El próximo 22 de mayo y tras quitarnos el sayo la ciudadanía
está convocada en pueblos y ciudades, además de en algunas
autonomías, a elegir a sus representantes en los algo más de
ocho mil municipios existentes en toda España. Votar, lo que
es votar… es un derecho democrático al que no debemos
renunciar, aunque sea echando la papeleta en blanco por la
notoria falta de confianza en nuestra acomodaticia clase
política o garabateando en todo caso antes de depositar la
“papela” en la urna aquello de “votar, votar, que por el
culo os van a dar”, que dirían los seguidores más castizos
de Kropotnik, ilustrado anarquista ruso de regia sangre que
poco tiene que ver con el temperamental Bakunin. A votar
pues, amigos lectores, aunque sea con una mascarilla
tapándonos las narices por el nauseabundo hedor que sube de
los establos de Augías en que se han convertido, a nivel
local y nacional, los presuntos centros de representación de
la soberanía popular y, por ende, las “oficinas comerciales”
de los partidos políticos al uso.
¿No están ya hastiados de votar lo de siempre…? ¿Los mismos
“perrillos” con diferentes collares…?. Mientras en esto que
todavía se llama España (los atentados del 11-M, aun sin
esclarecer, han sido determinantes en la deriva ideológica y
nacional que padecemos) los partidos dominantes
representados por Pepe Luis “Rinconete” y Marianico
“Cortadillo”, enfangados en corruptelas de todo género y
condición, tan solo son capaces en sus mutuas críticas de
echarse en cara la corrupción rampante gritando aquello de
“¡Y tú más”!, la común casa española permanece sin barrer y
sin alternativas creíbles. Bien es cierto que desde hace
algún tiempo están surgiendo iniciativas que tratan de
romper el descarado monopolio político, empleado en provecho
propio, de los dos grandes: ahí está el partido Ciudadanos,
en mi Asturias del alma se perfila la alternativa presentada
por Francisco Álvarez Cascos mientras en todo el territorio
nacional y también en Ceuta, siempre Ciudad Querida, pisa
fuerte y con garbo la bandera color magenta del partido
transversal de Rosa Díez, Unión Progreso y Democracia (UPyD),
liderada en este rincón español con sabor africano por el
doctor Julián Domínguez, profesional bien conocido en estos
pagos y a quién maldita le hace falta meterse en política
para medrar y vivir a costa del contribuyente. Como al resto
de su candidatura: profesionales de prestigio en sus
respectivos trabajos y para los que la política es tan solo
un compromiso ciudadano y de servicio. UPyD es una
acreditada fuerza política nacional y no un “experimento”
localista como la Coalición Caballas, alianza contra natura
entre dos partidos, uno de emboscada ideología
étnico-islamista y otro residual y fuera del tiempo,
burdamente manejado por un personaje larvadamente racista y
de acreditado talante fascista.
No soy militante de UPyD, aunque desde el nacimiento de esta
fuerza política impulsada por la corajuda Rosa Díez he
mostrado mis simpatías por su elaborado programa dándole mi
apoyo crítico. Sí, me “mojo” a gusto con esta columna que
verá la luz todos los lunes hasta pasadas las elecciones.
Escribo a porta gayola. E invito al resto de los escribanos
de esta ciudad a salir de sus torres de marfil con las
siglas en la frente. No caben falsas abstenciones ni tampoco
presuntas “neutralidades”. De frente y por derecho. Advertir
únicamente que estas líneas son tan solo responsabilidad del
que las escribe. Por lo demás, ya saben: yo sigo votando a
la marea magenta de Unión, Progreso y Democracia (UPyD). Por
dignidad; por eficacia; porque mi voto sea útil y no
chalaneen con él los mercaderes de siempre. Y usted que
tanto lee… ¿a quién coño vota usted?. Que no les sigan
tomando el pelo, amigos. Digo.
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