En el día de hoy compartiré con
los lectores de este periódico mi perplejidad al comprobar
como un medio de comunicación de la ciudad incluyo entre sus
titulares de portada en el día de ayer, uno en el que
mostraba la sorpresa de la periodista que suscribía la
información al constatar que el coordinador de Política
Autonómica del PSPC, Juan Luís Aróstegui, podría ocupar el
número tres en la candidatura electoral que la coalición
Caballas presentará a su electorado en los próximos días de
cara a los comicios del mes de mayo, adelantando en las
mismas al mismísimo secretario general de la formación
mencionada y por tanto, número uno, Iván Chaves.
En principio, debo señalar que la formación liderada por
Mohamed Alí aporta a dicha coalición los 5.659 sufragios
obtenidos en las últimas Elecciones Autonómicas celebradas
frente a los 1.557 obtenidos por la formación localista
extraparlamentaria por tanto, la incorporación lógica de
miembros de estas dos formaciones políticas a dicha
candidatura debería atender a la proporcionalidad ofrecida
por las cifras mencionadas extraídas de las páginas
oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas pese a las
simpatías que la autora de la información mencionada profesa
históricamente hacia el político que más veces ha concurrido
a unas elecciones en la ciudad, Juan Luís Aróstegui, a pesar
de haber cosechado fracaso tras fracaso desde las elecciones
de 1999.
Debo recordar, que estos resultados electorales se han
producido como consecuencia directa de las actuaciones,
decisiones y manifestaciones públicas protagonizadas durante
años por quien algunos y algunas desean aupar hasta el
número tres de la candidatura de la coalición Caballas
amparándose exclusivamente en intereses particulares,
obviando premeditadamente la legítima voluntad tanto, de la
propia militancia de la formación que aporta mayor número de
electores liderada por Alí, Maate y Hamed así como, la
voluntad de una ciudadanía que relegó al ostracismo político
al “colaborador predilecto”.
En definitiva, el pacto suscrito entre estas dos formaciones
políticas debería valorar en profundidad la labor
desempeñada en los últimos años por quienes desean
encaramarse a los primeros puestos de la candidatura
“progresista”. Por un lado, la labor comprometida
desarrollada por los máximos dirigentes de la segunda
formación política con representación parlamentaria en las
dos últimas legislaturas y por otro lado, la labor
extraparlamentaria desarrollada por quienes representan los
intereses de una formación política que perdió la confianza
de la ciudadanía hace más de doce años.
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