres encargados de escribir desde
otros periódicos contra los que lo hacemos en éste
llamándonos viles, vendidos, miserables… El tercer hombre es
Iván Chaves. El niño Chaves ha optado por creerse que
cada vez que uno decida hablar de tiempos pasados en el
Ayuntamiento lo hace contra un familiar suyo ya fallecido. Y
cree que doliéndose de esa manera, o sea, usando a su
familiar como escudo, nos va a echar a la gente encima.
Pobre diablo.
Pues bien, voy a finalizar diciendo lo siguiente: “Si las
paredes del ayuntamiento hablaran más de uno se iba a llevar
una sorpresa. Procura tú, niño Chaves, separar el grano de
la paja.
|