Muchas son las anécdotas que se
han contado sobre Juan Belmonte, también conocido
como El Pasmo de Triana; torero que fue trascendental para
la historia del toreo porque impuso una revolución artística
en el arte de torear. De entre los muchos lances que se
cuentan de él, hoy me van a permitir que haga uso del que
sigue:
“Su banderillero Joaquín Miranda, después de la
guerra, ocupó el cargo de gobernador civil de la provincia
de Huelva y como tal le tocó presidir un festival benéfico
al que asistía Juan Belmonte con un amigo no versado en
cuestiones de tauromaquia. Había este señor oído campanas
acerca de la biografía del gobernador rehiletero, pero no
sabía dónde, y viéndolo en el palco presidencial, le
preguntó al Pasmo de Triana: Don Juan, ¿es verdad que este
señor gobernador ha sido banderillero suyo?
Belmonte le respondió con laconismo conceptista: Sí. Y el
otro insistió: Don Juan, y ¿cómo se puede llegar de
banderillero de Belmonte a gobernador?
A Juan le Salió el genial tartamudeo de Demóstenes de la
generación del 98 y respondió:
-¿Po… po… pó cómo va a sé? De… de… degenerando…
Un gerundio que pasó a la historia con la misma fuerza que
la mejor de las estocadas de El Pasmo de Triana.
La anécdota de Juan Belmonte puede ser que le venga bien a
lo que les voy a contar a continuación. Degenerando es como
cree el innombrable que esta ciudad haya pasado por
distintos regímenes para acabar siendo una Tiranía. O sea,
que, según el secretario general de CCOO, la primera
autoridad de esta ciudad es un tirano mantenido en el poder
por innumerables ceutíes, a quienes si antes llamó
ignorantes ahora los tacha de “afectos al régimen” por
miedo.
Cierto es que el innombrable, secretario general de CCOO, no
es Platón ni mucho menos Belmonte. Pero dice y escribe cosas
que pasarán a la historia local como disparates de un tío
que, de seguir así, cualquier día nos enteramos de que está
siendo sometido a tratamiento para ponerle la chaveta al
menos en condiciones de decir caca y pis.
Denuncia el innombrable, secretario general de CCOO, que
solamente los pelotas del tirano, vamos, de Juan Vivas, son
los únicos que obtienen contratos, subvenciones, puestos de
trabajo o prebendas de cualquier tipo para sí o sus
allegados. “Porque la condición humana es débil; la
necesidad, mucha; y la tentación… difícil de vencer”.
Claro que sí. Faltaría más. Pero me imagino que eso se le
habrá ocurrido al innombrable escribirlo sin consultar con
su consejero Aureliano. El sabio que goza de varios
empleos gracias a que los socialistas son tan malos que
hacen la vista gorda cuando se trata de apretarles las
clavijas a las personas que usan y abusan de las
incompatibilidades.
Sería conveniente, pues, averiguar cuánto dinero entra en la
casa de Aróstegui y Aurealiano, cada mes. Siendo como son
ardientes defensores de los más necesitados. Y no porque a
mí me importe que dos demagogos se estén enriqueciendo, sino
porque les debería dar vergüenza semejante aprovechamiento.
Así, al paso que van, puede que llegue el momento en que
ambos sean los más ricos del lugar. Degenerando. Claro está.
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