No estoy de acuerdo con quienes acusan al lider de UDCE de
“haber traicionado a su electorado” despojando del número
tres de la candidatura a los “históricos” de su partido.
Todos apostaban por los tres primeros para UCDE y como la
joven Fatima es el carisma puro dentro del partido, los más
esperanzados daban por añadido un abrazo a Musa Rahal y un
número tres-cuatro entre la templanza de Rahal y la energía
de Selimo.
Ya saben, sondeos, estrategias de marketing, la “repesca” de
quien jamás se tenía que haber marchado, el canto a la
sensatez, el propósito de la enmienda, la pública contrición
y la vuelta a los orígenes, a los de siempre y a dar la cara
ante sus votantes.
No ha podido ser. Para alborozo de otros partidos que
piensan aprovechar la coyuntura y presentar listas sin
incordios, sin polémicas y sin fracturas. Pero, antes que
nada, coherentes. No es que la avaricia rompa el saco, como
pregona nuestro refranero, sino que puede que la postura de
Mohamed Alí sea la de aprovechar su derecho a equivocarse,
sin duda para crecer espiritualmente aprendiendo de los
errores, eso de cara a la psicología positiva y a la Terapia
Gestalt que está tan de moda. Lo incómodo es que, los
votantes que se han mantenido fieles a una idea y a unos
postulados, puede que no entiendan las innovaciones, ni
aprecien en lo que vale el interés por crecer del lider de
UDCE. Positivo-negativo, frío-caliente, femenino-masculino,
principios distintos, equivocarse-pagarlo en las urnas, esto
es pura analogía.
Quienes esperaban rectificaciones y demás entelequias se han
encontrado con un gol marcado en la propia portería. Los
agoreros estaban en posesión de la verdad, ha habido
ratificación que no rectificación y de ello emerge Caballas,
con el afán de Aróstegui, que se ha saltado al propio
Secretario General de su partido, por intentar conseguir
auparse al escaño utilizando una formación consolidada como
UDCE y superar el rechazo con el que ha sido
sistemáticamente premiado por los ceutíes en los últimos
comicios. Auparse a costa de relegar a tipos más jóvenes y
con mayor proyección, como lo es Iván. Aróstegui el número 3
y los suyos en el furgón de cola, para hacer bulto,
ninguneados como en pocas ocasiones, relegados al papel de
meros “figurantes”. Supongo que se tratará de personas con
poca autoestima que piensan que “no merecen” un trato
políticamente más respetuoso y se dejan humillar.
Crujen los goznes de la Coalición Caballa, se ha forzado la
máquina en demasía y las piezas siguen sin ajustar. Y encima
el mar de críticas que se agita como un tsunami de disgusto
y desacuerdo por parte de los votantes que siguen sin
encajar el empeño de Mohamed Alí por “regalar” las
posiciones que, por decencia y por derecho, corresponden a
su gente para encumbrar a una persona cuyos resultados
políticos han sido calamitosos en los últimos años.
Desconcierto, murmullos, runruneo, Alí apagando fuegos en
plan “bombero torero”, los “pesos pesados” de UDCE añorando
aquella firma en notaría, Mohamed Alí y Musa Rahal que
significaba el nacimiento de una opción política que podía
dar juego. Discreción total. Y no porque exista una rígida
disciplina de partido, sino porque “al menos” está la “niña”
Fatima y la gente va a apostar por ella. Mientras, el
tercero se va a merendar los logros en votos de la
trayectoria de UDCE y los votantes son muy reacios a que se
aprovechen de ellos.
Que Mohamed Alí no es Iker Casillas es evidente, a la vista
está. Pero nunca es tarde para rectificar, hoy no es tarde.
Mañana no será posible, que no confíe Alí en que, el talento
de Fatima, le va a sacar las castañas del fuego per secula
seculorum. Y que no olvide lo difícil que es llegar en
política y lo fulgurante que puede ser la caída.
Le han metido el gol, no hay más que contar.
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