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OPINIÓN - JUEVES, 17 DE MARZO DE 2011

 

OPINIÓN / EL OASIS

Iván Chaves alcanza el esplendor literario
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

La lectura no es fácil. Quien ama la lectura sabe perfectamente que ama un ejercicio difícil. Un ejercicio que exige el compromiso de todas las facultades. En mi caso, puedo decir que mi pasión por leer ha dejado mi vista casi arrasada. Y no crean que esté tratando de darme pote si les digo que mi amor por la lectura me lleva hasta leerme los artículos de Iván Chaves.

Lo escrito últimamente por Iván ha sido de suma calidad. Uno más de los brillantes artículos que le vienen publicando en un periódico que, al no estar subvencionado (!), subsiste gracias a las muchas personas que están suscritas al medio. Personas que, sin duda alguna, andan todas caídas de boca por cómo Chaves maneja el castellano. Personas que notan una mejora en todos los aspectos a medida que se acerca el día en el cual lo escrito por quien fuera niño prodigio de la política, ve la luz. Es más, cuando se publica ‘A los Cuatro vientos’ resulta imposible hallar un ejemplar en ningún punto de venta. Y es así porque leer a Chaves se ha convertido en una gozada.

La fama de Iván Chaves como escritor ha subido como la espuma. Es decir, su prosa y sus ideas han alcanzado ya suma brillantez. Y gracias a él, quién lo iba a suponer, el medio donde colabora se ésta haciendo de oro y ello le permite ser el único medio independiente que hay en esta ciudad. Los demás, y sobre todo El Pueblo de Ceuta, cuentan con escribientes que solamente insultan porque son viles y lo son porque están sometidos a la voluntad de Juan Vivas. Eso sí, nuestra voluntad está recompensada por medio de grandes cantidades de dinero.

El Aróstegui que yo conozco y el que nos vende el PP. Es el título de lo escrito el martes pasado por quien se ha convertido en una delicia de escritor: Iván Chaves. Con una cabeza donde al paso que va me imagino que va a tener muchas dificultades para cobijar en ella tanta inteligencia, tanto estilo, y tantos conocimientos gramaticales; a fin de que le sigan saliendo bordados los enunciados, las secuencias y los párrafos de unos escritos donde se dan la mano la ética y la estética.

Verbigracia: “Pero a Juan Luis de verdad lo conozco desde hace diez años. Recuerdo que cuando acudimos a la primera reunión de una ejecutiva del PSPC, los que no estábamos empezando a encargando (sic) de las políticas de juventud, Juan Luis tuvo un detalle que nos llamó mucho la atención”.

No me digan que no es el párrafo más perfecto que hayan podido leer en muchos años. Digno de premio por la mejor sintaxis y por el empleo de dos gerundios que juntos forman un invento de vocablos que hacen imposible no caer en la tentación de pedir la medalla al mérito literario de la Ciudad –si no existe, hay que crearla-, para Iván Chaves.

El resto del escrito cuenta ya con exposiciones extraordinarias, aunque carentes del enorme interés despertado por el susodicho párrafo. Aunque sería una injusticia no reseñar la siguiente escena que nos cuenta Iván -hermosa, sentimental y llena de apetencias de servir a los más pobres-. La de cuando su padre recibía los sábados a Aróstegui. Y ambos, sentados a la mesa de camilla, charlaban de cómo hacer de Ceuta un paraíso terrenal. Mientras él, o sea Iván, niño aún, tirado en el sofá veía los dibujos animados. He llorado a lágrimas vivas. Confieso que me pudo la sensiblería. Gracias, Iván.
 

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