La Inspección Provincial de Trabajo intevino ayer en la
barriada Arcos Quebrados en una actuación contra los
talleres ilegales de chapa y pintura de vehículos. Un
inspector, apoyado por la Policía Local, que desplegó un
fuerte dispositivo en su apoyo, levantó acta de la
existencia de hasta cuatro talleres no autorizados en los
que trabajaban un total de ocho empleados. Los locales no
tenían licencia de apertura y no reunían las condiciones de
funcionamiento exigidas en las normativas estatales y
autonómicas. En el último de los locales, se amontonaban
botes de pintura, disolventes e instalaciones eléctricas
precarias.
La Ciudad Autónoma y la administración del Estado volvieron
ayer a unir sus esfuerzos en la detección y persecución de
actividades ilegales en Ceuta con la actuación de un miembro
de la Inspección Provincial de Trabajo que visitó la
barriada Arcos Quebrados junto a la Policía Local para
comprobar la situación de los empleados que trabajan en una
serie de locales dedicados a la chapa y pintura de
automóviles y desguace.
El resultado de las comprobaciones fue la constatación de
que hasta cuatro talleres no tenían licencia de apertura y
en ellos trabajaban ocho trabajadores de forma clandestina.
Varios de ellos son de nacionalidad marroquí.
Los dueños de los locales se enfrentan a sanciones que
pueden alcanzar los 10.000 euros por cada una de las
personas que tengan contratadas sin documentación, según
informó ayer la Delegación del Gobierno.
La intervención se inicio a media mañana con la irrupción de
un dispositivo formado por cuatro coches patrullas de la
Policía Local y una grúa de AGEMVICESA en apoyo del
inspector de Trabajo actuante.
Los agentes situaron su base operativa en una explanada en
la que existen varios talleres y en cuyas inmediaciones se
podían ver restos de materiales de obras en el suelo, una
lavadora abandonada y un coche desguazado.
EL PUEBLO estuvo presente en la inspección del cuarto de los
talleres, precisamente el que contaba con más trabajadores,
hasta cuatro prestando servicio, y en el que se acumulaban
tres coches en un almacén rectangular en los bajos de un
edificio y en el que no existe ningún tipo de ventana o
ventilación.
Cuando el inspector llegó a la puerta del local, el
propietario no estaba allí y uno de los trabajadores le
explicó que solía presentarse cada tarde a última hora antes
de cerrar el taller. Los empleados no pudieron facilitar un
número de teléfono de contacto del dueño del negocio y uno
de ellos indicó que él tenía una llave para abrir y cerrar
el taller. La jornada de laboral comenzaba cada día sobre
las ocho de la mañana y se prolongaba hasta las seis o las
siete de la tarde.
El interior del local presentaba un aspecto sucio y
descuidado. Tres vehículos es taban estacionados en su
interior y en un lateral se podía ver una gran cantidad de
botes de pintura y disolventes. De las paredes colgaban tres
grandes plafones de luz, conectados a una precaria
instalación eléctrica.
Al fondo del taller, se acumulaban utensilios de forma muy
peligrosa, ya que delante del capó de un coche, en el suelo,
había una bombona de camping gas, un sofá, dos sillas y el
sillón de un coche. También había útiles de cocina como
sartenes ennegrecidas y vasos y una mesa pequeña usada para
comer.
La actuación del inspector de Trabajo continuó con el apoyo
de los agentes de la Policía Local en las gestiones para
tratar de localizar a los propietarios de los locales en los
que se intervino. Por su parte, el operario de la empresa de
la grúa municipal, AGEMVICESA, retiró un vehículo de los que
estaban estacionados en la explanada por orden de la Policía
Local.
El dispositivo policial se desplegó en una zona en la que
abundan las autoconstrucciones y en un calle sin asfaltar
situada en la cuesta que hay bajo la mezquita de Al Humma.
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