Un año y 6 seis meses de prisión fueron las penas dictadas
por los magistrados de la Audiencia Provincial para un
hombre que reconoció haber vendido al menudeo papelinas de
cocaína y heroína. Los otro cuatros acusados resultaron
absueltos ya que el anterior reconoció los hechos que les
imputaba la representante del Ministerio Fiscal a raíz de la
investigación iniciada por los agentes del Cuerpo Nacional
de Policía sobre un domicilio en la calle Castillo Artiel.
El condenado admitió haber comprado la droga en El Príncipe
y luego haberla vendido para su consumo ya que llevaba más
de 30 años “enganchado”.
Una intensa investigación policial practicada desde marzo de
2010 hasta junio del mismo ejercicio daba ayer como
resultado la condena de uno de los cinco acusados por el
Ministerio Público de tráfico de drogas, concretamente, de
cocaína y heroína en pequeñas dosis.
Los cinco imputados ocuparon ayer el banquillo de la Sección
VI de la Audiencia Provincial de Cádiz en Ceuta
enfrentándose a penas de hasta seis y siete años de prisión
que pedía para ellos la representante de la Fiscalía en la
ciudad.
Condena que sólo en uno de los casos se efectuaron ante el
reconocimiento de los hechos de su autor, que tendrá que
ingresar en prisión para cumplir el año y seis meses que
decretaron para él los magistrados de la Sala y los 10 euros
de sanción económica que acompañaron a la pena privativa de
libertad. Presidio que, además, tendrá que cumplir al tener
antecedentes penales por otros delitos, entre ellos, el de
receptación. Una sentencia que el presidente del máximo
órgano judicial de Ceuta dictó ‘in voce’ una vez finalizado
el juicio y con el consentimiento de las partes de no
recurrirla ya que para los otros cuatro procesados fue
dictada la libre absolución.
La raíz de la investigación surgió de la vigilancia que los
agentes del Cuerpo Nacional de Policía venían practicando
desde marzo de 2010 sobre un domicilio de la calle Castillo
Artiel. En dicha vivienda era habitual la entrada y salida
de varios ciudadanos para la compra de droga, papelinas de
cocaína y heroína que el condenado confesó haber comprado en
El Príncipe por 2,5 euros y vendido por 3 euros para obtener
beneficios para su propio consumo. “Llevo más de 30 años
enganchado y me dedico a comprar más para luego vender y
poder fumarme mi dosis en plata”, relató el condenado.
Sobre el conocimiento de estos hechos por parte de los
familiares que con él convivían en dicho domicilio, “los
pobres no sabían que yo vivía drogado en mi casa ni tenían
idea de que vendía”, añadió.
Esta distribución al menudeo se saldó con una entrada y
registro a la vivienda el 10 de junio de 2010, en la que se
intervinieron cuatro papelinas de cocaína, tres de heroína y
280 euros que estaban sobre una mesa y que los policías
vieron a simple vista. “Salí un momento a comprar tabaco y
fue cuando ellos entraron”, argumentó el condenado para
cerrar su interrogatorio.
La hermana de este, también imputada juró ante los jueces
que nunca había vendido droga y que la sustancia intervenida
era de su hermano, “enganchado desde hace años”. Otro de los
encausados negó relación alguna con sus compañeros de
banquillo y desconocer la vivienda intervenida, además se
recalcar que “nunca” había tenido nada que ver con la venta
de sustancias estupefacientes. Por su parte, la penúltima de
las procesadas dijo ser vecina del condenado y su hermana
pero sí admitió haber compartido “plata” con el penado.
Aunque “jamás he vendido droga”, apostilló.
El último de los acusados era familiar de los dos primeros e
informó se haber vivido con ellos varias temporadas. Aunque
no se mostró sorprendido durante su primera declaración en
el juzgado y añadió que las papelinas “serían de mi primo,
que lleva años enganchado”.
Tras escuchar las distintas versiones, la representante del
Ministerio Fiscal en la ciudad renunció al interrogatorio de
los doce agentes del Cuerpo Nacional de Policía que fueron
llamados como testigos para el juicio, así como la prueba
del peritaje practicado por un profesional del juzgado.
Decisión que fue seguida por los dos abogados de la defensa,
que también obviaron la reproducción de un CD que habían
solicitado como prueba.
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